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COLUMNISTAS


Grecia, Costa Rica y nosotros

Emilio Bruce ebjreproduccion@gmail.com | Viernes 10 julio, 2015


El manejo de la hacienda pública es un asunto de consecuencias gravísimas

Sinceramente
Grecia, Costa Rica y nosotros

(Parte 1)

Todos debemos conocer los límites de lo que podemos consumir, de lo que podemos comprar e invertir. Estos están determinados por nuestro ingreso, por nuestra riqueza acumulada y nuestra capacidad de endeudamiento.
Consumir en el presente y pagar en el futuro ha sido crecientemente una práctica que se ha tornado en cultura dominante de nuestros días. Todos usamos el crédito, pero cuando nos sobreendeudamos viene la crisis de pagos y de consumo y nos vemos muchas veces en situaciones apremiantes. No hay que morder nunca lo que no podemos tragar.
Cuando se construyen proyectos que producirán ingresos para pagarse, el endeudarse es muy conveniente. Esta deuda para construir proyectos productivos es tan conveniente que si el país encadena proyectos y a manera de escalera apoya un éxito en otro pronto verá multiplicarse sus oportunidades. Todo tiene un límite: el riesgo de no poder pagar. Allí es donde las instituciones y los países exigen condiciones para otorgar más créditos o para renovar los ya recibidos. Ningún país debe ser expuesto a esos rigores por irresponsabilidad política.
¿Qué tal si consumimos en ropa, alquileres, viajes, comida, licores, electrodomésticos que nos traen mejor calidad de vida pero que no son necesariamente proyectos productivos? ¿Qué tal si tenemos ya tres tarjetas de crédito al límite? ¿Qué tal si refinanciamos esas tarjetas de crédito con préstamos bancarios, pero seguimos gastando hasta topar las tarjetas de nuevo? ¿Y pedimos otra readecuación y mentimos sobre nuestros ingresos y nos la dan y seguimos viviendo una vida ficticia? ¿Y si pedimos otra readecuación, una tercera y descubren que no hemos parado la fiesta, que mentimos sobre nuestros gastos y sobre nuestros ingresos? Ya no nos la darán claro está. Pues entonces —algunos han dicho— los banqueros son los malos y los responsables porque nos prestaron. ¿Será posible que así se conduzca una clase política?
No se gasta lo que no se puede pagar. No se miente. No se comprometen ingresos futuros que no aparecerán. No se pone de rodillas a todo un pueblo.
¡Grecia es un ejemplo de cómo el populismo —de derecha e izquierda— endeudó al país antes que reducir el gasto! ¡Grecia es el ejemplo de cómo se endeudó al país hasta su incapacidad de pagar para no aprobar impuestos que habrían causado molestia y rechazo de sus electores y ciudadanos! No hay sustituto a la seriedad y a la prudencia.
La alegre ruta de gastar y gastar y tener todo lo bello y todo lo conveniente es maravillosa. Sobre todo cuando nadie pagaba por su costo. Gastar y gastar para no pagar y no enfrentar las consecuencias de sus decisiones económicas es irresponsable. La vida es un equilibrio.
Espero que nunca Costa Rica desarrolle esta cultura de irresponsabilidad. Espero que los costarricenses aprendan todos para su vida personal y para la de su país que no es cuestión de que compraron lo bello y deseable… es que además debe ser susceptible de pagarse. El manejo de la hacienda pública es un asunto de consecuencias gravísimas.

Emilio R. Bruce
Profesor
ebruce@larepublica.net

 

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