La cochinilla no salpica al Ing. Rodolfo Méndez Mata
Alberto Salom Echeverría albertolsalom@gmail.com | Martes 29 junio, 2021
Al culminar mis labores como rector de la Universidad Nacional (22 de junio, 2020), decidí dedicar mis esfuerzos vitales, por el resto de mi existencia, junto a respetables seres humanos, adultos, muchos jóvenes y adultos mayores como yo, mujeres y hombres en semejante proporción, que tomamos la irrevocable decisión de luchar por el Planeta Tierra frente al calentamiento Global y el cambio climático que padecemos. Decidimos, además, escribirlo siempre en positivo, por lo que hoy debo expresar que luchamos por un desarrollo “sostenible y sustentable con la vida, con el planeta y con los ecosistemas.” Para ello hemos fundado una organización de la sociedad civil que bautizamos “Madre Tierra.” Por lo consiguiente, para mí los días de la militancia con tinte partidista acabaron.
Lo que hoy expreso, no lo hago entonces desde una perspectiva partidista, sino procurando analizar la corrupción que nos avasalla de un modo más amplio, es decir en lo que afecta a nuestro país. Eso me propongo.
Me referiré principalmente a las características del llamado “caso cochinilla” y la colusión entre las esferas público-privadas. Fueron las autoridades judiciales las que decidieron nominar el caso con el nombre de un insecto de origen mesoamericano, que se caracteriza por infestar tanto las hojas como los tallos de diferentes plantas, alojándose en lugares ocultos o poco visibles, desde donde le sustraen a las mismas los nutrientes, ocasionando en ellas un proceso de descomposición.
Empero, la investigación llevada a cabo por el Organismo de Investigación Judicial, que se inició hará unos doce meses, también anduvo oculta, igual que las prácticas delictivas de empresarios privados y funcionarios públicos enclavados principalmente en el Ministerio de Obras Públicas y Transportes y en el CONAVI. Al parecer, así tenía que ser para lograr llegarle al mal desde su raíz y a cabalidad.
En el sistema en el que vivimos se acumula riqueza de acuerdo con la ley; se hace sobre la base de empresas que deben estar debidamente inscritas en el registro de propiedad, y es preciso además que cuenten con los permisos respectivos para operar. La fuente principal de producción son los trabajadores de las empresas a los que, como sabemos se les retribuye por medio del pago de un salario. Es decir, ellos son los creadores de riqueza por excelencia; pero los que acumulan la riqueza son los empresarios. Sin embargo, hay otras formas no lícitas de acumular riqueza: por medio de mecanismos extraeconómicos que están fuera de la ley. Por lo tanto, se trata de actividades ilícitas que, como en este caso, corroen tanto la esfera pública como la privada. No hay nada que lacere o dañe tanto las entrañas de la Patria como la corrupción. Bien decía el gran escritor y filósofo germano, Friedrich W. Nietzsche: “Es necesario ser un mar para poder recibir una sucia corriente sin volverse impuro.”
El OIJ ha señalado en este caso que, se constituyó una red para delinquir, la que ha de haber malversado fondos públicos por más de setenta y ocho mil millones de colones (78.000 millones de colones), entre 2018, 2019 y parte del 2020, al menos. Esta red para delinquir fue catalogada como “crimen organizado” y ello permitió al organismo judicial realizar intervenciones telefónicas, de acuerdo con las declaraciones que extraje de diferentes artículos de prensa, dadas por el director del OIJ, Walter Espinoza. Las exhaustivas pesquisas policiales permitieron allanar más de 50 entidades entre instituciones públicas y empresas privadas.
Lo anteriormente dicho implica que, esta vez no debería ocurrir, no se justificaría que las autoridades judiciales no puedan tipificar los delitos, ni emplear los procedimientos correctos para capturar a los delincuentes que han estafado al fisco tras haber creado las “redes de corrupción” a las que nos hemos referido.
De tal magnitud son los actos delictivos en este caso, que hay una propensión en la opinión pública lastimada y justamente enardecida ante los hechos, así como en políticos que están premeditadamente interesados en llevar agua a sus “molinos políticos”, a señalar con dedo acusador a cualquier persona que esté cerca del MOPT o del CONAVI. Esto es, a mi modo de ver, lo que ocurre con el ministro de Obras Públicas, Ing. Rodolfo Méndez Mata. Cualquiera que acuse a otra persona sin tener pruebas, simplemente producto de una suposición, por razones de tipo político ideológico, o simplemente “politiqueras”, no contribuye en nada a que se esclarezcan los hechos y más bien crea un clima propicio para desatar en el país lo que se denomina como una “cacería de brujas”, politizando el tema. De esta manera, se ha involucrado e incriminado personas inocentes, o de incuestionable jerarquía y trayectoria en la administración pública, como es el caso del ministro Méndez Mata.
