En hacienda no manda el ministro
Albino Vargas Barrantes redaccion@larepublica.net | Viernes 13 noviembre, 2020
Albino Vargas Barrantes
Secretario General
Asociación Nacional de Empleados Públicos y Privados (ANEP)
Que se proponga un proyecto de ley a fin de que las direcciones de Tributación y de Aduanas, estratégicas dependencias del Ministerio de Hacienda, se comuniquen entre sí, debería merecer el más riguroso análisis de laboratorio político; o mejor, todavía, candidatear la idea para los récords Guinness.
Que sea el propio Gobierno de la República el que proponga la “ideota” indicada, también merece la más cuidadosa atención de la ciudadanía, pues podría ser la más clara prueba, periodísticamente documentada, del porqué Carlos Alvarado Quesada está con el peor índice de popularidad de presidente alguno desde que hacen encuestas.
Que sea en el seno de un cacareado proceso sociopolítico promocionado como diálogo “nacional”, al que acudió, de buena fe, una relevante cantidad de personas y de organizaciones de la sociedad civil, no deja de representar una burla para quienes todavía creen en el gobierno del presidente más desprestigiado desde la fundación de la Segunda República. ¡Ridículo de ridículos!
Para quienes llevamos ya muchos años abordando el tema más relevante que aqueja a nuestra sociedad contemporánea, cual es la perversa estructura tributaria del país, provoca más que justificada ira, que nos vengan a decir que se necesita de una legislación para que haya una más “eficaz” comunicación entre los sistema tributario y aduanero del país; como la fórmula más atinada para frenar, o al menos, intentar parar, las escandalosos cifras del fraude fiscal, en todas sus modalidades, dentro de la legalidad y fuera de la misma.
En realidad, la “ideota” mencionada da para ampliar el carácter, el calibre, la dimensión y el desafío que tenemos como sociedad para propiciar la más que urgente y necesarísima Transformación Tributaria Estructural que requiere el país; tema éste que, repetimos, se convirtió en el eje fundamental de nuestra propuesta sindical de los últimos tiempos.
Para empezar, es más que obvio que en la cartera ministerial de Hacienda, el poder formal es el del ministro; pero el real, el verdadero, no está en las manos de este jerarca. La red de corrupción institucional, producto de la colusión de los intereses privados con los públicos, tiene el control político, prácticamente total de los estratégicos servicios tributario-fiscales y aduaneros.
El personal hacendario honesto, que es mayoría, sabe de qué estamos hablando cuando hemos estado indicando que se ocupa de la refundación del Ministerio de Hacienda; y que éste tiene en sus más importantes áreas neurálgicas grupos de poder que bloquean y neutralizan todos los intentos sanos de que la gestión se realice en pro del bien común y no de unos cuantos.
¡En Hacienda no manda el ministro! Es una patética constatación. La refundación del Ministerio de Hacienda pasa por la necesidad de sistemas de relaciones laborales de otro carácter; pasa por considerar reformas organizacionales profundas. Pasa por fuertes legislaciones por emitir, las cuales están debidamente indicadas en el informe legislativo del período constitucional anterior, 2014-2018, conocido como Los papeles de Panamá.
Con todo respeto, hemos de indicar que no se ocupa de un “diálogo nacional” para que un gobierno valiente y decidido, impulse no solamente esa Transformación Tributaria Estructural que ocupa la sociedad; sino, paralelamente, la refundación del propio Ministerio de Hacienda.
Terriblemente quedamos preocupados por la reciente decisión legislativa de endeudar más al país, dizque para fortalecer la digitalización operativa de la cartera ministerial de Hacienda, mediante un crédito externo de casi 100 mil millones de colones (156 millones de dólares); plata que podría ser desperdiciada pues llegará en medio del caótico estado de esta entidad, particularmente en sus ámbitos tributario y aduanero.
Por cierto, convendría ir ya determinando cuáles entidades o empresas privadas serán las favorecidas para proveer todo lo concerniente a esa digitalización operativa del Ministerio de Hacienda. ¡Más de una “sorpresa” nos llevaremos!
Según lo ha venido reconociendo el antecesor del actual jerarca ministerial, durante la última década (2010-2019), se habrían evadido unos 35 mil millones de dólares, y los responsables políticos de tal desastre siguen impunes, saliendo y entrando de esos puestos neurálgicos; para apoyar, desde dentro y desde afuera, los reales grupos de poder que han venido controlando el Ministerio de Hacienda. ¡Qué desastre! ¡En Hacienda no manda el ministro!