Entre el amor y la muerte
Carmen Juncos cjuncos@larepublica.net | Viernes 21 marzo, 2014
PREMIO
Entre el amor y la muerte
Magazine conversó con el ganador del Premio Alfaguara de Novela 2014, en teleconferencia desde España y para toda Latinoamérica
El ganador en 2014 del importante premio que cada año otorga el sello Alfaguara a las mejores obras literarias de autores españoles o latinoamericanos, es Jorge Franco, un colombiano nacido en Medellín.
Ya que Franco (escritor y cineasta), a pesar de su juventud, tiene una carrera en la que ya ha recogido importantes premios literarios, sus obras han sido traducidas a varios idiomas y algunas llevadas al cine, todo esto con gran éxito, hay mucho de qué hablar con él.
Esperamos que pronto llegue a Costa Rica, en la gira promocional que la editorial hace siempre a sus premiados.
Ayer LA REPÚBLICA quiso conocer la opinión de Franco sobre el papel de la literatura y otras formas de arte en Latinoamérica y en especial en Colombia, como reflejo y ejercicio critico, de las condiciones de vida. Hoy, por ejemplo, de las que llevaron a la actual crisis económica, social, política y ética en el mundo.
Colombia ha crecido en calidad y cantidad de buenos autores literarios y cineastas que han llevado fuera de sus fronteras, las vivencias, el pensamiento y en general la cultura y la vida de esa nación.
El escritor dice sentirse bien con la evolución de Colombia en ese sentido, lo cual efectivamente juega un papel. Sobre su actual novela ganadora “El mundo de afuera”, dice que no es autobiográfica, pero que sí se nutre de vivencias de su infancia, “una época y un ambiente social que viví en Medellín”.
“Ese mundo no era como el de afuera, porque de algún modo, aunque tuviera problemas, no era tan catastrófico como fue después la violencia en Colombia”, dice.
Esto quizás tiene que ver con la historia contada en “El mundo de afuera”, en el que una familia vive en una especie de castillo, al margen del resto de la gente, a pesar de lo cual surge entre unos y otros un gran amor y también la terrible violencia de un secuestro.
Carmen Juncos
cjuncos@larepublica.net