EN EL DÍA DE LA MUJER, HABLEMOS LOS HOMBRES DE LA SOCIEDAD PATRIARCAL
Alberto Salom Echeverría albertolsalom@gmail.com | Viernes 10 marzo, 2023
¿Desde cuándo y por qué se instituyó el día de la mujer?
El día Internacional de la Mujer fue oficialmente decretado por Las Naciones Unidas en el año de 1972, para que fuese celebrado cada 8 de marzo. Sin embargo, la celebración recuerda acontecimientos anteriores que tuvieron que ver con la lucha de las mujeres en Europa, en Los Estados Unidos y en otras partes del mundo, contra la desigualdad de que han sido objeto a lo largo de la historia. Las protagonistas de aquellas efemérides en un inicio fueron principalmente las mujeres socialistas, comunistas y anarquistas como parte de la clase obrera trabajadora; con posterioridad, obviamente se han sumado mujeres de muy variadas orientaciones ideológicas que convergen en la idea de alcanzar la igualdad en la convivencia entre el hombre y la mujer. Un punto álgido de esas batallas fue la lucha de las sufragistas quienes buscaron afanosamente alcanzar la igualdad de los derechos electorales entre hombres y mujeres.
Cada año, la ONU establece un énfasis; el año pasado, el lema central de la celebración fue por la “Igualdad de hoy por un mañana sostenible”. Estuvo dirigido a redoblar la lucha de las mujeres y las niñas contra el calentamiento global, así como también se orientó a mitigar y buscar la adaptación frente a los efectos del cambio climático. En el presente año 2023, el eslogan aboga “Por un mundo digital inclusivo: Innovación Tecnológica para la igualdad de género”. Esta vez, el objetivo consiste en explorar los efectos de la brecha digital de género en el crecimiento de las desigualdades sociales y económicas. Por otra parte, en concordancia con lo anterior, se pretende proteger los derechos de las mujeres y las niñas en los espacios digitales y abordar la violencia de género en línea y la propiciada por las nuevas tecnologías de la comunicación. (Cfr. ONU Mujeres. “Día Internacional de la Mujer 2023: Por un Mundo Digital Inclusivo: Innovación y Tecnología para la Igualdad de Género.” Diciembre 2022).
¿Por quién doblan las campanas?
Esta frase que he insertado arriba, es del afamado escritor estadounidense radicado durante mucho tiempo en Cuba, Ernest Hemingway. El autor ganó el premio Pulitzer en 1953 por su obra “El Viejo y El Mar”, un año después ganó el premio Nobel de literatura por la integralidad de sus escritos. Casualmente entre 1939 y 1940 escribe la novela “Por quién doblan las campanas”, probablemente su obra más conocida; la novela versa sobre la guerra civil española. La frase la tomó Hemingway del poeta metafísico John Donne, quien a su vez la escribió en 1624. Hace alusión a que cualquier muerte de un ser humano nos concierne a todos, porque cada uno de nosotros es parte de “un todo”. Por lo consiguiente, John Donne había expresado en sus meditaciones “Devotions Upon Emergent Occasions” la siguiente memorable expresión que hoy comentamos: “La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; y por consiguiente, nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas: doblan por ti.”
Hoy, seguramente las campanas doblan por el sufrimiento humano a causa de la flagelación, los castigos e injusticias recibidas por las mujeres en el mundo. La celebración del día de la mujer está jalonada por una cuota de felicidad, por un lado, porque se festeja su existencia, sus luchas, sus éxitos y glorias. Las honramos como madres, los hombres las debemos enaltecerlas como nuestras compañeras en la vida, con ellas procreamos a nuestros hijos e hijas. Pero, no siempre ocurre así. Por eso, la fecha también deviene conmemorativa, ya que todos somos responsables de la violencia que se ejerce contra ellas, de las violaciones de que son objeto, de la desigualdad y la opresión en la sociedad.
Dice la ONU que merced a las desigualdades persistentes, en el mundo hay nada menos que 383 millones de mujeres y niñas que viven en la pobreza extrema. Además, cada once minutos en el mundo una mujer o una niña fallece a manos de algún miembro de su propia familia. ¿Quién está exento de semejante responsabilidad? En mi opinión todos estamos concernidos, especialmente los hombres, ya que el contexto es el de una sociedad patriarcal, en la que se reproducen incesantemente valores culturales “machistas”.
