El dilema tecnológico de la Banca
Adrián Mora. amora@fayca.com | Jueves 28 julio, 2016
Uno de los dogmas más pertinazmente predicados por los feligreses de Silicon Valley, radica en la innovación disruptiva, tesis fundada por el profesor de la Escuela de Negocios de Harvard, Clayton M. Christensen.
Las empresas tecnológicas, cubiertas por la sombrilla de la disrupción, procuran ofrecer servicios o productos innovadores, dirigidos a un sector del mercado ignorado o mal atendido por los operadores dominantes, y que gracias a la accesibilidad que proporciona una nueva tecnología, estos usuarios tienen acceso a un servicio que antes no tenían.
Uber, Airbnb y Lending Club han sido considerados algunos de los exponentes más atractivos de la tendencia surgida a partir de la sinergia de esta disrupción y la economía colaborativa (sharing economy).
El éxito incuestionable de estas corporaciones ha generado su promoción y defensa, pero también controversia. Por ejemplo, el investigador Tom Slee, en su libro “Lo que es tuyo, es mío”, considera que estas grandes empresas tecnológicas han desvirtuado el concepto original de economía colaborativa, y expone que uno de los ejemplos más representativos de esta transgresión consiste en la limitación de responsabilidad, donde el precepto de la “cooperación” entre las partes se difumina y emerge el concepto de partes contractualmente independientes.
Las compañías argumentan que su función y responsabilidad se limita a implementar una plataforma de comunicación que interconecta vendedores con compradores, nada más.
El reciente caso de Lending Club, una plataforma tecnológica de préstamos entre particulares, está activando algunas alarmas, incluidas las del propio Departamento del Tesoro de los Estados Unidos. Esta compañía tecnológica se convirtió meteóricamente en la punta de lanza de la conquista definitiva del mercado financiero, que se comercializa bajo el principio de crear un mercado bancario en Internet, transparente, eficiente y que beneficia a miles de usuarios, ignorados y olvidados por el sector bancario tradicional. El año anterior, su valor de mercado alcanzó los 10 billones de dólares. En los últimos cuatro meses, gestionó operaciones financieras con un valor cercano a los 2,6 billones de dólares. A pesar de estas cifras delirantes, hace apenas unos días, el gran negocio se ha empezado a desmoronar. Las acciones de la compañía se redujeron en un 35%, a partir del sorpresivo anuncio de la renuncia del CEO de la empresa, Renaud Laplanche, quien admitió que la compañía vendió en forma “incorrecta” unos 22 millones de dólares en préstamos a un inversionista, los cuales no se ajustaban a los estándares exigidos por este.
La turbación generada partir de lo sucedido, se amplifica cuando se asume que una de los funciones críticas de todo banco consiste, precisamente, en garantizar la calidad de los préstamos a sus inversionistas. El mercado financiero se cimienta a partir de la confianza, por lo que el futuro de Lending Club no se antoja promisorio. Lending Club, es tan solo un ápice del iceberg.
Esta empresa forma parte de un sector con un crecimiento descomunal en los años recientes, el de las compañías tecnológicas que incursionan en la prestación de servicios financieros o también llamadas fintech.
Las fintech son principalmente start-up (empresas tecnológicas de reciente creación, financiadas casi siempre con capital riesgo) que exploran las rentabilidades adyacentes al propio negocio financiero. Algunas de ellas se limitan a desarrollar aplicaciones de medios de pago que hacen innecesaria la participación activa del banco, pero también están aquellas que facilitan préstamos, y otros productos financieros más depurados. Se han extendido en forma natural, hacia el mercado de seguros y los economistas las ubican dentro de la llamada banca en la sombra, es decir, el conjunto de entidades que realizan operaciones financieras fuera del alcance de los entes reguladores.
La discusión sobre la creciente participación de las fintech en el mercado financiero a partir del caso de Lending Club, se cierne sobre algunos temas ineludibles: la delimitación de responsabilidad de las compañías tecnológicas, el imperativo o no de su regulación y la apremiante urgencia del sector bancario por renovarse y adaptarse a un entorno volátil, a través de un uso inteligente de la tecnología, que a su vez conlleva el ingente desafío por encuadrar y asimilar la integración de estos nuevos actores dentro del modelo de banca tradicional.
Adrián Mora
Director de tecnologías del departamento Fayca TMT
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