La negociación del FEES en medio de la Pandemia del COVID-19 (I parte)
Leiner Vargas lvargas@una.ac.cr | Martes 02 junio, 2020
Ante la crisis sanitaria, económica y social que ha provocado el COVID-19, la posibilidad real de tener más recursos para la Universidad provenientes del Estado, ya sea a través del FEES o mediante otras leyes específicas, es poco probable y lejana. Las universidades tendrán un techo en su crecimiento real y debido a la crisis, probablemente un deterioro aún mayor en la relación FEES a PIB, tal como se ha venido dando desde 2016.
No es casualidad que una semana antes de tan importante reunión de la Comisión de Enlace relacionada al FEES, se hubiese hecho público el informe especial de mayoría de la comisión legislativa que investigó a las Universidades Públicas y el uso de los recursos del FEES. Si bien, no estoy de acuerdo con los diputados en el informe presentado, que claramente refleja un desconocimiento del quehacer de las universidades y algunos prejuicios ideológicos, sobre lo que es la universidad y su misión. El informe, es claramente un resultado político de muchos desaciertos de comunicación y de una pérdida de timón en el quehacer de nuestras universidades públicas, en esta última década.
Adicionalmente y en momentos tan críticos para la sociedad, tenemos una salida de dos ministros de estado que están directamente relacionados con la Comisión de Enlace, el ministro de hacienda y el ministro de ciencia y tecnología. Todos estos elementos no son casualidad y forman parte de un entorno que debemos entender, si queremos tener una negociación razonable de cara al próximo año 2021 y sobre todo, si queremos retomar un acuerdo quinquenal para el financiamiento del FEES, elemento central para una sana y correcta planificación del desarrollo de las universidades públicas.
Desde 2013 para acá las universidades públicas hemos perdido la fortaleza de contar con un acuerdo quinquenal, lo advertí a las autoridades de entonces y sigo siendo crítico de ese resultado. Adicionalmente, hemos tenido el crecimiento del superávit libre universitario, llegando en este 2020 al monto más alto de la historia. Estamos a la espera de las estadísticas de deserción estudiantil del primer semestre, pero si por la víspera se saca el día, tendremos resultados poco optimistas en varias de las universidades, dado el deterioro social y del empleo, sustento básico de las familias y de los universitarios.
Los hechos del 2019 fueron nefastos para la imagen institucional y no hemos tenido la capacidad para afrontar coherentemente como CONARE en general y como, UNA en particular, la necesaria rendición de cuentas que permita desmentir las muchas falacias, imprecisiones y malas interpretaciones de lo dicho por los diputados, que hoy queda plasmado en el informe. Por el contrario, con las disputas internas en el seno del CONARE y con los eventos de final del año pasado, la Universidad Nacional ha quedado muy mal parada ante la sociedad costarricense.
Para enfrentar este tema se requiere tener claro el diagnóstico, se hace necesario tener una estrategia definida, asumir una ruta viable de salida que nos garantice no sólo tener los recursos suficientes, sino también, recuperar la confianza del pueblo de Costa Rica en lo que hacemos en las universidades. Se requiere de un comportamiento acorde con lo que esperan los ciudadanos de las autoridades universitarias y de medidas que permitan dar la milla extra que necesitamos.
Vamos a tener que producir más y mejor, con los mismos recursos. Nos obliga la coyuntura a sanar las heridas abiertas y recuperar la credibilidad de la sociedad costarricense en la Universidad Pública. Esto requiere de cambios en la gobernanza universitaria que permitan simplificar, innovar y flexibilizar nuestro trabajo, para reducir el costo de los procesos y fortalecer el resultado e impacto de nuestra acción sustantiva. Urge avanzar en un nuevo pacto social laboral con las personas trabajadoras universitarias que garantice estabilidad y confianza y que reduzca nuestra exposición mediática. Estos dos temas deberán de ser de agenda del Consejo Universitario, de la Asamblea Universitaria y si es necesario, del próximos congreso universitario.
Con un uso racional de nuestra autonomía debemos dar pasos claros que demuestren que podemos cambiar los resultados de gestión y gobernanza que nos han llevado a la situación que hoy tenemos. No podemos, ni retroceder al pasado con lo mismo y los mismos, ni aspirar a continuar con más del presente, que claramente no ha sido adecuado para la universidad. Es hora de un cambio real, que nos permita retomar la misión histórica de la UNA y reinventar la gobernanza y nuestro modelo académico, para enfrentar los desafíos del siglo XXI.
En un marco de absoluta transparencia, no nos deberá dar temor de conversar con el SITUN y tomar las medidas que consideremos acordes a la situación del presente. No podemos esperar a que vengan desde fuera a intervenir a la universidad. Es urgente asumir con honestidad y transparencia las medidas que sean necesarias para afianzar la sostenibilidad financiera de la institución. Los principios de dicho pacto deben de ser claros, ninguna persona trabajador universitario deberá quedarse sin el sustento para su familia y ningún estudiante deberá irse de la universidad por un motivo económico. Debemos blindar el trabajo y los servicios estudiantiles, asumiendo que será necesario priorizar, flexibilizar y tomar las medidas que en el marco de lo posible se requieran para tener resultados a corto y mediano plazo.
Las posiciones de algunos colegas académicos en esta red institucional sobre el tema, pareciera asumir un discurso facilista o simplemente, de analistas de la situación. Las nuevas autoridades que asuman la universidad deben hablar claro y definir la ruta a seguir, comunicar adecuadamente la estrategia, actuar con una marcada dosis de autocrítica y dar el ejemplo para el resto de la comunidad universitaria. Es urgente retomar la credibilidad de nuestras autoridades. Se deben tomar las medidas necesarias y se debe tener el temple, la inteligencia y la humildad para decirlo y para realizarlo. Se requiere de mucho diálogo y de saber escuchar, pero sobre todo, es hora de tomar decisiones y de avanzar. La familia universitaria debe volver a creer y estoy seguro que juntos podemos tener la U que necesitamos.
Les invito a conocer más de esta propuesta en este link
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