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¿Hasta cuándo?

Pedro Oller poller@ollerabogados.com | Martes 23 octubre, 2007


Antenoche, mientras hacía la interminable fila de Migración que se extendía por los pasillos del siempre en construcción, nunca terminado, Juan Santamaría, me agobió la pregunta: ¿Hasta cuándo?

Las expectativas al encargar a una empresa privada la administración del aeropuerto eran que lograríamos obviar las trampas de la burocracia. Tres años después nos damos cuenta de que eso no ha sucedido porque el Gobierno ha incumplido sus obligaciones, Alterra ha demostrado una predilección difícil de entender por el masoquismo, incumpliendo de paso también, y nos hemos enrollado en la metáfora de la rana y el escorpión.

El Salvador, Panamá (seguimos hablando de Panamá) y Guatemala con una ejecutividad impresionante han incrementado su capacidad aeroportuaria. Guatemala va a pasar de ocho a 18 mangas de abordaje, El Salvador pasó de siete a 17 en cuestión de meses, ¡Panamá tiene 22 e inició las obras también en 2004! Nosotros en cambio solo tenemos cuatro mangas operando (de las cuales solo dos son nuevas) y la misma sala de migración cual cuello de botella.

Cuando el presidente de TACA advierte del colapso inminente del aeropuerto de cara a la próxima temporada alta, se le desacredita por no vivir aquí. ¿Será que las quejas de los miles de turistas que usan el Santamaría tampoco son válidas por el mismo criterio y, en consecuencia, se justifica el oído sordo? Valgan entonces las que hacemos los ticos.

La compañía anuncia que el aeropuerto está pasando por un extreme makeover en alusión al programa de televisión. Mismo que dura 60 minutos (por lo general) y cuyas obras se concluyen, también por lo general, en cuestión de semanas no años. Prevé siete nuevas salas de abordaje para diciembre pero no dice cuantas mangas las acompañarán, por lo que habremos de suponer un incremento en las posiciones remotas (subdesarrollo aeroportuario, pues es como parquear en la acera para no tener que construir garaje para el carro) que ya son seis.

Ver para creer, porque en el Juan Santamaría lo único que se construye con celeridad son las tiendas de Café Britt. El colmo es que ni siquiera le han podido dar una mano de pintura a la pared que lleva a Migración pasando Morphos, que es otra tienda de Café Britt y no el epíteto de Venus, la diosa romana de la belleza. El aeropuerto luce feo, las mejoras no se aprecian y los turistas se quejan con justificada razón del mal trato que reciben a su llegada y salida de nuestro país.

¿En qué estado se encuentra el acuerdo del Gobierno con los bancos acreedores anunciado con bombos y platillos hace poco más de un mes? Sería bueno que la Contraloría resolviera —ojalá esta vez refrendando, si se han hecho las cosas bien— este asunto a la brevedad para que no existan más excusas y dejemos de comprometer la industria del turismo y a quienes tenemos que someternos a la tortura por motivos de trabajo o de placer, también masoquista en estas condiciones.

Una única recomendación de ejecución inmediata: Sería bueno que quitaran la foto del presidente Arias de la sala de migración, pues es el único que ahí sonríe y de por sí, cuando viaja ni se entera del desastre porque es atendido en el Salón Diplomático. Mejor colóquenla ahí.

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