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El comercio exterior costarricense (II)

Juan Manuel Villasuso jmvilla@racsa.co.cr | Martes 18 agosto, 2009



Dialéctica
El comercio exterior costarricense (II)

Han transcurrido más de dos décadas desde que en Costa Rica se inició la estrategia de liberalización y apertura comercial a mediados de los años 80. Durante ese periodo la política pública costarricense ha apostado por la promoción de las exportaciones y la atracción de inversión extranjera como motor de desarrollo.
Importantes cambios institucionales se hicieron para apoyar “la nueva inserción” en los mercados internacionales, paulatinamente se fue reduciendo la protección arancelaria para eliminar “distorsiones” en los precios relativos, se firmaron acuerdos de libre comercio con varias naciones y Costa Rica se incorporó como miembro pleno en los foros multilaterales, primero el GATT y luego la OMC.
Adicionalmente, la política macroeconómica se ajustó para evitar sesgos antiexportadores, se abrió la cuenta de capitales y se eliminaron incentivos que beneficiaban a productores cuyos bienes tenían como destino final el mercado interno.
Estas transformaciones se han sustentado en la premisa de que el comercio internacional cumple un papel dinamizador de la producción y para ello se requiere una asignación eficiente de los recursos. Y eso solo puede lograrse en mercados que operen libremente, sin distorsiones provocadas por la injerencia del Estado.
Sin embargo, estos razonamientos en favor de la liberalización comercial, enfrentan dos objeciones importantes. Por una parte, una realidad global que en la mayoría de los casos los contradice; y por otra, el concepto mismo de desarrollo que no puede reducirse al simple crecimiento del producto y las exportaciones, sino que conlleva también elementos esenciales de equidad y distribución.
En cuanto a la realidad mundial que refuta al paradigma del libre comercio, baste señalar tres elementos que generan desviaciones en los mercados y actúan en contra de las naciones más pequeñas, menos desarrollados y con poco poder de negociación.
Barreras proteccionistas. En todos los países existen restricciones a las importaciones con el fin de proteger la producción local frente a la foránea. Durante la actual crisis financiera los ejemplos abundan. Esas barreras proteccionistas en las naciones industrializados son fundamentalmente de carácter no arancelario: controles de calidad, normas sanitarias y disposiciones administrativas. En las economías subdesarrolladas predominan las tarifas arancelarias.
Comercio administrado. En el comercio internacional resulta evidente la intervención deliberada de las grandes potencias con el propósito de canalizar, de acuerdo a su conveniencia, el intercambio de bienes y servicios y los flujos de capital. Las corrientes mundiales de comercio no se expresan en forma libre por la acción de las ofertas y las demandas en mercados autónomos, sino de manera negociada.
Mercados imperfectos. Los mercados internacionales se caracterizan por ser estructuras imperfectas. Son frecuentes los mercados segmentados, los monopolios, oligopolios y carteles, no solo en la etapa de producción sino también en la de comercialización, donde unas pocas empresas transnacionales controlan la oferta y el precio de los productos. Lo mismo ocurre en lo que concierne al transporte, especialmente el marítimo.
Es en este contexto, en este mundo de realidades, en el que Costa Rica ha liberalizado su comercio exterior, con consecuencias sobre la producción y la distribución del ingreso que próximamente comentaremos.

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