¿Hacia dónde mirar políticamente?
Vladimir de la Cruz vladimirdelacruz@hotmail.com | Miércoles 05 febrero, 2025
Vladimir de la Cruz
Historiador
Por ahora, en perspectiva, hay en posibilidad de participar en las elecciones nacionales, cerca de 40 partidos políticos en las elecciones nacionales de presidente y diputados de febrero del 2026. Esto se afinará más en las próximas semanas, de acuerdo a los trámites que tienen que hacer, y cumplir, en el Tribunal Supremo de Elecciones para quedar finalmente inscritos.
Veo en eso más que una crisis, una expresión democrática de participación, cuando sectores de la sociedad, grupos de ciudadanos, no se sienten representados por los partidos tradicionales y tratan de buscar nuevas opciones, creando, constituyendo, nuevas organizaciones políticas.
La crisis no está en el número de partidos sino en la situación nacional del país, en su rumbo económico, en su orientación política, en la respuesta que no encuentran los ciudadanos a sus inquietudes, a sus problemas, a sus preocupaciones existenciales, cuando la población siente que el gobierno está alejado de sus ciudadanos. Cuando frente a ese panorama básico no hay miras al futuro los ciudadanos buscan otras alternativas posibles y grupales para enfrentar sus situaciones y salir adelante.
Pero, ¿hacia dónde mirar? ¿A los partidos nacionales o a los de diputados? Aquí está la cuestión. Los partidos nacionales son los que llevan candidatos a presidente y a diputados. Los partidos provinciales son los que llevan candidatos a diputados únicamente.
Cuando se atiende a los partidos nacionales es claro que se busca quién dirija el país desde el Poder Ejecutivo, donde se concentran todos los ministerios e instituciones públicas. Es aquí, en esta instancia, donde se toman las decisiones más importantes que diariamente afectan a los ciudadanos en todos sus quehaceres, en salud, educación, trabajo, economía, comercio, impuestos etc. Es en el Poder Ejecutivo donde se trazan las directrices más importantes sobre el desarrollo del país, de su economía, de sum infraestructura, de sus relaciones comerciales y política internacionales.
La decisión de los costarricenses en atender la elección nacional de un presidente para el próximo período de gobierno, 2026-2030, tiene que tomarse con la mayor seriedad y preocupación posible. Lo que se discute en la elección es el camino al futuro nacional.
Los partidos políticos nacionales tienen la obligación de presentar un Programa de Gobierno, posible de ejecutarse en caso de que ganen la presidencia de la República. La posibilidad de esa ejecución solo está en la voluntad política de ejecutarlo de acuerdo a las posibilidades reales que dé el resultado de la elección para el Presidente electo. En esto influye el grupo político y económico empresarial que sube con el Presidente al gobierno y sus estructuras.
En el pasado histórico los partidos políticos que salían victoriosos en la elección pocas posibilidades reales inmediatas tenían de ejecutar sus programas de gobierno ofrecidos a los electores, porque iniciaban sus labores con una estructura política administrativa que no les permitía cumplir con sus programas. Los presidentes ganadores no tenían posibilidad real de impulsar proyectos de ley, prácticamente en los primeros siete meses de su iniciado gobierno, porque en ese tiempo las sesiones parlamentarias no se los permitía, porque la Asamblea Legislativa se encontraba en sesiones ordinarias donde solo los diputados podían presentar proyectos de ley, y porque, en su primer año de gobierno, arrastran el presupuesto nacional de la República, que dejó el gobierno anterior, prácticamente sin posibilidad de modificarlo en función de las ofertas y promesas ofrecidas en las campañas electorales. Esto contribuyó mucho al desgano, a la decepción de los ciudadanos frente a los presidentes y frente a sus partidos políticos, que sentían que les habían fallado e incumplido.
Los ciudadanos de los partidos políticos provinciales, que participan en las elecciones nacionales con la intención de elegir solo diputados, tienen un situación cerrada ante sus posibilidades de atender sus soluciones ante sus preocupaciones e intereses que sienten que les son afectados y buscan solución en la elección de diputados. La función principal de los diputados es hacer leyes de la República. Esa es su tarea. Todo lo que se tramita en la Asamblea Legislativa se hace mediante el mecanismo de proyectos de ley, que se pueden aprobar o no. Si no se aprueban se envían los proyectos al archivo legislativo. Si se aprueban quedan a disposición de ejecutarse por parte del Poder Ejecutivo. Pero, en las leyes no se resuelven los problemas cotidianos, diarios, de los ciudadanos.
Cuando en el pasado se daban las luchas parlamentarias, desde una perspectiva política, para hacerse representar en la Asamblea Legislativa pensando que desde allí se resolvían los problemas del pías y se dirigían los asuntos nacionales, los ciudadanos se encontraban con el valladar de que esa realidad no funcionaba. Es solo puede funcionar si un partido domina la mayoría legislativa parlamentaria, con posibilidad de imponer desde ese foro, políticas públicas en obligación de ser acatadas por el Gobierno, por el Poder Ejecutivo. Pero, desde 1949 esto no funciona así en Costa Rica.
Se eligen partidos y diputados, tanto de gobierno como de los llamados partidos opositores, que además realizan una función de control político sobre la Administración Pública y el Poder Ejecutivo en todas sus manifestaciones.
Si realmente se quieren resolver los problemas del país, que afectan a los ciudadanos diariamente, los electores deben preocuparse por escoger muy bien al candidato presidencial que debe llevar las riendas del país en los siguientes cuatro años. Y, deben preocuparse, también, en darle a la Asamblea Legislativa los diputados más preparados políticamente para su trabajo.
Si hay ruptura de Gobierno y de Asamblea Legislativa, porque el Poder Ejecutivo no esté bien representado en la Asamblea Legislativa, la crisis emocional y política que pueden sentir los ciudadanos es mayor, porque el gobierno se manifiesta sin rumbo, sin norte, sin dirección, improvisando, sobre todo cuando tampoco hay experiencias personales de quien asume puestos de dirección nacional, como de sus partidos cuando tampoco han tenido experiencias de representación popular alguna.
Así se siente el panorama nacional hoy frente al proceso electoral que se ha iniciado. Urge, entonces, un buen análisis de las ofertas electorales de candidatos a la presidencia y de candidatos a diputados. Urge, igualmente, el análisis político de tratar de sumar voluntades políticas en una unidad nacional, en una Coalición Política Nacional, patriótica, que pueda unir a la mayoría de ciudadanos para enfrentar los graves problemas que tenemos como comunidad y sociedad nacional.
El camino hacia el futuro inmediato es la búsqueda de esa unidad nacional. La dispersión política solo favorecerá continuar con la liquidación del Estado de Derecho que se ha logrado en esos 200 años de vida independiente y del Estado Social de Derecho que hemos construido, en los últimos 80 años, hoy totalmente amenazado.