El largo idilio entre el Dalái Lama y EE.UU.
| Sábado 20 febrero, 2010
El largo idilio entre el Dalái Lama y EE.UU.
Reuniones entre el Dalái Lama y Washington se dan desde hace casi 50 años, a pesar de China
La reunión mantenida por el Dalái Lama, y Barack Obama, presidente de EE.UU., en la Casa Blanca es un capítulo más en la larga historia de las buenas relaciones entre el líder religioso tibetano y Washington, que dura ya casi 50 años y ha causado siempre, como el viernes, las iras de Pekín.
Tenzin Gyatso, decimocuarta reencarnación del Dalái Lama, visitó EE.UU. por primera vez en 1979, pero a raíz de la concesión del Premio Nobel, que ganó en 1989, sus frecuentes visitas a Norteamérica adquirieron fuertes connotaciones políticas.
No es casualidad que apenas dos años después de la recepción del Nobel -y de la matanza de Tiananmen- George Bush, presidente estadounidense accediera por primera vez a reunirse con él.
Bush “padre” sentó las bases de este tipo de reuniones “privadas” dándoles perfil bajo y discreto para no molestar demasiado a Pekín (que considera al Dalái Lama un líder político y separatista), y en aquel primer encuentro de 1991 sin fotos de prensa.
El sucesor de Bush, Bill Clinton, fue aún más allá en la privacidad y discreción en sus reuniones con el Dalái Lama y nunca autorizó un encuentro privado y a solas entre ambos, sino en medio de reuniones con otros políticos estadounidenses. Sin embargo, hubo una reunión oficial del Dalái con la entonces primera dama, Hillary Clinton, quien el jueves repitió el encuentro, aunque esta vez como Secretaria de Estado.
La tónica de la discreción fue rota por George Bush hijo, quien en 2007 fue el primer mandatario estadounidense en recibirle a título público y no privado y en aparecer con él en la entrega de la Medalla de Oro del Congreso de EE.UU., lo que enfureció a Pekín.
Hasta la reunión del jueves, de nuevo “privada” con Obama, el Dalái Lama ha mantenido 11 encuentros con mandatarios estadounidenses, coincidiendo con sus visitas a Washington, pero siempre fuera del Despacho Oval (reservado a jefes de Estado y Gobierno) por deferencia a China. Precisamente, fue Obama quien, recién llegado al poder, interrumpió la cadencia iniciada en 1991, ya que, antes de recibirle, prefirió viajar a China, lo que hizo en noviembre, otro gesto hacia Pekín, según los analistas.
Las relaciones entre la Administración de EE.UU. y el Dalái Lama, como representante de la comunidad budista y del autodenominado gobierno tibetano en el exilio, se iniciaron décadas atrás y de forma bastante más secreta, cuando el servicio de inteligencia estadounidense, la CIA, dio dinero al líder tibetano.
En el contexto de la Guerra Fría, y cuando tibetanos y chinos sufrían la mayor represión religiosa y política debido a la Revolución Cultural (1966-76), la CIA pagó al año al Dalái Lama 1,7 millones de dólares al año y entrenó un movimiento de resistencia pro independencia del Tíbet en suelo estadounidense.
Esta ayuda fue reconocida por el entorno del Dalái Lama en 1998, y también por la propia CIA en esa misma década, argumentando que se trataba de una táctica contra el comunismo chino.
Aunque los lazos políticos del Dalái Lama con EE.UU. son llamativos, lo cierto es que la principal labor del monje tibetano en ese país se enmarca en el plano religioso y cultural, y casi cada año viaja allí para conferencias o sesiones de meditación. El próximo mayo, el Dalái Lama tiene previsto viajar a Nueva York para dar una conferencia sobre budismo, la tercera religión más practicada en EE.UU. tras el cristianismo y el judaísmo (se calculan unos seis millones de adeptos).
En los años 50 -coincidiendo con la entrada de las tropas comunistas en el Tíbet y el exilio del Dalái y otros monjes- religiosos tibetanos se establecieron en EE.UU. y fundaron escuelas que atrajeron a emigrantes asiáticos y a jóvenes y artistas de la época, como el escritor Jack Kerouac, así como a miembros de los movimientos “beatniks” y “hippies”. El Dalái Lama encontró la simpatía de muchos miembros de esos movimientos y también un gran nicho de adeptos en Hollywood, donde su amigo personal el actor Richard Gere y muchas otras estrellas buscan la Verdad en las enseñanzas de Buda.
