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Jueves, 21 de noviembre de 2024



COLUMNISTAS


Gritos, agresión e intimidación

Emilio Bruce ebjreproduccion@gmail.com | Viernes 26 abril, 2024


El país ha ido escorando más y más hacia la convivencia en violencia, roces personales y ausencia de amabilidad en el trato de las personas. La conducción vehicular es un fenómeno social tremendo de agresividad. Pareciera que los motociclistas están en permanente irrespeto de las leyes de tránsito, y en competencia de velocidad con otros y con los automotores. Los conductores de vehículos ligeros tienden a faltar el respeto a las gentes, difícilmente las personas sienten seguridad al atravesar las calles usando los pasos peatonales. Gritos, gestos, expresiones pasadas de tono son usados un día sí y otro también por unos contra otros de manera desagradable.

Las personas ya no discuten civilizadamente, sino que se gritan a voz en cuello como si levantar la voz les garantizara ganar. Los argumentos faltan en esos intercambios, pero sobran las actitudes agresivas e intimidatorias.

En las escuelas siempre hubo matonismo de algunos hacia otros, pero el “bullying” como se le reconoce en nuestros días al matonear es mucho más abundante, generalizado y conducente a peleas y a agresiones frecuentes. El “bullying” busca no solo intimidar sino manipular conductas, aislar y causar sufrimiento intenso a los más débiles.

Reflejo de esas tendencias de expresión social de violencia, agresión e intimidación muchas personas estudiadas y con posiciones relevantes y criterio se hacen eco y reflejan esas tendencias antes dichas persiguiendo, amedrentando e intimidando a otros. Este fenómeno de violencia no es solamente de ámbito escolar sino de coyuntura social más amplia.

¿Cuál es el origen de los gritos en las discusiones? ¿Dónde nace la tendencia presente a agredir e intimidar a quienes sostienen opiniones diferentes a la nuestra? ¿Porqué la razón y el buen sentido están siendo sustituidos por el matonismo? ¿Porqué a una razón no se oponen argumentos sino sentimientos que desembocan en pleito abierto? ¿Habrá en estas actitudes un deseo no explícito por destruir, deshacer, acabar con la situación presente? Pareciera que grandes sectores costarricenses viven en ira, en disgusto, en molestia que muestran en su conducta agresiva.

Ganar a toda costa a punta de gritos y matonismo no conduce los asuntos privados y menos los públicos al destino correcto. Intimidar a quien en el trabajo o en la escuela sostiene puntos de vista diferentes es tremendamente destructivo ya que borra la riqueza de la diversidad y de las soluciones ajustadas a los grupos mayoritarios y enriquecidas por diversos actores.

En el manejo de los asuntos comunes a un país, entre los actores electos que en conjunto deben de armonizarse como un equipo, el matonismo, el grito, la agresión y la intimidación resultan en extremo peligrosos. En la vida todo se devuelve y actitudes de esta naturaleza pueden retornar en contra de los ciudadanos y del resto de los personeros electos o los titulares mismos de los poderes públicos.

El matonismo, los gritos y la intimidación destruyen la credibilidad y ponen de manifiesto la ausencia de un verdadero liderazgo. La ausencia de un verdadero liderazgo en familia, en los centros de estudio, en los sitios de trabajo, en la conducción de las comunidades y del país mismo es desastroso para la dirección de los esfuerzos, para la ejecución de las labores, para orientar a cualquiera en los objetivos de su planeación futura.

Moderación, prudencia, respeto y tolerancia son indispensables para la convivencia armónica en una familia, una organización, una comunidad y un país. El trasladar actitudes de violencia y avasallamiento a ámbitos importantes para la marcha de nuestras familias, centros de trabajo, comunidades o de nuestro país es inaceptable. Es fundamental y una exigencia de nuestra civilización vivir en moderación y respeto, prudencia y tolerancia, nunca regidos en nuestra convivencia por gritos, agresión e intimidación. Paz y bien.

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