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El déficit fiscal, otra vez

Wilmer Murillo wmurillo@larepublica.net | Lunes 19 octubre, 2009


Lector de Wilmer
El déficit fiscal, otra vez

Definitivamente, el periodo de superávits fue algo pasajero.
Fue efímero, el lapso que el Gobierno logró disfrutar con finanzas sustancialmente mejoradas, y que le permitió hasta salir en rescate del Banco Central.
De nuevo, como en el pasado, el déficit del Gobierno de la República amenaza convertirse en el principal desequilibrio macroeconómico del país.
Seguramente, como hace pocos años al Banco Central le corresponderá adoptar las medidas restrictivas —ingratas, a veces— para conjugar el desequilibrio y paliar sus efectos en términos de inflación, devaluación y déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos. Esto es a menos que se consideren otras medidas.
La razón es que otra vez, el Ministerio de Hacienda se encuentra en una situación muy desfavorable. Los ingresos tributarios han decrecido en los últimos meses pero los gastos, en cambio están aumentando a tasas importantes incluyendo el pago de intereses de la deuda pública interna y externa.
Las finanzas del gobierno se proponen alcanzar múltiples objetivos: proporcionar bienes y servicios colectivos, fomentar el crecimiento y el desarrollo, garantizar el crecimiento estable y propiciar la distribución equitativa del ingreso y la riqueza. Por eso los logros alcanzados nos habían parecido plausibles.
Esperamos, en vano, que la bonanza fiscal no fuera transitoria. En cambio, el fantasma de una nueva reforma tributaria hace su aparición.
Ahora es de esperar que los logros alcanzados para reducir la deuda en general del Gobierno como proporción del Producto Interno Bruto, no sean lanzados al basurero.
Esto amerita una reflexión adicional: Definitivamente, una buena política fiscal es garantía de desarrollo y estabilidad.
Como sea que estos indicadores sean fortalecidos, se requiere al mismo tiempo eliminar las debilidades estructurales que todavía padecen las finanzas públicas. Solo así se consolidará la estabilidad que se requiere para mejorar los índices de crecimiento, desempleo y pobreza.
Tal pareciera que una reforma fiscal continúa siendo indispensable para mejorar la capacidad del gobierno de aumentar su gasto social y generar espacios fiscales para la recapitalización del Banco Central, asegurando a la vez una firme y positiva dinámica de deuda.
Al parecer, es una decisión que a cualquier futuro gobernante, le resultará muy difícil eludir.





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