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Izquierdas, derechas y populismos (I)

Vladimir de la Cruz vladimirdelacruz@hotmail.com | Miércoles 14 diciembre, 2016


El fenómeno del desarrollo del imperialismo, como parte evolutiva del sistema capitalista, produjo igualmente el surgimiento de movimientos políticos antimperialistas

Pizarrón

Izquierdas, derechas y populismos
(I)

Hasta 1989, cuando aún se vivía en el marco de la Guerra Fría, y cuando la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas encabezaba el Sistema Mundial Socialista, frente a Estados Unidos, cabeza a la vez del capitalismo mundial, las luchas políticas más importantes, en este orden de sistemas económico político y sociales, se definía desde la izquierda y la derecha.

A la izquierda estaban los partidos comunistas, socialistas y revolucionarios, que pugnaban por imponer o alcanzar el socialismo como sistema de la sociedad, y a la derecha de este esquema, se ubicaban los partidos que luchaban por mantener y consolidar el sistema capitalista y, obviamente, entre ellos por acabarse mutuamente y desplazarse del poder político.
Tanto en esta izquierda como en esta derecha política había matices de izquierdas y matices de derechas, y en esa extensión hasta aparecían denominaciones de centro o centristas y de centroizquierda y centroderecha.
Y se podía catalogar de igual manera al interior de cada partido o movimiento político su sector de izquierda y su sector de derecha.
Esto marcaba la lucha fundamental de tipo político dentro del análisis de la lucha de clases y de la lucha por alcanzar el socialismo, y posteriormente el comunismo, o de acabar con el socialismo y mantener el capitalismo. Así cualquier partido político podía tener su izquierda, su centro y su derecha.
Hasta el triunfo de la Revolución Cubana, como una expresión del socialismo mundial en el continente americano, ningún movimiento político socialista se había consolidado en el poder y en el gobierno, con éxito como lo ha hecho la Revolución Cubana, que ha sobrevivido hasta hoy. La Revolución chilena, de la Unidad Popular, del periodo 1970-1973 tan solo fue un chispazo frustrado por el golpe militar de Augusto Pinochet. El proceso revolucionario de Nicaragua desde 1979 hasta 1990 fue un impulso reformista que no logró avanzar a formas socialistas de la economía ni de una nueva organización política que, además, no planteó para ese periodo la construcción socialista nueva en Nicaragua. Su etapa llamada revolucionaria solo alcanzó ese periodo, no así el desarrollo del Frente Sandinista de Liberación Nacional ni sus subsiguientes gobiernos.
Igualmente, dentro de la izquierda estaban aquellos partidos que se identificaban con las ideas o teorías del socialismo científico, el marxismo, el marxismo leninismo, el trotskismo principalmente, y los llamados movimientos progresistas, y dentro de la derecha se ubicaban a las corrientes socialdemócratas, socialcristianas, reformistas no socialistas, liberales, conservadoras. Igualmente, en todas estas corrientes se podían considerar sus manifestaciones de izquierda y derecha en su interior.
Este abanico daba márgenes para alianzas coyunturales, entre partidos y movimientos políticos, o sectores de partidos, en escenarios diversos de participación y luchas democráticas, luchas electorales y luchas parlamentarias.
Hubo también escenarios de luchas armadas para la toma del poder, donde igualmente se expresaron estas corrientes políticas de izquierda.
Las corrientes políticas de derecha acudieron a los golpes de Estado, a los gobiernos militares y autoritarios, a las dictaduras, tiranías y satrapías.
En el trasfondo de este tinglado partidario estaban los grupos sociales organizados, sindicatos y otras organizaciones populares, de trabajadores, de estudiantes, de comunidades, de campesinos y de grupos pastorales religiosos, como las diversas cámaras y grupos de presión empresariales, e instituciones como las iglesias y la Organizaciones No Gubernamentales que empezaron a desarrollarse en esos años.
El fenómeno del desarrollo del imperialismo, como parte evolutiva del sistema capitalista, produjo igualmente el surgimiento de movimientos políticos antimperialistas, desde principios del siglo XX, con su propia fisonomía, a la vez que el antimperialismo lo asumieron los partidos de izquierda, revolucionarios, socialistas marxistas y marxistas leninistas, hasta el término de la Guerra Fría.
De esta situación de antimperialismo no escapó el continente americano, y en la mayoría de los países, fue una de las fuentes que nutrió el surgimiento de los partidos comunistas mismos, que terminaron apropiándose de estas banderas de manera principal.
