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¡Insultos e improperios en redes sociales un reflejo de nuestra sociedad actual!

Emilio Bruce ebjreproduccion@gmail.com | Viernes 19 mayo, 2017


Sinceramente

¡Insultos e improperios en redes sociales un reflejo de nuestra sociedad actual!

El ejercicio de la libertad de expresión demanda respeto y consideración especiales. La veracidad de lo dicho y las formas que revisten lo expresado resultan trascendentales. Los delitos contra el honor, calumnias e injurias han sido establecidos por el legislador para preservar la civilidad en los intercambios y evitar que a punta de improperios la verdad pueda ser simplemente sepultada o el mensajero asesinado antes de poder llevar su mensaje.

Grupos extremistas han instalado en las redes sociales a “asesinos cibernéticos” o matones intimidadores para que acaben con los mensajeros y sepulten los mensajes antes de haberlos transmitido. Son los llamados “troles”, quienes dotados de perfiles falsos como un billete de 12 colones, con fotos que no corresponden a sus caras, nombres que no aparecen en el registro civil y una hoja de vida inexistente son muy reales a la hora de proferir insultos y descargar improperios sobre quienes usan dichas redes sociales para comentar de manera legítima sus ideas y expresar sus críticas personales o sociales.

En la Costa Rica de nuestros días, uno sí y otro también, se producen asesinatos por ajustes de cuentas, sicarios en moto disparan a sus víctimas, delincuentes asesinan una y otra vez por dinero. El asesinato físico es un indicador de cómo han cambiado las cosas en este mundo y de cómo la sociedad de nuestros días se ha descompuesto totalmente. La seguridad ha empeorado de manera dramática y las cifras aumentan día a día a pesar de los esfuerzos sinceros de las autoridades de policía.

Se asesina una persona quitándole la vida, pero se asesina un carácter creando un imaginario social que conviene a las tesis de una persona o de un grupo. ¿Votarían por o elegirían los ciudadanos de un país a unos delincuentes? ¡Claro que no! Entonces la forma de asesinar esos caracteres de manera fácil y rápida es acusarles de ser unos delincuentes sin aportar pruebas, sin aportar más que una acusación general sobre todos ellos y sin especificar. De esa manera se acaba con ellos de manera pronta y terminal.

La estrategia de la difamación política es vieja. En cada generación se recrea y se reinventa, pero sigue siendo una forma expedita de acabar con los adversarios sin tener en cuenta el costo o el daño institucional. ¡Todos corruptos! Y así se ha pretendido asesinar la legitimidad de la clase política democrática costarricense. Así se acaba con una persona o toda una clase política, pero también se acaba con la institucionalidad, el sistema, la democracia y todo lo que ellos representan y muchos lo intentan en Costa Rica hoy día.

Muchos, a sabiendas de las consecuencias de sus actos, hacen todo el esfuerzo destructivo para derribar un sistema que tanto ha costado erigir. Esta campaña de “todos corruptos” no es casual, es premeditada y sistemática. No nos engañemos, es una estrategia política en desarrollo. Su objetivo principal son quienes pueden llegar a oponerse a los extremistas que desean desbancar al régimen que vivimos.

En las redes sociales resulta peor aún. Los insultos y los improperios llueven. Los argumentos no aparecen. Las ideas y las propuestas menos aun. Pareciera que pensar da pereza y que la furia, el insulto, el odio, la lucha de clases y los improperios son los nuevos garrotes, blackjacks y bombas con que ahora se asesina allá y aquí a personajes para acallarles. Todo forma parte del todo y de la estrategia seguida. Cualquiera insulta, pero no cualquiera propone. Un país no se construye sobre los improperios pero se basa indispensablemente sobre las propuestas e ideas.

No se ha construido jamás sociedad alguna sobre el insulto y el asesinato de los caracteres. Nunca se ha estimulado la participación de los mejores utilizando la amenaza. Nunca suprimiendo las opiniones ajenas se ha sostenido una sociedad pluralista. Jamás la amenaza fue herramienta para la participación ciudadana. El que tenga oídos que escuche. El que tenga ojos que vea. El conjunto de libertades cívicas sobre el que se ha sustentado nuestra forma de vida podría derrumbarse al impulso de la agresión sistemática al pensamiento y a la participación.

Emilio R. Bruce
Profesor
ebruce@larepublica.net

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