Gabinete y diputados: piedras en los tacones presidenciales
Natasha Cambronero redaccion@larepublica.net | Miércoles 19 enero, 2011
La fracción liberacionista y sus propios ministros complican arranque de 2011 para Laura Chinchilla
Gabinete y diputados: piedras en los tacones presidenciales
Falta de comunicación se atribuye como principal causa de rupturas
La presidenta Laura Chinchilla se encuentra ante una encrucijada al arrancar 2011. Continuar con el mismo equipo o cambiar algunas fichas, pues entre sus colaboradores más cercanos se comienzan a evidenciar fricciones.
Sus bases en el Poder Legislativo muestran signos de no resistir la carga que se les encomendó al inicio de la gestión. La falta de comunicación sería la causante de la ruptura.
Por un lado, Chinchilla en reiteradas ocasiones ha negado cualquier roce con su fracción en el plenario y mantiene silencio ante la posible injerencia de otras fuerzas de su Partido Liberación Nacional (PLN) en su gabinete.
Sin embargo, los hechos poco a poco refutan sus palabras y demuestran la existencia de un fraccionamiento.
El hecho más reciente fue el desplante de Guillermo Zúñiga, diputado verdiblanco, al señalar que dejaría su curul luego del 1° de mayo, aduciendo que la mandataria no lo tomó en cuenta para la nueva reforma fiscal.
Independientemente de que Zúñiga se vaya o no, claramente deja al descubierto que no existe buena comunicación.
El anuncio de la partida del ex ministro de Hacienda no fue sorpresiva del todo, pues desde hace meses el rumor de su dimisión corría por los pasillos de Cuesta de Moras y Zapote; al igual que aún circula el disgusto de otros de sus compañeros de bancada.
Los legisladores Víctor Hugo Víquez y Fabio Molina también mostraron su disconformidad con el plan político de Chinchilla.
El primero se declaró seguidor del ex presidente Oscar Arias y su hermano Rodrigo, lo cual en reiteradas ocasiones no fue del agrado de la mandataria, quien al llegar a la Primera Magistratura se desligó de su antecesor. La tensión llegó a tal punto, que Víquez aseguró que Chinchilla le había pedido su renuncia.
Molina, por su parte, mostró su descontento luego de que la Presidencia diera marcha atrás al aumento salarial de más de un 70% que se estaba tramitando a principios de la gestión.
La fricción existente no se limita a su bancada. También incluye a su gabinete. El desempeño de varios de sus ministros fue puesto en discusión; por ello Chinchilla anunció que está analizando la labor de cada uno de ellos y no descarta prescindir de los servicios de algunos.
Entre quienes reciben mayor presión mediatizada está Marco Vargas, ministro de la Presidencia, pues cada vez es más fuerte el rumor de que dejará el cargo debido a las críticas por su estilo de comunicación y liderazgo, en su función de enlace entre los poderes Legislativa y Ejecutivo.
Para este cargo se escuchan varios nombres, Carlos Ricardo Benavides, ministro de Turismo –amigo cercano de Chinchilla—, o bien, Mayi Antillón, jerarca de Economía.
Otros ministros que también serían reemplazados, son Gloria Abraham, jerarca de Agricultura y Ganadería, y Giselle Goyenaga, ministra de Deportes, ambas por críticas a su labor.
Los líos a lo interno de su gabinete y fracción, abonados a otros incendios que ha tenido que apagar, como las deficiencias en la carretera a Caldera, la invasión militar de Nicaragua, el aumento salarial de los diputados y la emergencia por las lluvias, le han robado tiempo a Chinchilla durante su gestión.
“El fraccionamiento a corto plazo no es conveniente para el gobierno ni para el partido que está en el poder, pues la impresión que da es que hubiera dos cabezas y que no hay coherencia alrededor de los puntos transcendentales para el país. Ello le resta credibilidad a la gestión de la Presidenta”, explicó Carlos Carranza, politólogo de la Universidad Nacional.
Ante esta disyuntiva, Chinchilla tendría tres opciones. Continuar gobernando con su partido y las bases de Liberación; aliarse con la oposición y sus partidarios o bien desligarse y emprender la faena sola.
“En cualquier gobierno es normal el conflicto, la tensión, las rupturas y las nuevas alianzas, un buen gobernante se distingue por saber gobernar con ello. Que doña Laura sea buena gobernante todavía está por verse. Ella todavía no ha definido sí continúa gobernando con los Arias o pone su propio sello”, aseveró Francisco Barahona, analista y ex rector de la Universidad para la Paz.
