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Es momento de dejar huella

Pedro Muñoz pedro@pedromunoz.cr | Martes 17 noviembre, 2015


A través de las historias de diez organizaciones o ciudadanos en teoría “comunes”, el libro retrata la mejor esencia de los costarricenses

Es momento de dejar huella

El 5 noviembre vio la luz mi libro “Dejemos Huella, Costa Rica Puede Más”. Más que un texto, es una invitación para transformar nuestras vidas.
A través de las historias de diez organizaciones o ciudadanos en teoría “comunes”, el libro retrata la mejor esencia de los costarricenses, esos que rasgaron sus viejas vestiduras para ataviarse con la proactividad, la inteligencia emocional, el buen orgullo, la cooperación, la solidaridad, la disciplina y la templanza.
Al hacerlo, activaron círculos virtuosos que acabaron con la pereza, la ira, el orgullo malo, la vanidad, la avaricia, la envidia y la gula… los pecados capitales.
Pero, ¿por qué lo hicieron? Ellos actuaron movidos por un poderoso combustible, la convicción y una indispensable brújula, una potente, valiente, extraordinaria visión.
Eso les permitió abrazar causas que para algunos rayan en la falta de cordura, como Lya Battle, una empresaria que perdió casi todo su patrimonio en su afán por sacar de las calles a cientos de perros para llevarlos a vivir en un santuario natural.
O “Martica”, una corredora de bienes raíces que mediante el estudio, el deporte y la formación humana está empeñada en heredar a Pavas un semillero de líderes.
También hay relatos de héroes silenciosos como Alfonso, el vecino que a punta de pala convirtió un agreste matorral en un hermoso parque, o doña Margarita, una generosa matrona que hace llover del cielo comida para alimentar a desvalidos.
Las historias inspiradoras no faltan. Ahí está Yvonne, la joven condenada a muerte por obesidad mórbida que hoy es instructora de zumba e inspiración para llevar una vida saludable.
También doña Ligia, la amorosa madre que cumplió el sueño de aquel hijo a quien le arrebató el cáncer: crear salones especiales para la atención de adolescentes enfermos.
El libro también nos lleva hasta José Alberto, el educador que luchó contra viento y marea para llevar educación de clase mundial a Palmares; o Cintia y Ana Gloria, las sobrevivientes de cáncer que hoy son el escudo de miles de pacientes que reclaman sus derechos.
El recorrido también nos lleva hasta Acción Joven, la ONG que se atrevió a convertir a jóvenes pandilleros de La Carpio en empresarios al tiempo que libra una lucha frontal contra la deserción estudiantil.
No podía faltar la historia de Palmares, el pueblo solidario de Occidente.
“Los protagonistas de las historias se dieron cuenta de que hasta la partícula más pequeña, la pluma más liviana, el tico promedio, o el más común de los granos pueden dejar una profunda, relevante e indeleble huella”, concluye el libro.
De usted depende el primer paso. Yo sé que Costa Rica puede, aún más.

Pedro Muñoz

 

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