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Miércoles, 27 de noviembre de 2024



INVERSIONISTA


Incierto futuro del mercado de bonos

Carolina Acuña cacuna@larepublica.net | Lunes 05 diciembre, 2011




• Aumento de impuesto a inversiones y transacciones financieras sigue en la propuesta
Incierto futuro del mercado de bonos
• Reducción de margen de ganancia tendría que ser asumido por la entidad financiera, los inversionistas y hasta el Estado

El mercado de bonos será golpeado, no se sabe cuánto ni quienes serán los más afectados, pero inversionistas y entidades financieras están en alerta y consideran que hasta el mismo gobierno debería hacer números de cuánto perderá.
Los golpes que tenga el aumentar del 8% al 15% el impuesto a los intereses ganados por las inversiones en bonos, más el 14% del IVA a los servicios financieros junto a un cálculo de renta global, tienen un efecto cierto: reducen el margen de ganancia; y otro incierto: ¿A quién se lo reducen más?
Empresas. “El tenedor de los bonos siempre busca, en su mayoría, mantener el rendimiento, esto lo que va a traer como consecuencia es que el intermediario financiero tendrá que reducir sus comisiones en aras de retener al cliente y de mantener la rentabilidad de los portafolios, por esta vía es que pueden verse disminuidas las transacciones, ya que al reducirse las comisiones no será tan atractivo para algunos operadores locales la negociación diaria”, explica Juan Manuel Tirado, asesor financiero de GWM Group.
Por otro lado, en un panorama de liquidez, donde las personas y entidades buscan dónde poner su dinero para que no esté ocioso, la balanza podría inclinarse en contra de los inversionistas.
“Ante una demanda importante los precios podrían quedar igual, pero si yo antes vendía a 100 algo que te rendía 10, con el plan fiscal te vendo a 100 algo que rinde 8%”, explica Pablo Villamichel, economista.
En un panorama menos extremo ambos (inversionista e intermediario) pierden, y cuanto pierdan va a depender de variables de mercado como necesidades de liquidez, número de transacciones, entre otras.
Además con la introducción de la renta global, un individuo podría ver cómo sus ingresos por intereses son gravados con el 15% inicialmente, pero luego con el 30% a la hora de hacer la consolidación de sus ingresos, lo cual desmotiva el ahorro personal.
Pero en esta ecuación de tres actores el Estado también pierde.
Parte de lo comido sale por lo servido, probablemente se aumente la diferencia entre la tasa bruta y neta y alguien tiene que pagar eso, y el mayor oferente de títulos es el gobierno.
“Si es más caro negociar, la gente transa menos y eso son menos impuestos” recalca Villamichel.
Además mucha gente de gran capacidad económica optará por sacar su dinero del país, por lo que también significará menos recaudación para el fisco. La oportunidad que tienen de abrir cuentas en el exterior y usar una tarjeta de crédito también los exime de pagar impuesto por repatriar los capitales si ocupan ciertos montos.
“Un ejemplo claro y reciente del incentivo para no invertir en la plaza nacional. Si usted compra hoy un título del ICE emitido en Costa Rica paga el 8% (15% con la reforma), pero si compra el que emitió hace unos días en el mercado extranjero no paga ese impuesto. En los mercados internacionales no se paga el 8% que se paga acá”, explica Antonio Pérez, gerente de Fondos de Inversión de Mercado de Valores.
Distorsiones nefastas. También se ve cómo las reglas que Hacienda está poniendo no aplican a todos los participantes, por ejemplo, las cooperativas de ahorro y crédito tendrán una tasa menor de interés para el impuesto, lo que les permite competir en condiciones diferentes. Efecto que ya había sido señalado por la gerencia general del Banco Nacional en su análisis de la Ley de Solidaridad Fiscal.
“Lo que yo creo es que el planteamiento en general de estos impuestos no es sano para el mercado. Para que una economía pueda crecer necesita un mercado de valores profundo como lo vemos en Colombia, Perú y Chile, y no hay una directriz del gobierno que vaya hacia eso”.



Carolina Acuña
cacuna@larepublica.net
Colaboró con el análisis el economista Pablo Villamichel






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