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COLUMNISTAS


Excusas y pretextos

Emilio Bruce ebjreproduccion@gmail.com | Viernes 18 noviembre, 2022


Sinceramente

Es muy frecuente escuchar a las personas contestar preguntas e interpelaciones no con respuestas claras y directas sino con otras preguntas. Muy claro está que algunos, quienes tienen la función de administrar políticamente el país, nunca, nunca son responsables de nada. La responsabilidad para ellos siempre recae en otros.

La idiosincrasia política de nuestros días es la de la “verónica” o el “trincherazo” para capear al toro embravecido y a los problemas serios o difíciles de solucionar. Todos tienen la responsabilidad excepto el que la ostenta. Todos son culpables salvo el responsable de cumplir. Los señalados responsables son la prensa, los partidos adversarios, los líderes de opinión pública, todos los que ejerciendo su libertad de expresión y pensamiento piensan y transmiten los desacuerdos. Son ellos, son los “corruptos”, son los “bocones”, son los intereses creados, son los que constituyen otras minorías en el país, los que cargan con las responsabilidades incumplidas de quienes fueron electos y son los titulares de dicha responsabilidad. Olvidan que el Presidente de la República es el Jefe de Estado, es el de todos los costarricenses, no solo de sus electores o partidarios, el constructor de lazos, el diseñador de diálogos, el constructor de puentes, el que une, el que junta líderes políticos, sintetiza opiniones y suaviza las esquinas incómodas y ásperas.

¿Cuál fue el último gobierno que ostentó mayoría parlamentaria simple eligiendo 29 diputados? ¿Cuál fue el último gobierno que ostentó mayoría calificada eligiendo 38 legisladores? Las fracciones de 29 o 38 diputados han sido la excepción y nunca la regla. Las mayorías se construyen negociando y persuadiendo, nunca peleando.

Algunos señalan en ciertas esferas que la culpa es del sistema presidencialista. Que con un sistema parlamentario las cosas marcharían diferente, claro está que marcharían diferente ya que no hay más que minorías parlamentarias en la actualidad y para nombrar gobierno se requeriría mayoría en la Asamblea Legislativa, en consecuencia, sería un gobierno de coalición. El formar una coalición para aprobar los proyectos de interés guarda una similitud pasmosa con la coalición para formar gobierno parlamentario. Lo cierto es que los problemas se enfrentan y se resuelven en el momento en que se gobierna, en la coyuntura que se enfrenta, con las fuerzas y los talentos comprometidos y disponibles.

¿Cómo llegaron a aprobarse las leyes fiscales y la regla fiscal que tantos y tan buenos resultados está generando en el combate del déficit fiscal si el gobierno del PAC del momento carecía de mayoría parlamentaria? Algo está faltando en estos momentos, o está sobrando. No se agrede ni se insulta a quienes se van a necesitar en el curso de la administración. Se construyen buenas voluntades, nunca se profundizan enemistades y rencores. Si los tres poderes del estado son complementarios y deberían ser un equipo, no se trata de imponer y aplastar a dos de tres sin sufrir desastrosas consecuencias. La formación de equipo, la integración de todos en propósitos y en esfuerzos resulta trascendental. La construcción continua de lazos de amistad, de valores patrióticos, de canales de comunicación y de compartir responsabilidades, logros y sentido de pertenencia en el esfuerzo nacional es por tanto vital.

Es indispensable la construcción de una estrategia y de un plan congruente y sistemático dónde se enfrenten los problemas más serios y se elaboren las soluciones, involucrando en todo ello y en su eventual aprobación a los tres poderes de la república y a las minorías que parlamentariamente habrán de aprobarlo. Es indispensable para todo gobierno tener un operador político, un administrador de las soluciones y un jefe de estado que represente a todos los costarricenses.

Escuchar y comprender las soluciones de terceros, incorporar aspectos de ellas en las soluciones propuestas, ofrecer un trato respetuoso y cabal a las fuerzas que en el país existen y operan para lograr los objetivos finales ha sido la receta centenaria que ha permitido lograr lo que tenemos. La responsabilidad de la marcha del país descansa en todos los actores políticos en los tres poderes del estado.

El país requiere menos pugilato, menos pleitos, menos discusiones y más acuerdos, más formación de equipo con todos los poderes y más entendimiento con todos los actores políticos. Siempre hay que sembrar buena voluntad entre los protagonistas para cosecharla también de ellos.

La institucionalidad debe de fortalecerse. La democracia debe de recrearse y profundizarse todos los días. La confianza en la Constitución Política, las leyes, la división de poderes y la buena integración de las minorías políticas en un acuerdo nacional debería ser un objetivo prioritario de estado.

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