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Hijo de la Guerra Fría

Pedro Oller poller@ollerabogados.com | Martes 31 diciembre, 2013


Estoy convencido que no estamos para enfrentarnos. Este no es un país de extremos, dividido y contrapuesto. Este es un país en el que somos todos


Hijo de la Guerra Fría

Hace unos días regresando de un viaje, me cuentan que mi hijo Quique —tiene ocho años— va con Otto. Se aprendió frases de los anuncios, las repite, discute y no deja duda sobre su preferencia electoral. Me alegro.
En esta democracia tan maltrecha, el saberme padre de un sentimiento tan auténticamente identificado con su país y con esa capacidad intrínseca de escoger, de decidir y finalmente de ser, me ha llenado como pocas cosas.
Me decía un amigo que seguro Quique tendrá oportunidad de votar por el sempiterno candidato Guevara a sus 18. Quizás por Ottón también.
Cuento la anécdota porque esta elección en que estamos envueltos, así no queramos, me tiene con esa misma tigra generalizada que se siente y que suspende.
No es para menos. Vivimos en un claroscuro. La verdad es que el segundo —impertinente— gobierno de Arias no fue un dechado de virtudes pero nos tuvo mejor que el desgobierno de Abel. Con Laura, hicimos deja-vu del 2002-2006 y nos hizo desistir de lo fundamental: Liderazgo, dirección, probidad. Han sido cuatro años para olvidar.
¿Se vale no querer votar? ¡Claro! Sin embargo, alguien va a ganar y ese alguien nos ha estado gobernando desde siempre. Por eso, es que no es tan fácil pensar en cambiarlo todo y con solo eso, con el cambio por cambiar, estar mejor.
Dicen las encuestas que la cara fresca es la de José María Villalta. Eso es, parcialmente cierto. Es un güila sí. Pero también Villalta es hijo putativo de José Merino y además, está en un partido que recicla indefinidamente su concurrencia política. Hoy vas vos de diputado, yo de candidato presidencial, mañana me toca a mi Cuesta de Moras y a vos poner el tarro. Son siempre los mismos.
Ahora tienen un escenario distinto. El que soñó Merino sin su protagonismo porque se murió. Podrían acceder a la Presidencia de la República por la vía del voto. ¡Vaya sorpresa!
Dice La República que solo los separa un 8% de lograr el cometido. La cosa, según la última encuesta de CID Gallup publicada por este periódico no da espacio para interpretación, obliga al compromiso.
Pertenezco a la generación X. Soy producto de la Guerra Fría. Confieso que me da miedo lo que Villalta y su partido representan. Mucho de lo que siento es por inferencia. La mal llamada campaña del miedo, que nos ha dividido como país y no nos permite ver más allá del referéndum, aún hoy.
Villalta es un buen muchacho que aprendió a portarse bien cuando tiene. Esa historia la conocemos, no solo por Chaves sino también por Fidel, por Díaz Ordaz, o más recientemente por Bush, y con él Evo, Correa y siempre Ortega. No hay exentos, no hay buenos ni malos, todo lo contrario somos víctimas todos en el tanto no nos abocamos.
Estoy convencido que no estamos para enfrentarnos. Este no es un país de extremos, dividido y contrapuesto. Este es un país en el que somos todos. Para bien, para mal y para lo demás que es con lo que nos ocupamos, pero de lo que debemos preocuparnos.
Así el abordo sea ese y la vieja película siga corriendo en blanco y negro con soundtrack de Sting cantando Russians. Feliz 2014.
 

 

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