Celebramos que se haya formado una comisión de Derechos Humanos en la ONU, que a su vez promovió la existencia de un Consejo de Derechos Humanos. Celebramos en parte, igualmente que, la comisión haya considerado que su misión no concluye hasta que sea un hecho la igualdad real de la mujer y el hombre en la sociedad contemporánea. Sin embargo, no podemos celebrar plenamente, porque la sola existencia de la comisión habla de las injusticias que subsisten en el mundo contra las mujeres, la violencia, las violaciones y muertes por maltrato, así como la desigualdad.
Celebramos los hombres la existencia de la otra parte de la humanidad, pero, no podemos celebrar que nos hayamos arrogado “el derecho” de subsumir a toda la Humanidad en la palabra “Hombre”. Y somos los primeros que debemos exigir en nuestras sociedades una nueva cultura, para que aflore una educación en la que se inculquen nuevos valores para infundir una “Nueva Masculinidad”. Una “Nueva Masculinidad”, que signifique compartir la vida con la mujer en condiciones de plena igualdad, donde en el hogar se asuman las tareas por partes iguales, donde no existan “roles” femeninos y masculinos. Las tareas en el hogar deben ser asumidas sin distingos de sexo. Ambos miembros de la pareja son corresponsables por igual, de velar por la educación de sus hijos, así como de las tareas que ello conlleva. Ambos deben ser mutuamente solidarios en las tareas cotidianas del hogar. Hay más, la “Nueva Masculinidad” supone entender que el amor de la pareja parte de un respeto irrestricto por el otro, de una manera tal que permita reconocer que el disfrute sexual debe ser compartido; el hombre y la mujer tienen el mismo derecho al disfrute pleno de las relaciones íntimas de la pareja, sin que ninguna de las partes se desentienda de la otra. Por otra parte, los bienes que se produzcan dentro de la relación deben ser compartidos, como ya se estipula en el derecho de familia a nivel internacional.
Quizás lo más importante radica en que la educación y los valores que se inculquen a los párvulos contemplen todo lo anterior, y particularmente, una nueva manera de visualizar la vida, conducente a erradicar para siempre, la desigualdad, la opresión de las mujeres, el sometimiento, la discriminación en los trabajos por razones de sexo; y especialmente se debe velar porque impere el mismo salario por las mismas tareas con independencia del sexo de quien las realice. El mismo derecho deben tener las mujeres y los hombres al trabajo, a la educación, a la ciencia y la tecnología. Debe prevalecer el derecho de las mujeres a tomar parte en las decisiones de todo orden en la sociedad, en particular las que tienen que ver con el desarrollo sostenible para enfrentar el calentamiento global, o también, paliar o buscar adaptación al cambio climático. Para ello la ONU creó una comisión que atiende todo lo concerniente con la agenda 2030, para ´acelerar la igualdad real de género y el empoderamiento de las mujeres´. La discriminación, los abusos y la misoginia se han trasladado al mundo virtual, lo que vuelve a colocar a la mujer en condición de desventaja frente al hombre en la sociedad. La Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, en 2023, señaló que la mujer es víctima en pleno siglo XXI de “…acceso limitado a la tecnología, a la violencia en línea…así como a la infrarrepresentación y el sesgo de género en las industrias tecnológicas.” (Cfr. ONU. “Promoción de los Derechos de la Mujer desde 1946: Cinco cosas que Debes Saber.” https:/news.un.org/es/story/2023/03/1519072).
¿Por quién doblan las campanas? Por ti. Porque las mujeres sufren y padecen descalabros en sus vidas ante la desigualdad y la violencia de las que son víctimas en la sociedad patriarcal. Pero en el largo plazo, todos perdemos; o sea los hombres incluidos, porque no hay verdadera opción al desarrollo que no comporte una igualdad real entre el hombre y la mujer, es decir un desarrollo inclusivo, sostenible y sustentable con la Naturaleza y, por lo tanto, con la vida de todas las especies existentes y sus hábitats.
