Existen relaciones amistosas que no son convenientes

Era insoportable: se metía en la cocina, en la lavandería, en las habitaciones, miraba encima de las cobijas, observaba debajo de las camas, olía los alimentos, revisaba los frenos del bus, no dormía hasta que se apagara la última luz de las habitaciones de los jugadores.

Nunca, nunca, negoció la indisciplina y en los entrenamientos sacó a sus discípulos hasta la última gota de sudor y sangre.

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Protegió a sus jugadores, les sacó el jugo y los inmortalizó en un Mundial histórico.

Los líderes del equipo se opusieron a su comportamiento, se sintieron ofendidos e irrespetados y terminaron como perros y gatos en los tribunales de justicia.

Con Jorge Luis Pinto, jamás hubiese sucedido el lamentable evento acontecido en la frontera con Irak, repleto de interrogantes y de nebulosas, más allá de que la delegación costarricense, según la versión oficial, no quiso entrar al país obligada a que se sellaran los pasaportes de la comitiva.

Pinto, nunca hubiera aceptado ese fogueo en uno de los países más peligrosos e inseguros del mundo. Lo curioso es que, tampoco a Luis Fernando Suárez le hacía mucha gracia jugar ahí.

Todo apunta a que los $500.000 que ofreció la federación de Irak a su homóloga de Costa Rica por el partido, fue un gancho muy fuerte, imposible de rechazar en esta disciplina del fútbol, convertida hoy en mero negocio.

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Al rato nos informan que Rodolfo Villalobos formalizó el contrato para jugar en Irak, con una empresa intermediaria dirigida por Jairo Pachón, hermano de Ricardo, representante de Luis Fernando Suárez, oficina que también firmó el juego con Nigeria.

Pareciera entonces que los juegos amistosos de fogueo son un martirio para el técnico Suárez, pero sacrifica su dolor físico, para colaborar económicamente con el hermano de su representante.

Puede que en los cuatro años que Suárez estará al frente del seleccionado, la mayoría de juegos de fogueo de la “Sele” los contrate la empresa de los hermanos Pachón, monumental negocio sin duda, con el beneplácito de Rodolfo Villalobos, quien más que jefe del técnico de la Selección, se ha convertido en su mejor amigo, relación nada conveniente cuando caen en la mesa negocios tan tentadores como el que condujo al cancelado juego en Irak.

Recordemos que don Rodolfo, en ocasiones no observa, oye, ni se entera de situaciones graves que se dan en su mesa de trabajo, sino que lo diga don Eduardo Li.

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