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Estrella Zeledón Lizano Primera Dama de la República 1978-1982

Vladimir de la Cruz vladimirdelacruz@hotmail.com | Miércoles 17 abril, 2019


Pizarrón


Cariñosamente se le conocía como Doña Estrella, aún siendo la esposa del Presidente Rodrigo Carazo Odio, 1978-1982, lo que la hizo la Primera Dama de la República durante ese período presidencial.

Si por su estirpe, su raíz o linaje familiar se le apreciara, en la concepción tradicional, fue bisnieta del Presidente de la República, Saturnino Lizano Gutiérrez, que ejerció la Presidencia por un breve período, del 6 de julio de 1882 al 10 de agosto de 1882, quien estuvo casado con la hija del Presidente Tomás Guardia Gutiérrez, por lo demás, como muchos líderes políticos de ese período fue iniciado en la Logia Masónica. Saturnino Lizano tuvo una intensa vida política nacional.

Saturnino Lizano, de su primer matrimonio con Procopia Casares y Moreno, tuvo tres hijos, uno de ellos, Nicolás Lizano Casares, del cual doña Estrella fue su nieta. A la vez fue nieta del luchador social, gran poeta, escritor y compositor de la Letra del Himno Nacional, José María Zeledón Brenes, Billo Zeledón como se le dice cariñosamente. Quizá a doña Estrella se le relaciona más públicamente con el compositor nacional que con su bisabuelo Presidente.

La conocí desde la década del 70 por Rodrigo Carazo que fue profesor mío y de mi esposa, en ese tiempo estudiante, de un curso en la Universidad de Costa Rica, luego fuimos colegas en la Cátedra de Historia de las Instituciones de Costa Rica.

La traté en muchas ocasiones, primero como la esposa del diputado Carazo, 1966-1970, cuando al final de su gestión legislativa, 1969-1970, Rodrigo Carazo formó parte del grupo de diputados que se opuso al Contrato Ley de la ALCOA, época en que yo formaba parte de la dirigencia estudiantil universitaria, y dirigíamos esa lucha, desde marzo de 1969, cuando habíamos iniciado la lucha contra la aprobación de ese Contrato. Al final de este año la lucha era in intensa y Carazo no s acompañaba, muchas veces, a los dirigentes estudiantiles para visitar colegios, y en otras éramos nosotros quienes le acompañábamos cuando a ello invitaba a un colegio y nos pedía que fuéramos con él.

Luego fueron los tiempos de la lucha contra el Distrito Financiero Internacional que se quiso montar en el gobierno de José Figueres, y la lucha contra la presencia de Robert Vesco en Costa Rica, traído en esta misma Administración en que compartimos trincheras. Pocos días antes de su entrada al Gobierno, en 1978, Robert Vesco abandonó el territorio nacional para irse a residir a Cuba.

En algunas otras luchas populares de esos años también, como la abolición del segundo párrafo del Artículo 98 de la Constitución Política, que se aplicaba para prohibir la legalidad y participación electoral del Partido Vanguardia Popular, partido Comunista costarricense.

Después fue la lucha de solidaridad con el movimiento insurgente, y el Frente Sandinista de Liberación Nacional, contra la dictadura de Somoza, donde Carazo, y particularmente su Gobierno jugó un papel muy importante y destacado, junto con sus ministros, y especialmente con su Ministro de Seguridad, Johnny Echeverría Brealey. El Gobierno revolucionario Sandinista luego hizo el homenaje que se merecía y se había ganado en esa lucha.

En su Gobierno, bastante difícil en muchos aspectos, hasta con la expulsión del país de los funcionarios internacionales del Fondo Monetario Internacional, que repercutieron fuertemente en el país, y de representantes de la Embajada Rusa, para equilibrar, con unas figuras en su Gabinete como la Ministra de Trabajo, Estela Quesada, muy objetada por el movimiento sindical del país y por los partidos de izquierda, Carazo terminó su gobierno, con altos y bajos en la opinión pública.

En todas estas luchas estaba su esposa, y la Primera Dama, acompañándolo solidariamente. Ahí, también la conocimos y la tratamos. En las luchas contra el Tratado de Libre Comercio también estuvo doña Estrella.

