Estudiar en la edad madura, el reto del profesional de hoy
Rodrigo Díaz | Lunes 24 octubre, 2016
Muchos profesionales aún ven con recelo regresar a la vida académica. Las horas de estudio y la exigencia que demanda un posgrado podrían atentar con el estilo de vida actual.
Si a esto se le suma que han pasado varios años desde la última vez que tomó un libro de texto y se preparó para un examen, que tiene un trabajo demandante y debe cumplir tareas en la vida hogareña, resulta más complicado el entorno.
Sin embargo, el mercado laboral demanda profesionales más capacitados y actualizados por lo que no es posible quedarse atrás. Una maestría puede significar un ascenso laboral, o bien, la tabla de salvación para mantener su trabajo, e incluso, ser una herramienta eficaz en caso de que deba emprender su propio negocio.
Y para lograr esto, no existe edad. Se puede retomar la universidad después de los 30 años, los 40 e incluso 50.
“El promedio de vida de una persona con salud se ha elevado tanto, que puede tener una gran lucidez hasta después de los 60 años”, afirmó Guillermo Malavassi, rector de la UACA, quien reparó en el ejemplo de varios estudiantes de esa universidad que hicieron su posgrado a una edad avanzada.
Si bien puede presentarse la situación de personas con deseos de superación personal, la mayoría de las veces es una necesidad.
Aunque mucho del conocimiento se adquiere en el campo laboral, pasar muchos años sin recibir capacitaciones o actualizaciones, condena a ese profesional a quedarse atrás.
Así, puede ser fácilmente superado por profesionales mucho más jóvenes, pero que tienen mayores grados académicos, lo que les permite adaptarse mejor que él a las necesidades de las empresas.
Un temor de los profesionales de mayor edad es encontrar dificultades para cumplir con la exigencia de una maestría sin descuidar el trabajo o el hogar.
“Hay muchas facilidades actualmente. Tenemos el correo electrónico y las videoconferencias, por ejemplo. Es muy fácil comunicarse actualmente y tener acceso a la información”, expuso Malavassi.
En efecto, un estudiante de hoy puede completar su formación sin necesidad de visitar una biblioteca, o incluso sin asistir a clases.
En cambio, los estudiantes maduros tienen la ventaja de la experiencia, que podría ayudarles, sobre otros más jóvenes, a ser escogidos en caso de tener los mismos títulos académicos.
Ventajas
- Mayor madurez y confianza en sus propias capacidades para enfrentar el reto de la educación.
- Se está más consciente de las fortalezas y debilidades, las cuales se buscarán reforzar académicamente.
- Se toman los cursos con mayor seriedad pues por lo general los costos salen del propio bolsillo del estudiante.
- Mayores facilidades académicas como libros en línea y cursos virtuales que facilitan que el estudiante no siempre tenga que asistir a clases.
- Experiencia le permite comprender mejor la materia y aplicarla a su realidad en el trabajo o los negocios.
- Conocimientos adquiridos en sus años laborales pueden ser fuente para el desarrollo de los trabajos académicos.
- Contribuye a su realización personal y profesional.
- Se maneja una mayor tolerancia a la frustración.
Desafíos
- Necesidad de obtener un posgrado para mantenerse competitivo en el mercado laboral.
- Se debe hacer un cambio total de rutina de vida y saber combinar la carga académica con el trabajo y la familia.
- Mejor aprovechamiento del tiempo y de los espacios libres (hora de almuerzo, fines de semana) para cumplir con las obligaciones académicas.
- Necesidad de adaptarse a nuevas herramientas tecnológicas de aprendizaje y a hábitos de estudio diferente de generaciones más jóvenes.