El ingeniero Méndez Mata, posee una experiencia en la administración pública de 61 años; consignaré a continuación una cita amplia (parafraseo), para decir que, a lo largo de la misma ha pasado por cargos que van desde ingeniero uno en el laboratorio de materiales del MOPT en 1960, la subdirección de lo que fue la oficina de la defensa civil (hoy comisión nacional de emergencias), o la dirección de vialidad en este ministerio. Se ganó la confianza de mandatarios como José J. Trejos Fernández, quien lo nombró viceministro de obras públicas y transportes, desde donde promovió el diseño de obras como la pavimentación de la carretera interamericana sur; así como los estudios y la construcción de la carretera rústica a Limón. El presidente Rodrigo Carazo Odio, lo nombró ministro en el mismo ramo, período en el cual inició obras de infraestructura mediante las cuales proyectó un nuevo estilo de desarrollo de la infraestructura, como la circunvalación, los primeros puentes elevadizos, las primeras rotondas, y la ampliación a cuatro carriles de todas las radiales de San José, las autopistas de San José-Ciudad Colón y San José- Siquirres; el puerto de Moín, el muelle alemán en el Caribe y el Puerto de Caldera en el Pacífico. En el período 86-90 fungió como diputado en la Asamblea Legislativa. Entre 1990 y 1994, colaboró con el gobierno de Rafael A. Calderón Fournier como ministro de la presidencia primero y después en hacienda. En 1994, accede a la Asamblea Legislativa por segunda ocasión, período en el cual impulsó la ley de concesión de obra pública, la atención de emergencias y la creación del CONAVI entre otras. En 1998, fue nombrado nuevamente ministro de obras públicas y transportes, en la administración Rodríguez Echeverría; en este cuatrienio, inició el Puente de la Amistad y la construcción de los puentes entre ciudad Colón y Orotina; se inició asimismo, el proceso de concesión de la carretera San José-Caldera y los ferrocarriles del país; acometiendo la ardua tarea del mejoramiento de los aeropuertos, en primer lugar, la ampliación de la terminal del Juan Santamaría, entre otras obras de gran significación nacional. (Cfr. Conavi.go.cr/puestos-de-jerarcas)
El Ing. Méndez Mata se había retirado, debido a su avanzada edad, a su vida privada, habiendo cumplido una carrera excepcional, ostentando el galardón de honradez, gran abnegación y transparencia. No obstante, vuelve al ministerio de obras públicas en este gobierno del presidente Carlos Alvarado Quesada, para el cual ha trabajado con ahínco y sacrificio a sus 84 años. Quiénes me leen, comprenderán fácilmente, que no lo estoy promoviendo a ningún nuevo cargo público; aunque, como puede verse también, poseo un alto concepto de su persona. Tampoco me promuevo yo mismo con ello, por la sencilla razón que al inicio de este artículo expresé y repito ahora: mi carrera político partidista ha concluido por decisión propia. Colaboro con el país desde otras trincheras que considero más productivas para mí.
Lo dicho no quiere decir, que una persona de su trayectoria no se pueda equivocar y hasta, aunque difícilmente, incurrir en un error. De hecho, no avalo todo lo hecho por él. Pero tengo un gran respeto por su alta vocación de servicio público por más de sesenta años y una trayectoria prístina, limpia, cristalina como el agua. Acusar a don Rodolfo Méndez Mata, sin tener una razón valedera y justificada, es temerario, imprudente y se le hace un grave daño a Costa Rica.
Exijo como cualquier ciudadano que ama a su país, una investigación a fondo del “caso cochinilla”; aún más, creo que está a prueba el prestigio del Organismo de Investigación Judicial. Pero no creo que sea honrado, ni responsable, convertir este asunto en una encarnizada lucha político partidista, como la que algunos han querido promover a costillas, de pretender denigrar -entre otros- a un Hombre (dicho así con mayúscula), de la estatura moral y cívica de Rodolfo Méndez Mata, a quien Costa Rica le debe tanto.