Otro rasgo importante, desde el punto de vista político, del siglo XX fue también, en este sentido, el de la lucha por el socialismo y de las luchas antimperialistas. A estas luchas se sumaron las luchas anticolonialistas, debido a las luchas de los movimientos de liberación nacional que se dieron dentro del sistema mundial colonialista, que provocó el surgimiento de más de 140 países independientes, desde la finalización de la II Guerra Mundial hasta 1989, hoy formando parte de las Naciones Unidas, dentro de los casi 200 que la constituyen. El sistema colonial del imperialismo abarcaba todo el orbe y prácticamente ha desaparecido. Han surgido, en su lugar, otras manifestaciones universales de proyección de la sociedad capitalista, como la globalización particularmente.
En América Latina, especialmente, en el siglo XX se dieron movimientos que adquirieron la forma de populistas, por el carácter reformista que impulsaron con apoyo de grandes masas populares, en cuyo nombre se impulsaban esas reformas y se mantenían los caudillos populistas que las exaltaban.
En la segunda mitad del siglo XX las nuevas corrientes dentro de la Iglesia católica, surgidas a partir del Concilio Vaticano II, de los Encuentros Católicos, especialmente realizados en Latinoamérica, como el de Medellín, las nuevas encíclicas sociales y laborales de esta mitad de siglo, hicieron aparecer movimientos de cristianos comprometidos con cambios sociales, de cristianos por el socialismo y de cristianos incorporados a las luchas políticas, laborales, sociales y hasta guerrilleras de la izquierda latinoamericana, además de que en algunos de estos documentos pontificios se atacaba al “capitalismo salvaje”, y confrontaban situaciones de exclusión, marginación social y explotación de clases sociales y pueblos oprimidos.
Así, en este escenario latinoamericano, principalmente, se desarrolló también una modalidad, de ejercicio de gobierno, que sin acabar con el sistema capitalista —en nombre del pueblo, que organizaban y movilizaban con reformas importantes— se reconocieron como movimientos y gobiernos populistas, la mayor parte de ellos con apoyo de los grupos y partidos de izquierda existentes, sin que estos fueron el factor hegemónico o dirigente de estos movimientos populistas.
Los líderes populistas más destacados, en este reconocimiento latinoamericano, fueron Juan Domingo Perón, especialmente durante su mandato de 1946-1955. En el caso argentino a casi todos los presidentes electos democráticamente se les ha llamado populistas, siendo su última expresión, los esposos Néstor Kirchner y Cristina Fernández (2003-2015), en México bajo el gobierno de Lázaro Cárdenas; en Brasil, Getulio Vargas (1930-1945) y, recientemente, Lula y Dilma Roussef (2002-2015); en Ecuador los gobiernos de José María Velasco Ibarra y el de Rafael Correa recientemente, desde 2007; en Venezuela particularmente el periodo de gobierno de Hugo Chávez (1999-2013) y, en Bolivia bajo el gobierno de Evo Morales. Algunos de estos gobiernos han tenido rasgos acentuados de antimperialismo, por la crítica hacia Estados Unidos por su liderazgo mundial y presencia latinoamericana.
Estos populismos han tenido su fuerza en la movilización de masas y en las políticas sociales que les han favorecido. Sin embargo, por los mismos procesos electorales, que los han hecho surgir, han sido desplazados del Gobierno u obligados a provocar cambios en el ejercicio del Gobierno, y se han debilitado políticamente.
Las nuevas relaciones internacionales, desde 1990 hasta hoy, han provocado cambios importantes al interior mismo de las grandes sociedades y países industrializados capitalistas.
Estos cambios han generado, al igual que en los países de sus periferias y de sus relaciones comerciales, situaciones de sectores sociales y laborales “perdedores”, lo que ha provocado, de igual modo, resentimientos sociales y la reacción a esa situación, lo que se expresa en los nuevos movimientos que se han llamado “populistas”, ahora ubicados en la derecha, con una base social amplia de trabajadores, asalariados, marginados y excluidos de la ganancia económica de este nuevo proceso de relaciones comerciales internacionales. Esto, a su vez ha repercutido en procesos electorales que han empezado a socavar alianzas comerciales, uniones políticas regionales, partidos políticos y gobiernos liberales gobernantes, desde su interior mismo, como se da en algunos países de la Unión Europea y en los propios Estados Unidos, con grave amenaza a las relaciones internacionales como un todo.

 

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