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Jueves, 26 de diciembre de 2024



EDITORIAL


Insólitas trabas nos mantienen paralizados

| Miércoles 08 octubre, 2014




Alguien debería ir, con la potestad suficiente, entidad por entidad, detectando trabas, resolviéndolas, y definiendo quién fue responsable de haberlas dejado envejecer obstaculizando las cosas durante años


Insólitas trabas nos mantienen paralizados

Alguien debería tomar en sus manos la tarea de terminar con el tremendo enredo burocrático que retrasa desde 1998 la construcción de más puertas de embarque en el Aeropuerto Juan Santamaría para que, entre otras cosas, crezca el turismo nacional.
Una maraña que parece inacabable, destacada en una nota de este medio ayer, revela la cantidad de trámites inconclusos y trabas de todo tipo que mantienen paralizadas las obras que tanto se necesitan.
Es inaceptable, por ejemplo, que por el pago de unos impuestos municipales (¢3 millones) que aparentemente prescribieron porque no los pagaron ni los dueños (cuando eso era privado) ni el Estado cuando adquirió las tierras, se haya formado un lío insólito.
Esto porque los impuestos ya prescribieron, pero la solicitud de prescripción llegó a la Municipalidad firmada por el MOPT y no por el Poder Ejecutivo, que es quien debería firmarla de acuerdo con lo que interpretan algunos abogados.
Ante situaciones incomprensibles como esta, no podemos menos que preguntarnos qué es lo que imposibilita que se planteen casos así, por ejemplo, y se resuelvan de inmediato en Consejo de Gobierno (en donde están el ministro del caso y el Ejecutivo).
Podría haber cada semana diez minutos en agenda para este tipo de cosas, o bien mediante una simple llamada telefónica resolverlas.
Asuntos como este son apenas un ejemplo de algo que es inadmisible a pesar de lo cual sucede desde hace muchos años. Es el hecho de que el país esté —en muchos casos— paralizado por cuestiones que podrían resolverse en pocas horas.
Alguien debería ir, con la potestad suficiente, entidad por entidad, detectando trabas, resolviéndolas, y definiendo quién fue responsable de haberlas dejado envejecer entrabando las cosas durante años.
Para hacer esto —que no es toda una reestructuración del Estado sino apenas una mirada para descubrir polvo debajo de las alfombras— pareciera que no se necesitan aprobaciones del Congreso ni muchos otros requisitos, sino una voluntad política para llevar a cabo esas revisiones, institución por institución, y detectar los mecanismos de entrabamiento a fin de acabar con ellos.
Para deshacer este tipo de “nudos” se necesita mucha energía al inicio, pero después, cuando se aprende el mecanismo, las cosas se facilitan y el país avanzaría a buen paso.







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