Como esposa del Presidente Carazo, y fuera de funciones oficiales, porque también fue abuela de nietos que practicaban el deporte de la natación, cuando mis hijos también lo hacían, de manera que, por medio de esta actividad, tuve una intensa relación con ella, con sus hijos y sus nietos, y con sus hijos Mario y Rodrigo Alberto, porque también fui contemporáneo de ellos en sus estudios en Derecho.

Siempre amable, servicial, atenta, diligente, de buen trato, mostrando una fina, delicada y esmerada educación. En su función pública, como se dice, de puertas abiertas, siempre dispuesta a servir a quien le solicitara su atención.

Como Primera Dama que fue perteneció al grupo de esposas de Presidentes que tuvieron ese reconocimiento de mejor forma, con más proyección y con responsabilidades a cargo, especialmente en la segunda mitad del siglo XX.

La inmensa mayoría de las esposas de Presidentes y Jefes de Estado, Primera Damas, tuvieron su lugar como esposas y poca presencia en los gobiernos, aparte de cumplir con tareas oficiales de acompañamiento de sus esposos. No importaba lo educadas o inteligentes que fueran. La época colocaba a las mujeres de forma marginal, si no podían ejercer el voto hasta 1949, estaban igualmente alejadas de los escenarios políticos destacados.

Pero, hubo esposas de estos Jefes de Estado y Presidentes, antes de 1949, que compartieron la vida de sus maridos de manera más intensa y con más protagonismo. Dichosamente en Costa Rica se conoce bastante la vida de las Primeras Damas, aún en y con las limitaciones de las épocas que les tocó vivir.

Especialmente, a mi modo de ver, desde el arribo de Julio Acosta a la Presidencia, en 1920, la presencia de las Primeras Damas fue cada vez más notoria, aunque el concepto de Primera Dama se empleó para la esposa del dictador Federico Tinoco Granados, 1917-1919.

En Costa Rica siguiendo la tradición internacional que estableció, el concepto de Primera Dama, por tradición estadounidense, desde la década de 1910, cuando se empezó a usar más en el siglo XX, en tanto se le refería a ella, de manera popular, en ocasiones, como “la Presidenta”, y por lo general se le llamaba por su nombre.

La condición de Primera Dama hasta hoy no le genera ningún ingreso económico de Estado, ni tiene una función constitucional reconocida. Pero, en la práctica, especialmente desde inicios del siglo XX, las Primeras Damas empezaron a hacerse sentir de manera sutil impulsando instituciones que atendían grupos sociales marginales, o “débiles” dentro del conjunto social, y dentro de la acción de gobierno, hacia la atención de niños, mujeres o ancianos.

En algunos casos se reconoce el papel, de algunas Primeras Damas, de sobresaliente al lado del Presidente que fue su esposo.

Las Primeras Damas no han tenido un camino de rosas, las antipatías por sus esposos los Presidentes, también las heredaban y les contagiaban.

Doña Estrella fue hija de Jorge Zeledón Venegas y de María Lizano Matamoros. Se casó con Rodrigo Carazo Odio a los 17 años, teniendo Rodrigo 20 años. Rodrigo Alberto, su primer hijo nació entre los primeros tiros de la Guerra Civil de 1948. Rodrigo Carazo ya despuntaba como dirigente estudiantil en esos años y luego se desarrolla como dirigente político. Doña Estrella con una educación pulida en el Colegio de Sión, durante algunos años se desempeñó como docente de esa institución.

Desde que Rodrigo Carazo se involucró en la política como dirigente estudiantil doña Estrella se convirtió en su sombra, acompañándolo por el resto de su vida y participando activamente de sus compromisos. Su participación era en la primera fila política, no tanto en las actividades sociales que se organizaban alrededor de su esposo.

En la década de 1970, cuando Rodrigo Carazo se separó del Partido Liberación Nacional, y fundó el Partido Renovación Democrática, que participó en las elecciones de 1974 eligiendo pocos diputados, doña Estrella ya ocupaba un lugar destacado en el sector femenino de ese Partido, así como había tenido un lugar destacado en la luchas que Rodrigo Carazo había participado.

