Estrategias que permitan afrontar las nuevas tendencias de mercado ante la “nueva normalidad”
Ivannia Méndez ivannia.mendez@cr.gt.com | Viernes 13 noviembre, 2020
Para contener la propagación del COVID-19 muchos países impusieron cierres temporales de fronteras y restricciones de viaje, no estando éstas motivadas en consideraciones comerciales sino en razones meramente de salud pública; no obstante, han tenido un impacto significativo en el comercio, generando nuevas tendencias a nivel global.
La reducción del consumo y la inversión han tenido una fuerte repercusión en las exportaciones de la región, que ya enfrentaban una tendencia declinante en 2019 y cuya retracción se ha profundizado a inicios de 2020. Es así que, servicios que dependen de la proximidad física entre proveedores y consumidores, como el turismo y el transporte de pasajeros, se han visto gravemente afectados por las restricciones de viaje y el distanciamiento social, mientras que se ha resaltado la preponderancia de sectores tales como el sanitario y el de la alimentación.
Estudios internacionales demuestran que la mayoría de las empresas están tratando de modificar sus hábitos, con previsiones a reducir las cadenas de suministros y ventas internacionales, y a su vez, potencializando la importancia en el desarrollo de relaciones más colaborativas y resilientes con proveedores críticos.
Tomando lo anterior en consideración, el entorno actual hace necesario que las compañías analicen su exposición a la disrupción generada por factores externos y, de este modo, adopten medidas con el objetivo de disponer de una cadena de suministro resiliente ante posibles futuras amenazas e interrupciones. Genera esto que las compañías, principalmente aquellas cuyo mercado meta es el internacional, aunque aplica igualmente para todos los actores económicos, deban poder determinar posibles contingencias y sobrecostes, y desarrollar un plan de gestión de riesgos de la cadena de suministro, que cubra todos los posibles escenarios que plantea este desafío.
En la gestión de riesgos, de la cadena de suministro, las áreas regularmente afectadas son: la gestión y fidelización de la demanda (origen de la necesidad), la gestión de proveedores, el transporte y la logística, la gestión de contratos, la gestión de inventarios, la gestión de la facturación y los pagos, y el control presupuestario.
Por ello, conscientes de que pese a las circunstancias la globalización sigue viva, es fundamental iniciar por evaluar si las estructuras de gobierno corporativo son las adecuadas para tomar decisiones clave rápidamente, que permitan comunicaciones fluidas y transparentes con stakeholders, la continuidad de las relaciones comerciales con los principales clientes y la posibilidad desarrollar nuevas oportunidades de negocio, elementos todos que permitirán asegurar la existencia y continuidad de las empresas.
Para el caso concreto de Costa Rica, según la Promotora de Comercio Exterior, las principales regiones de exportación, de forma constante por los últimos cinco años, han sido América del Norte, América Central y la Unión Europea, constituyendo los sectores de preponderancia, y con marcada diferencia, el agrícola, alimentario y equipos de precisión y médicos.
Es así que, las empresas con proyección internacional deben tomar medidas inmediatas, tendientes a crear una cadena de suministro global ágil, implementando la automatización digital y de procesos, con replanteamiento de las estrategias de compra y venta -de forma que se conozca con claridad la viabilidad en la obtención de suministros locales para la manufactura de los bienes y/o prestación de los servicios-, así como la identificación de rutas alternas para el transporte -marítimo, aéreo y/o terrestre- y comunicación, todo ello tendiente a conocer el impacto en las fases de la cadena de valor internas según su sector, para el eventual replanteamiento de estrategias como consecuencia de la nueva coyuntura.
Ivannia Méndez
Gerente Legal
Grant Thornton Costa Rica