Natasha Cambronero
ncambronero@larepublica.net
Gabinete y diputados: piedras en los tacones presidenciales
Falta de comunicación se atribuye como principal causa de rupturas
La presidenta Laura Chinchilla se encuentra ante una encrucijada al arrancar 2011. Continuar con el mismo equipo o cambiar algunas fichas, pues entre sus colaboradores más cercanos se comienzan a evidenciar fricciones.
Sus bases en el Poder Legislativo muestran signos de no resistir la carga que se les encomendó al inicio de la gestión. La falta de comunicación sería la causante de la ruptura.
Por un lado, Chinchilla en reiteradas ocasiones ha negado cualquier roce con su fracción en el plenario y mantiene silencio ante la posible injerencia de otras fuerzas de su Partido Liberación Nacional (PLN) en su gabinete.
Sin embargo, los hechos poco a poco refutan sus palabras y demuestran la existencia de un fraccionamiento.
El hecho más reciente fue el desplante de Guillermo Zúñiga, diputado verdiblanco, al señalar que dejaría su curul luego del 1° de mayo, aduciendo que la mandataria no lo tomó en cuenta para la nueva reforma fiscal.
Independientemente de que Zúñiga se vaya o no, claramente deja al descubierto que no existe buena comunicación.
El anuncio de la partida del ex ministro de Hacienda no fue sorpresiva del todo, pues desde hace meses el rumor de su dimisión corría por los pasillos de Cuesta de Moras y Zapote; al igual que aún circula el disgusto de otros de sus compañeros de bancada.
Los legisladores Víctor Hugo Víquez y Fabio Molina también mostraron su disconformidad con el plan político de Chinchilla.
El primero se declaró seguidor del ex presidente Oscar Arias y su hermano Rodrigo, lo cual en reiteradas ocasiones no fue del agrado de la mandataria, quien al llegar a la Primera Magistratura se desligó de su antecesor. La tensión llegó a tal punto, que Víquez aseguró que Chinchilla le había pedido su renuncia.
Molina, por su parte, mostró su descontento luego de que la Presidencia diera marcha atrás al aumento salarial de más de un 70% que se estaba tramitando a principios de la gestión.
La fricción existente no se limita a su bancada. También incluye a su gabinete. El desempeño de varios de sus ministros fue puesto en discusión; por ello Chinchilla anunció que está analizando la labor de cada uno de ellos y no descarta prescindir de los servicios de algunos.
Entre quienes reciben mayor presión mediatizada está Marco Vargas, ministro de la Presidencia, pues cada vez es más fuerte el rumor de que dejará el cargo debido a las críticas por su estilo de comunicación y liderazgo, en su función de enlace entre los poderes Legislativa y Ejecutivo.
Para este cargo se escuchan varios nombres, Carlos Ricardo Benavides, ministro de Turismo –amigo cercano de Chinchilla—, o bien, Mayi Antillón, jerarca de Economía.
Otros ministros que también serían reemplazados, son Gloria Abraham, jerarca de Agricultura y Ganadería, y Giselle Goyenaga, ministra de Deportes, ambas por críticas a su labor.
Los líos a lo interno de su gabinete y fracción, abonados a otros incendios que ha tenido que apagar, como las deficiencias en la carretera a Caldera, la invasión militar de Nicaragua, el aumento salarial de los diputados y la emergencia por las lluvias, le han robado tiempo a Chinchilla durante su gestión.
“El fraccionamiento a corto plazo no es conveniente para el gobierno ni para el partido que está en el poder, pues la impresión que da es que hubiera dos cabezas y que no hay coherencia alrededor de los puntos transcendentales para el país. Ello le resta credibilidad a la gestión de la Presidenta”, explicó Carlos Carranza, politólogo de la Universidad Nacional.
Ante esta disyuntiva, Chinchilla tendría tres opciones. Continuar gobernando con su partido y las bases de Liberación; aliarse con la oposición y sus partidarios o bien desligarse y emprender la faena sola.
“En cualquier gobierno es normal el conflicto, la tensión, las rupturas y las nuevas alianzas, un buen gobernante se distingue por saber gobernar con ello. Que doña Laura sea buena gobernante todavía está por verse. Ella todavía no ha definido sí continúa gobernando con los Arias o pone su propio sello”, aseveró Francisco Barahona, analista y ex rector de la Universidad para la Paz.
Natasha Cambronero
ncambronero@larepublica.net