Para la elección de 1978, cuando se constituyó la Coalición Unidad que agrupó a los partidos políticos Renovación Democrática, Unión Popular, Republicano Calderonista y Demócrata Cristiano, que llevó a Rodrigo Carazo a la Presidencia, doña Estrella ya resaltaba como figura pública, que atraía junto con Rodrigo, como personas y como pareja presidencial, grandes simpatías, y se ganaba el afecto y el cariño popular. En las campañas electorales de 1974 y 1978 doña Estrella fue oradora política, de tribuna, de calle, de manifestaciones, lo que no era muy usual entre las esposas de los candidatos de aquellas épocas, que todavía tenían un papel discreto.

Cuando llegó a la Casa Presidencial como Primera Dama, fue de puertas abiertas para quien le solicitara audiencia, sin que nunca se le hubiera subido el puesto a la cabeza, siempre sencilla. Le tocó ocupar una Oficina destinada a “Protocolo”, porque no había oficina para la Primera Dama, como hoy existe.

En su sencilla oficina fue de tiempo completo, con un apoyo logístico de personal que le era prestado de otros ministerios como sucedió con muchas Primeras Damas posteriores, además de voluntarios que se sumaban a su “Despacho”, junto a algunas esposas de Ministros, que le acompañaban en sus tareas.

Durante dos años Rodrigo Carazo y doña Estrella trabajaron en la vieja Casa Presidencial, ubicada donde hoy está el Tribunal Supremo de Elecciones. Sus últimos dos años ejercieron desde el edificio que tiene la Casa Presidencial en Zapote.

Bajo el impulso de doña Estrella se estableció el Sistema Nacional de Atención a la Familia, para atender niños y discapacitados, impulsó guarderías para niños por medio del Ministerio de Trabajo, de gran excelencia. Me consta una de ella, la de Zapote, donde el hijo mayor mío Lautaro, estuvo su tiempo y le “encantaba”, al punto que ni siquiera quería desayunar en la casa porque prefería hacerlo en la Guardería.

Fue preocupación de doña Estrella el desarrollar aulas diferenciadas en las escuelas primarias. Con ella el concepto de familia empezó a modernizarse en el campo de la acción pública y gubernativa. A ella se le debe el desarrollo de los llamados “Hogarcitos”, con el propósito de darle mejor cobijo, de entorno familiar, a los niños huérfanos, que bajo la tutela del Patronato Nacional de la Infancia, y mujeres a cargo de estos hogarcitos procuraba ayudar a desarrollarlos en entornos familiares.

Doña Estrella también promovió los espacios de esparcimiento y de recreación, preocupándose de los espacios infantiles y de aquellos espacios que popularmente pudieran disfrutar también las familias, como el llamado Parque del Este.

Bajo su impulso se fortalecieron las políticas ya desarrolladas de los dos gobiernos anteriores, de José Figueres Ferrer y Daniel Oduber Quirós, orientadas a los jóvenes en el campo cultural, musical y artístico.

En el campo de la atención a los adultos le puso énfasis, como tarea de su Despacho de Primera Dama, a aquellos que tenían problemas de alcoholismo.

En su gestión, y en los recursos se le asignaban, sabía disponer de ellos sin despilfarrar un céntimo.

En las labores oficiales que le correspondían y asumía al acompañar al Presidente Rodrigo Carazo, se distinguía especialmente.

En 1980 como Primera Dama, que era, fue distinguida al incorporársele en el Consejo Ejecutivo de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), puesto en el que se desempeñó hasta 1985, tres años después de haber dejado su condición de Primera Dama.

En 1983, ya terminado el Gobierno de Rodrigo Carazo, bajo el gobierno de Luis Alberto Monge, 1982-1986, los partidos políticos que habían constituido la Coalición Unidad se fusionaron originando el Partido Unidad Social Cristiana, del cual Rodrigo Carazo y Estrella Zeledón fueron pilares importantes en sus años de arranque.

Se le asocia a doña Estrella en el impulso para crear el Museo de los Niños, que se materializó en la Administración de Rafael Angel Calderón Fournier con su Primera Dama Gloria Bejarano, y con el Parque de Diversiones.

Doña Estrella será recordada siempre como una Gran Primera Dama de la República, como una gran costarricense.








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