Pekín
EFE
Reuniones entre el Dalái Lama y Washington se dan desde hace casi 50 años, a pesar de China
La reunión mantenida por el Dalái Lama, y Barack Obama, presidente de EE.UU., en la Casa Blanca es un capítulo más en la larga historia de las buenas relaciones entre el líder religioso tibetano y Washington, que dura ya casi 50 años y ha causado siempre, como el viernes, las iras de Pekín.
Tenzin Gyatso, decimocuarta reencarnación del Dalái Lama, visitó EE.UU. por primera vez en 1979, pero a raíz de la concesión del Premio Nobel, que ganó en 1989, sus frecuentes visitas a Norteamérica adquirieron fuertes connotaciones políticas.
No es casualidad que apenas dos años después de la recepción del Nobel -y de la matanza de Tiananmen- George Bush, presidente estadounidense accediera por primera vez a reunirse con él.
Bush “padre” sentó las bases de este tipo de reuniones “privadas” dándoles perfil bajo y discreto para no molestar demasiado a Pekín (que considera al Dalái Lama un líder político y separatista), y en aquel primer encuentro de 1991 sin fotos de prensa.
El sucesor de Bush, Bill Clinton, fue aún más allá en la privacidad y discreción en sus reuniones con el Dalái Lama y nunca autorizó un encuentro privado y a solas entre ambos, sino en medio de reuniones con otros políticos estadounidenses. Sin embargo, hubo una reunión oficial del Dalái con la entonces primera dama, Hillary Clinton, quien el jueves repitió el encuentro, aunque esta vez como Secretaria de Estado.
La tónica de la discreción fue rota por George Bush hijo, quien en 2007 fue el primer mandatario estadounidense en recibirle a título público y no privado y en aparecer con él en la entrega de la Medalla de Oro del Congreso de EE.UU., lo que enfureció a Pekín.
Hasta la reunión del jueves, de nuevo “privada” con Obama, el Dalái Lama ha mantenido 11 encuentros con mandatarios estadounidenses, coincidiendo con sus visitas a Washington, pero siempre fuera del Despacho Oval (reservado a jefes de Estado y Gobierno) por deferencia a China. Precisamente, fue Obama quien, recién llegado al poder, interrumpió la cadencia iniciada en 1991, ya que, antes de recibirle, prefirió viajar a China, lo que hizo en noviembre, otro gesto hacia Pekín, según los analistas.
Las relaciones entre la Administración de EE.UU. y el Dalái Lama, como representante de la comunidad budista y del autodenominado gobierno tibetano en el exilio, se iniciaron décadas atrás y de forma bastante más secreta, cuando el servicio de inteligencia estadounidense, la CIA, dio dinero al líder tibetano.
En el contexto de la Guerra Fría, y cuando tibetanos y chinos sufrían la mayor represión religiosa y política debido a la Revolución Cultural (1966-76), la CIA pagó al año al Dalái Lama 1,7 millones de dólares al año y entrenó un movimiento de resistencia pro independencia del Tíbet en suelo estadounidense.
Esta ayuda fue reconocida por el entorno del Dalái Lama en 1998, y también por la propia CIA en esa misma década, argumentando que se trataba de una táctica contra el comunismo chino.
Aunque los lazos políticos del Dalái Lama con EE.UU. son llamativos, lo cierto es que la principal labor del monje tibetano en ese país se enmarca en el plano religioso y cultural, y casi cada año viaja allí para conferencias o sesiones de meditación. El próximo mayo, el Dalái Lama tiene previsto viajar a Nueva York para dar una conferencia sobre budismo, la tercera religión más practicada en EE.UU. tras el cristianismo y el judaísmo (se calculan unos seis millones de adeptos).
En los años 50 -coincidiendo con la entrada de las tropas comunistas en el Tíbet y el exilio del Dalái y otros monjes- religiosos tibetanos se establecieron en EE.UU. y fundaron escuelas que atrajeron a emigrantes asiáticos y a jóvenes y artistas de la época, como el escritor Jack Kerouac, así como a miembros de los movimientos “beatniks” y “hippies”. El Dalái Lama encontró la simpatía de muchos miembros de esos movimientos y también un gran nicho de adeptos en Hollywood, donde su amigo personal el actor Richard Gere y muchas otras estrellas buscan la Verdad en las enseñanzas de Buda.
Pekín
EFE