En la lucha por una sociedad igualitaria e inclusiva de las mujeres, el hombre debe asumir su responsabilidad.
Para conquistar la igualdad real entre hombres y mujeres y crear sociedades que incluyan plenamente a las mujeres en las tareas del desarrollo sostenible, el hombre no puede considerarse exento. Por lo tanto, a los hombres nos asiste una doble responsabilidad: pagar las penas por los delitos contra la mujer por parte de aquellos que los cometen, pero al mismo tiempo, quienes desarrollen conciencia de todas las implicaciones que conlleva la conquista de una vida digna para las mujeres, debemos integrarnos a ese movimiento que nos es propio. Significa ni más ni menos que, bregar por alcanzar nuevas formas de convivencia social, con nuevos valores culturales que permitan iniciar la ruta para desterrar para siempre los privilegios varoniles de la sociedad patriarcal.
Se trata de una nueva cosmovisión de lo social, lo político y lo económico. En breve, estamos hablando de una “Revolución Cultural”, para educarnos todos con nuevos valores que orienten la necesidad de desmontar el paradigma machista y patriarcal por el que estamos regidos. Para alcanzarlo, hay que idear una nueva masculinidad en la que los roles tradicionales del “hombre que manda” tanto en la casa como en los diferentes planos de la vida social debe acabar. Pero no solamente se debe idear y ambicionar un nuevo paradigma, sino que en la medida en la que se conceptualiza esa nueva convivencia es urgente ir asumiendo en la práctica el nuevo papel solidario con la mujer ante la desigualdad que padece, confrontado la violencia instalada en la sociedad contra ellas, la falta de oportunidades a la educación formal. También debemos ser solidarios con las mujeres para que puedan asumir empleos de calidad; es urgente, además, educarnos para enfrentar conjuntamente la opresión y la subordinación de la que son objeto las mujeres en nuestras sociedades contemporáneas.
Esta, lógicamente es una tarea que compete en primer lugar a los movimientos femeninos y feministas que se han creado por todo el orbe, como se demostró este 8 de marzo en diversos países, tanto en nuestra América Latina, como en Los Estados Unidos, en Europa y en los demás continentes del orbe. Los hombres que estamos conscientes de la opresión que padecen las mujeres y sabemos de la desigualdad que acaece como resultado, es urgente que asumamos nuestro papel a la par de las abuelas, madres, compañeras de vida, de nuestras hermanas y amigas; o, simplemente a la par de la mujer que lucha por romper el indeseable, pero sólido cascarón del patriarcado que recubre la sociedad entera. Debemos convencernos que, no puede haber justicia plena, sin igualdad entre el hombre y la mujer; no puede existir equidad sin que acabemos con la desigual distribución de oportunidades en contra de las mujeres, sin que seamos capaces de abrir por igual para todas las personas, el acceso a la educación, a los empleos de calidad, al mundo de la ciencia y la tecnología. No habrá paz en tanto siga prevaleciendo la violencia contra las mujeres, las niñas, las personas que han alcanzado la ancianidad, las personas con discapacidad; en breve, no puede haber felicidad para uno solo de los sexos que componen la especie humana, mientras la otra mitad, las mujeres deben soportar el peso asfixiante del patriarcado.
La tarea se torna compleja por el hecho de que el patriarcado supone un molde cultural, que por lo tanto impone conductas inapropiadas, comportamientos arbitrarios, violencia de género por parte de la sociedad machista, que es la que carece de la consciencia de que otro mundo, otra sociedad más justa e igualitaria en la sociedad no solo es posible, sino que es deseable, urgente y alcanzarla por lo tanto nos compete a todos. El camino es complejo, pero hay que recorrerlo con esperanza y fervor; al mismo tiempo nos puede proporcionar felicidad saber que estamos a la par de nuestras compañeras luchando por derechos de ellas que les son inalienables y forman parte, por ende, de las justas aspiraciones para su plena realización como personas con dignidad. Entonces son luchas que nos implican a nosotros, los hombres, también. Llegará un día en que podamos celebrar el día de la mujer y en el que, la conmemoración de sus luchas forme parte consustancial de esa victoriosa y épica fecha: El Día Internacional de la Mujer.
Alberto Salom Echeverría.
albertolsalom@gmail.com
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