El Trabajo: ¿Castigo o bendición?
Carlos Denton cdenton@cidgallup.com | Miércoles 13 noviembre, 2024

Todos conocen la historia de Adán y Eva en el Jardín de Edén. Pecó la pareja y Dios les indicó que de allí en adelante tendrían que trabajar para su sostén, que ya Él no se encargaba de su mantenimiento. Este evento, de común conocimiento entre las personas judea-cristianas, ha llevado a dos distintas interpretaciones que han impactado en el marco de la civilización occidental.
Por un lado, están los católicos, sobre todo han interpretado que el trabajo es castigo y esta interpretación en muchos casos ha traído estragos negativos en el ámbito empresarial y de sector público. Quien se siente castigado al trabajar da el mínimo, tiene un ojo pegado al reloj y ostenta muy poco interés en la eficiencia, la mejoría general de ventas o de servicio, y puede instigar problemas internos entre jefes y trabajadores.
El ”castigado” es el que siente “liberado” y grita a todo volumen “Gracias a Dios que es viernes” cuando llega ese día – hay restaurantes que tienen ese nombre y que se abocan a celebrar que el comensal no tiene que trabajar el día siguiente. También estos trabajadores se enferman mucho y usan todas sus vacaciones para “liberarse” de sus obligaciones.
Por el otro lado están los judíos y los evangélicos que interpretan el trabajo citado por el Todo Poderoso como una bendición. Después de todo es difícil pecar cuando uno está trabajando. Max Weber escribió en el siglo XIX el libro “La Ética Protestante” “que los evangélicos eran responsables por mucho del crecimiento económico en partes de Europa donde ellos predominaban”. Los que perciben que el trabajo es una bendición más probablemente muestran ser comprometidos con su empresa, no les importan los horarios y buscan mejoría de los bienes y productos de su empleador.
No celebran la llegada del viernes y los domingos en la noche más probablemente gritan “aleluya mañana puedo ir a mi trabajo que me encanta.” Muchas de las características del evangélico las comparten con los judíos.
Esta división por religiones es aceptada por unos y otros prefieren hacer en análisis por generación de edad. Se supone que los “baby boomers” fueron más de trabajo como bendición, mientras que los millenials han sido todo lo contrario. Queda por verse la opinión de la Generación Zeta, pero parece que estos tienen mucha vocación para el trabajo. No tienen habilidades de comunicación excepto por chat, pero si tienen muchas características de los nerd.
A quien no le gusta trabajar, se le nota una cierta nota de fatalismo – “Que será, será” fue el título de la canción de muchos años atrás. Se daña un equipo-- ¡¡bueno no fue mi culpa!! es la respuesta. Se pierde un cliente por mal servicio – “mejor porque significa menos trabajo”.
La CID/Gallup ofrece un servicio a sus clientes que permite identificar cuales son los trabajadores comprometidos -usualmente una minoría en la América Latina- y cuales no lo son. El reto es como motivar a los que son más de “ni fu ni fa.”
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