Gobernanza en organizaciones sin fines de lucro
Erick Brenes erikjapon@hotmail.com | Jueves 13 diciembre, 2018
Tanto el proceso de ingreso de Costa Rica a la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OECD por su siglas en inglés) como algunos escándalos dentro de la administración pública y privada han generado un particular interés en la calidad de la gestión de la gobernanza a todo nivel, particularmente en la gobernanza de las empresas estatales y de las sociedades anónimas a través de las cuales se gestionan la mayoría de las empresas de nuestro país. La Bolsa Nacional de Valores (BNV) por ejemplo, intenta asegurar la calidad en la gestión de la gobernanza de las empresas que ingresan al mercado bursátil al exigir el cumplimiento de su reglamento de gobierno corporativo como parte de los estatutos de las sociedades anónimas que desean ingresar a la Bolsa[1].
Si bien es cierto, existen un gran cantidad de instrumentos que ayudan a medir el desempeño, responsabilidad y transparencia en la gestión de la gobernanza de una organización[2], es la ISO 26000 la que aborda el tema de forma más comprensiva y dirigida a todo tipo de organización, no solamente las sociedades anónimas. Ciertamente la ISO 26000 fue segmentada en siete capítulos o materias fundamentales donde la gobernanza es solamente uno de ellos, sin embargo esta ha sido tratada y expuesta con un carácter distintivo respecto a las otras seis pues se menciona que: “aunque todos los capítulos fundamentales están interrelacionados y son complementarios, la naturaleza de la gobernanza de la organización permite tomar acciones en el resto de las capítulos fundamentales dado que una gobernanza eficaz de la organización permite tomar acciones en el resto de los capítulos”.
La junta directiva de una sociedad anónima que, por ejemplo, desea formar parte de una sociedad más sostenible e igualitaria puede participar a sus trabajadores en la gobernanza de la empresa a través de la cogestión, tomando como referencia por ejemplo el modelo alemán “mitbestimmung[3]” demostrando, más allá de una política y/o estrategia de responsabilidad social, una cultura organizacional orientada hacia la sostenibilidad.
Es decir que si entendemos la gobernanza como el proceso de proveer liderazgo o dirección estratégica a una organización, debemos considerar todos aquellos procesos sean estos formales como la estructura, leyes y/o regulaciones, como aquellos informales como valores, cultura e influencia de los líderes dentro de la organización.
En este sentido, en nuestro país las buenas prácticas de gobernanza deberían ir más allá de las sociedades anónimas y permearse a todo tipo de organización que genere un valor a nuestra sociedad que al menos en nuestro país incluye fundaciones, sociedades cooperativas, asociaciones creadas tanto bajo la ley 218 como la ley 3859, siendo incluso estas últimas declaradas de oficio como de interés nacional y a las cuales se les otorgan fondos públicos. Esto haría que “las reglas del juego” estén más allá del ámbito corporativo, para ampliarlo a uno más genérico y de utilidad casi que para todos los procesos estratégicos de toma de decisión, por ejemplo cómo medir la eficacia y eficiencia de una junta directiva y/o consejo de administración.
A este punto, podríamos mencionar que de forma genérica los sistemas y procesos de gobernanza, tanto formales como informales, deberían antes que nada ocuparse de la dirección general, eficacia, supervisión y rendición de cuentas de la organización y de forma específica asegurar al menos: el cumplimiento con las leyes y regulaciones del país, que la organización es gestionada de forma eficiente, que los posibles problemas y contratiempos son identificados de forma temprana y se gestionan adecuadamente, así como de la preservación de la reputación e integridad del sector privado, estatal y sin fines de lucro.
Respecto a las organizaciones sin fines de lucro, cabe destacar que, mientras en otras latitudes el tema de la gobernanza ha sido ampliamente investigado, desarrollado e incluso regulado[4] en nuestro país o región, poco o nada se ha hecho al respecto lo que puede presentar un reto importante tanto a nivel general, por ejemplo: como requisito de entrada del país a la OECD, como de forma específica, por ejemplo: para asegurar la gestión responsable y transparente de recursos públicos como es el caso de las Asociaciones de Desarrollo supervisadas por Dinadeco o algunas fundaciones que reciben fondos de la Junta de Protección Social, Instituto Mixto de Ayuda Social, etc.
Recientemente, al autor lideró una investigación financiada por la Fundación Strachan de Costa Rica donde se evaluaron más de 30 diferentes variables de gobernanza y estrategia en referencia a buenas prácticas del sector sin fines de lucro en poco más de 40 organizaciones sin fines de lucro en toda Centroamérica que permitió llegar a una serie de conclusiones generales muy relevantes respecto tanto a la madurez como a los retos en la gestión de la gobernanza para estas organizaciones y que describiremos en el siguiente artículo.
[1] Para más información dirigirse a: http://www.bolsacr.com/bolsa-valores-cr/reglas-y-normativa
[2] El autor ha documentado cerca de 25 normas y estándares asociados con el desempeño de la gobernanza en organizaciones de diversa naturaleza.
[3] Traducido literalmente del alemán como participación/cogestión.
[4]Por ejemplo; el siguiente Código de Gobernanza para voluntariados y el sector comunitario en Inglaterra: http://www.governancecode.org