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Viernes, 25 de abril de 2025



FORO DE LECTORES


El tipo de cambio y el turismo; una afectación económica lesiva

Juan Diego Sánchez Sánchez sanchez.juandiego@gmail.com | Lunes 28 abril, 2025


JDS


Dr. Juan Diego Sánchez Sánchez, Ph.D

Asesor y analista financiero, abogado, profesor e investigador

Uno de los principales motores económicos y productivos del país, consiste en la actividad turística, la cual es principalmente desarrollada en la atracción de visitantes de nacionalidades distintas y diversas, los cuales ingresan al país para convertirse, al menos de forma temporal, en unidades económicas consumidoras y productoras de riqueza en la dinámica general del comercio y la producción interna. Para estos efectos, debe recordarse que un turista, una vez que se encuentra dentro de la geografía nacional, pasa a ser un ente comprador de bienes y adquiriente de servicios, dinámica que va de la mano directamente con su capacidad y poder adquisitivo monetarios.

Si bien es cierto, una persona elige la vista a un determinado país, no solamente en función de su poder adquisitivo, sino más bien, sustenta dicha elección en una serie de variables, las cuales van de la mano en gran medida con la razón de su viaje, entiéndase las vacaciones, el trabajo, la familia y las atracciones, entre otras, evidentemente, el factor monetario y el costo del país visitado también repercuten en la elección final, pues en esencia, la dinámica de consumo que esta persona tiene en la nación transitada, está relacionado con su capacidad monetaria de gasto.

Lo anterior denota una incidencia directa en el concepto de la tasa cambiaria existente en un determinado país, donde debe recordarse que un turista, al realizar su viaje e ingresar a la nación visitada, siendo en este caso Costa Rica, converge usualmente con dólares estadounidenses, los cuales, aunque pudiesen ser aceptados en el comercio en general, tienden a ser cambiados por la moneda nacional, es decir por colones, mismos que pueden ser permutados por la unidad pecuniaria costarricense en el mismo punto de ingreso, donde suele contarse con un cambio menor, o bien, en alguna entidad financiera. Este proceso le permite a la persona visitante precisar el poder adquisitivo en función de la conversión de su moneda local para con el colón, señalando lo que se conoce como una paridad cambiaria de consumo, es decir, la determinación de la equiparación de su capacidad de mercantilización en referencia al mismo comportamiento, pero expresado en compras dadas en colones dentro del país.

Surgen acá dos dinámicas de interés en esta línea, siendo la primera aquella donde el tipo de cambio se encuentra alto, señalando que el turista cuenta con una mayor permutabilidad de la moneda extranjera de referencia, entiéndase, el dólar estadounidense para la obtención de unidades pecuniarias costarricenses, permitiendo obtener más colones por cada dólar ingresado al país, contando con un mayor poder de compra y gasto en el comercio generado dentro del territorio nacional. Por otra parte, se presenta la segunda situación, la cual es observada actualmente, derivada de la existencia de un tipo de cambio bajo, donde por cada moneda extranjera intercambiada por la oficial de la nación, el turista obtiene menos de estas últimas, disminuyendo así su poder de compra, y desagregando el efecto comercial que este individuo pueda generar en la dinámica económica del país.

Ahora bien, el efecto anterior, no solamente deriva en una menor capacidad adquisitiva de la persona turista una vez que se encuentra dentro del país, implicando menor dinámica de compra y gasto, ergo, de un menor pago del impuesto al valor agregado, sino también repercute directamente en la elección de la vista al país, esto pues, inexorablemente, al tener una nación particular una apreciación de la moneda interna, su costo país tiende a verse aumentado igualmente, derivado precisamente, de un incremento del valor de esta unidad circulante, implicando, y en lo que se entiende como un efecto agregado macroeconómico, un incremento en todos los valores de la cadena de producción, así como en los bienes y servicios a precios finales.

Tal cual se observa, el efecto de la existencia de un tipo de cambio bajo, y desde una perspectiva del turismo, no solo tiene un efecto directo en la capacidad adquisitiva y de consumo de los visitantes al país, lo cual por si mismo denota un efecto negativo en el crecimiento económico y el comercio en general, sino que también, encarece la dinámica funcional de la economía y las finanzas nacionales, acrecentando el costo de los mercados de bienes y servicios en general. Esta aproximación es entendida como el efecto de doble arista lesivo para el turismo, pues una tasa cambiaria baja, no solamente disminuye la cantidad de colones por cada dólar para los turistas, sino también, estas unidades monetarias obtenidas, resultan tener un menor alcance en el mercado, siendo que el país también incrementa sus costos financieros en general.

Como puede observarse, el tipo de cambio y su tendencia hacia la baja, así como una incoherente política de las autoridades por su mantenimiento en esta línea, inexorablemente afecta de forma lesiva al turismo, motor principal del desarrollo económico de la nación, lo cual no parece tener mayor lógica económica, al menos desde una perspectiva de la política turística y los objetivos de inserción a más mercados de esta índole y la atracción de visitantes de otros destinos. Esto último se agrava al precisar el concepto de la triangulación monetaria, ya que, dependiendo del país de procedencia, una persona debe primero convertir sus unidades monetarias del país de residencia en la moneda de referencia internacional, siendo esta el dólar, para posteriormente intercambiarla por colones, presentando lo que puede entenderse como una doble permuta cambiaria, implicando que pudiese incluso, perder más valor, claro está, siempre que la moneda en cuestión no pueda ser transaccionada directamente, caso contrario su permuta es lineal, siendo el caso del euro.

Si bien es cierto, aunque la incidencia del tipo de cambio y la incoherente política aplicada en su influencia a la baja, resultan en una afectación lesiva del turismo, tampoco pueden dejarse de lado otras variables que de igual forma afectan de manera dañina esta actividad económica de importancia máxima para el desarrollo socioeconómico, tal es el caso de la lamentable situación en seguridad, el incremento de la violencia en vías públicas, así como las noticias perjudiciales que de estas situaciones se derivan. Es claro que estos aspectos impactan de forma negativa la dinámica turística, y parecen tener un abordaje más complejo en materia de su solución, pero no por esto puede decirse que el tipo de cambio disminuido tampoco impacta la visita de extranjeros al territorio nacional, siendo que es también una variable de afectación directa.

En línea de lo anterior, llama la atención como suelen observarse opiniones que parecen estar más basadas en extremos ideológicos o fanatismos, que se niegan a aceptar la inexorable relación dañina que un tipo de cambio a la baja tiene en la magnitud del turismo percibido por el país, mostrando lo que señalan ser posiciones enfocadas en aspectos personales e ideas referentes a percepciones extremas, más a que a criterios técnicos, opiniones que no parecen aportar mucho a la discusión de fondo, la cual debe estar basada en argumentos económicos, mas no en posiciones políticas.

En este punto es fundamental señalar que la caída del turismo deriva de una serie de variables de incidencia, entre ellas la seguridad, la violencia, las percepciones internacionales, entre otras, pero es inconcebible que se quiera circular la idea que el tipo de cambio no tiene incidencia en esto, que si bien es cierto, no es la única causa, es evidente su afectación directa, pues tal cual se indica antes, ocasiona un menor poder adquisitivo para los turistas, además de encarecer los mercados de bienes y servicios locales, implicando una necesaria discusión y revisión de la política cambiaria aplicable en el país, en especial, al estarse viéndose afectado uno de los principales motores económicos generadores de riqueza y crecimiento.







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