La grandeza de Kobe estuvo en su familia
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Miércoles 29 enero, 2020
Cuando se presentan tragedias como esta última en que perdió la vida Kobe Bryant, la humanidad debería revolucionarse en procura de cambios.
Quienes por diferentes razones, como pudo ser la adicción a una droga, viajamos y conocimos el infierno, salir de las llamas gracias a un milagro, nos catapultó a una vida más simple, sencilla, menos complicada, en la que la construcción diaria de amarrar ratos felices nos guía a un equilibrio emocional en entornos de mucha paz.
Kobe Bryant fue un basquetbolista monumental, pero también fue un hombre grande como ser humano.
Su grandeza no la provocaron los $800 millones que amasó en su carrera profesional, sino que se forjó en ser un “hombre de familia”.
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En su corta vida -pues muere a los 42 años-, imperaron los valores sobre la fama y siendo un atleta que como muchos, pudo “vanagloriarse” de acostarse con miles de mujeres, Kobe prefirió acostarse en el regazo de su familia.
Incluso muere al lado de una de sus hijas, Gianna, y de otras muchachas que formaban parte de un equipo colegial y viajaban a una competencia deportiva.
Entresaco de la tragedia, los momentos previos, cuando el famoso basquetbolista, como cualquier hijo de vecino organiza en su barrio el viaje al entrenamiento.
Como lo haríamos cualquiera de nosotros para ir a una mejenga. Coges tu “chunche” y pasas por los amigos a sus casas o a la esquina del encuentro.
Kobe se puso de acuerdo con los familiares de Alyssa y de Payton, compañeritas de Gianna en el equipo, para “pasar por ellas” y llevarlas hasta la base aérea de donde partió el helicóptero.
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Porque Kobe Bryant fue un hombre de familia y esto, que es el ejemplo que deseamos transmitir, lo convierte en un ser humano más grande que el que se lució en los rectángulos de la NBA y el mundo.
Tras su trágica muerte, los medios de comunicación se inundan con postales familiares junto al amor de su vida, Vanesa y sus cuatro hijas: Natalia, Gianna, Bianka y Capri.
Podríamos escribir que Kobe Bryant viajaba en un taxi con una de sus hijas, rumbo al Gimnasio Nacional a un entrenamiento, cuando tuvo un accidente de tránsito y murieron.
Fue lo mismo, solo que en otro escenario.
Por eso me quedo con el Kobe Bryant, hombre de familia, que con el Kobe Bryant, leyenda del baloncesto.
Como ejemplo de vida, me sirve más el primero, sobre todo hoy en que el concepto de familia se ha convertido en materia desechable.
gpandolfo@larepublica.net
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