Gastar 50% en Delivery refleja Pésima Educación Financiera
Daniel Suchar Zomer daniel.suchar@hotmail.com | Martes 23 julio, 2024
Daniel Suchar Zomer, PhD
Analista Financiero. Profesor Universitario.
Email: daniel.suchar@hotmail.com
En la era digital, la comodidad ha alcanzado niveles sin precedentes. Sin embargo, esta facilidad tiene un costo significativo, especialmente para los jóvenes. Recientemente, un fenómeno preocupante ha surgido: Algunos de los jóvenes que están en edad de trabajar, están gastando más de la mitad de su sueldo en servicios de Delivery como Uber Eats, Rappi y Pedidos Ya, muy conocidos a nivel latinoamericano.
Este comportamiento no solo refleja una pésima educación financiera, sino también una serie de problemas asociados con el sedentarismo y la dependencia tecnológica.
Un Gasto Desmesurado
La facilidad de acceso a estas plataformas ha llevado a muchos jóvenes a gastar una parte significativa de sus ingresos en pedidos de comida. La inmediatez y conveniencia de recibir comida en casa o en sus lugares de trabajo, han eclipsado la importancia de administrar adecuadamente el dinero. Muchos no consideran el impacto acumulativo de estos pequeños gastos, que a fin de mes representan una cantidad sustancial de su sueldo.
Las plataformas de Delivery han sabido aprovechar la herramienta de la tarjeta de crédito como ancla para facilitar las transacciones. Esto ha llevado a muchos jóvenes a utilizar sus tarjetas de manera imprudente, acumulando deudas que, en muchos casos, se vuelven inmanejables. Este comportamiento puede desencadenar una espiral de sobreendeudamiento, con consecuencias graves para la salud financiera a largo plazo.
El Sedentarismo y la Dependencia Tecnológica
Además del impacto financiero, este hábito refleja un estilo de vida cada vez más sedentario. Los jóvenes prefieren quedarse en casa, evitando las actividades físicas y la interacción social que vienen con salir a comprar alimentos o cocinar.
La dependencia de la tecnología para satisfacer necesidades básicas como la alimentación es un indicio preocupante de una sociedad que valora la inmediatez sobre la autosuficiencia.
La falta de habilidades culinarias es otro aspecto preocupante. Cocinar no solo es una habilidad básica esencial, sino que también promueve una alimentación más saludable y económica. Sin embargo, muchos jóvenes no tienen interés en aprender a cocinar, prefiriendo la conveniencia de los servicios de Delivery. Esta tendencia no solo afecta la salud financiera, sino también la salud física, ya que el menú de comidas preparadas suele ser menos saludables que las hechas en casa, en una mayoría de las ocasiones.
La Educación Financiera: Una Necesidad Urgente
La raíz de este problema radica en una educación financiera deficiente. Muchos jóvenes no han recibido la formación necesaria para administrar su dinero de manera efectiva. No se les ha enseñado a presupuestar, ahorrar o invertir, habilidades cruciales para una vida financiera saludable.
En la teoría básica de las Finanzas Personales, el ahorro debe estar alrededor de un 10% del ingreso mensual. Lo sigue un 30% como máximo en las cuotas de deudas a la Largo Plazo como automóviles o la renta de una solución habitacional. Y para el caso de la alimentación, no debería exceder del 20% de ese ingreso mensual, contando que otros servicios básicos estarían comprometidos para el diario vivir.
Por otro lado, es imperativo que la educación financiera se integre en todos los niveles académicos, desde la infancia hasta la adultez. La educación financiera temprana puede ayudar a los niños a comprender el valor del dinero y la importancia del ahorro.
Para los adolescentes y jóvenes adultos, esta educación puede proporcionar las herramientas necesarias para tomar decisiones financieras informadas y responsables. Incluso, en adultos que no recibieron esta educación en su juventud también tengan acceso a recursos y formación financiera. Nunca es tarde para aprender a gestionar las finanzas personales. Programas de educación financiera para adultos pueden ayudar a corregir hábitos perjudiciales y a establecer una base sólida para un futuro financiero más seguro.
Es por eso que se hace vital que se aborde este problema de raíz, integrando la educación financiera en todos los niveles académicos y ofreciendo recursos continuos para todas las edades. Solo a través de una academia robusta y accesible se puede aspirar a una sociedad donde las personas estén equipadas para tomar decisiones financieras responsables y sostenibles, promoviendo así una economía más saludable y resiliente.
La educación financiera no es un lujo, sino una necesidad fundamental. Invertir en ella es invertir en el futuro de toda la sociedad. Es hora de tomar medidas para asegurar que cada individuo, independientemente de su edad, tenga las herramientas y el conocimiento necesario para gestionar su dinero de manera efectiva y responsable y poder transmitirlo de generación en generación por un mejor país.