Francia y Europa juegan últimas fichas tras triunfo de Macron

La elección de Emmanuel Macron como presidente de Francia les ha otorgado a su país y a la Unión Europea la oportunidad de revertir la marea populista que arrecia en Occidente. También puede ser su última oportunidad.

El exbanquero de inversión y ministro de Economía reformuló exitosamente su imagen como un independiente que prometía "un nuevo tipo de política", y su victoria sobre Marine Le Pen por el 65% frente al 35%, según proyecciones, fue más decisiva de lo que habían predicho algunas encuestadoras.

Sin embargo, ese margen fue significativamente más estrecho que la última vez que un candidato del Frente Nacional llegó a la segunda vuelta para presidente, destacando la magnitud de la tarea que ahora enfrenta Macron.

En tanto los Gobiernos europeos en Alemania y en otros lugares se apresuraron a dar la bienvenida a uno de los suyos que se hace cargo de la segunda economía más grande de la eurozona, Le Pen se atribuyó un nuevo papel para su partido como principal oposición del país.

Las elecciones de dos rondas también mostraron la creciente fragilidad del centro político francés, según los votantes huyeron de los partidos tradicionales de izquierda y derecha para volcarse a ambos extremos. El candidato euroescéptico de la izquierda radical, Jean-Luc Mélenchon, ganó casi tantos votos como Le Pen en la primera ronda.

Los futuros candidatos radicales tienen una base sólida sobre la cual expandirse, si Macron no cumple con el tipo de cambio necesario para abordar las preocupaciones de una nación cada vez más polarizada e insatisfecha.

Eso significa disminuir la tasa de desempleo tenazmente alta del 10% de Francia —que asciende al 24% entre los menores de 25 años— y al menos mostrar el progreso hacia la creación de un nuevo modelo de negocio más competitivo a nivel mundial de Francia para el momento en que encare la reelección en 2022.