La Economía de los Cuidados no es un gasto es una inversión
Montserrat Ruiz Guevara mruiz@canaess.com | Jueves 11 marzo, 2021
Montserrat Ruiz Guevara
Directora Ejecutiva
Cámara Nacional de la Economía Social Solidaria
mruiz@canaess.com
La igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres es una meta transversal directamente relacionada a un desarrollo humano sostenible. Nosotras las mujeres representamos más del 50% de la población, realizamos el 66% del trabajo en el mundo, pero recibimos sólo el 10% de los ingresos y poseemos el 1% de la propiedad. Además, siempre somos las primeras afectadas por la pobreza, esta pandemia evidencia claramente esta afirmación, sin contar que también lideramos los números en informalidad, trabajo precarizado y no remunerado.
Las mujeres ayudamos a desarrollar economías en todo el mundo, además de proporcionar dentro de nuestros múltiples roles servicios esenciales a las comunidades, desde la creación de empresas y puestos de trabajo, hasta el apoyo a la vitalidad socioeconómica, esto a pesar de seguir invisibilizadas en esfuerzos colectivos o construcción de políticas que puedan potencializar y activar las cadenas de valor en donde se encuentran.
La Economía Social, viene promover la igualdad y el desarrollo sostenible, teniendo la capacidad de reducir estas desigualdades (estructuras democráticas, cambio social, las personas en el centro del quehacer, etc.). Las mujeres ya representan hoy la gran mayoría de la ESS: el 66% en Europa, el 70% en Canadá, y hasta el 80% en África.
Frecuentemente, las realidades a las que nos enfrentamos están omitidas o se tratan al margen de los diferentes encuentros nacionales e internacionales, aun así, en diferentes partes del mundo se está empezando a reconocer el valor de la asociatividad y la inserción laboral de la mujer por medio de este modelo de mercado y desarrollo asociativo. Es de vital importancia reconocer la contribución y los logros obtenidos por parte de las mujeres en el sector de la ESS ya que esto garantizará una mayor consideración de sus necesidades e intereses económicos.
El trabajo de cuidados es una de las dimensiones menos reconocidas de la contribución de las mujeres al desarrollo y la supervivencia económica de los hogares. Más aún, el cuidado no remunerado sigue siendo el impuesto oculto y más alto de las mujeres en términos económicos y de tiempo.
Es por esto que el cuidado de personas es un asunto que debe tratarse como tema social, económico y político, donde se pueda estructurar como bien público que requiere del rol central del Estado y la corresponsabilidad social del sector privado y de los hombres y mujeres. La Economía de los Cuidados no es un gasto es una inversión.
Claro está, en la agenda 2030 de la ONU: “Transformando nuestro mundo”, se establece como una de sus metas para el logro de la igualdad de género: “Reconocer y valorar los cuidados no remunerados y el trabajo doméstico no remunerado mediante la prestación de servicios públicos, la provisión de infraestructuras y la formulación de políticas de protección social, así como mediante la promoción de la responsabilidad compartida en el hogar y la familia, según proceda en cada país”.
Costa Rica ha venido tomando acciones e impulsando iniciativas que empoderen y desarrollen a las mujeres en este campo específico con el objetivo de tomar una posición país activa en el diseño de política pública y legislación inclusiva en materia económica-social-política y laboral para las mujeres. Aun así, faltan muchos esfuerzos para poder generar desde los compromisos con alianzas público-privadas y privadas-privadas, los grandes retos y oportunidades que está economía traería a nuestro país. Sin dejar de lado el gran aporte que las redes de cuido de niños, adultos mayores y personas con discapacidad, vendrían a impulsar para que muchas mujeres terminen su perpetuación en el hogar.
La empresa asociativa es una solución para poder insertar a las mujeres en la fuerza laboral bajo el reconocimiento de los diferentes roles de la economía de los cuidados, garantizando una adecuada distribución de la riqueza, inclusión y el bienestar de todas las personas involucradas y comunidades. Además, se reconocerían y formalizarían las actividades que requieren de capacitación, acompañamiento y financiamiento.
Promover políticas alternativas de cuidado para que las mujeres dejen de ser las que subsidien el costo de este, no es tarea fácil ni de bajo costo, ya que implica valorar el trabajo asignando un ingreso, desarrollar infraestructura y servicios de cuidados y capacitar a las personas cuidadoras. Sin embargo, los sistemas públicos de cuidados son sin duda una inversión estratégica e indispensable para el empoderamiento de las mujeres, la igualdad de género y la reactivación económica que tanto necesita nuestro país.