La nueva aplicación que quiere ser la Uber de los campamentos
Bloomberg | Miércoles 17 mayo, 2017 11:30 a. m.
Según un informe de la Outdoor Foundation, los estadounidenses pasan 598 millones de noches por año bajo las estrellas. Con un promedio de $40 en gastos y tarifas por noche, son US$24.000 millones que se gastan sólo en campings. Sumando todos los costos relacionados —equipos, transporte, comida—, la Outdoor Industry Association calcula que la industria genera una cifra más cerca a los $167 mil millones por año.
Pero el exbanquero de inversión Michael D’Agostino, que se crió acampando en una granja en Litchfield, Connecticut, todavía dice que la industria es un negocio fallido.
El punto de inflexión llegó hace algunos veranos, cuando D’Agostino se encontraba de vacaciones “justo frente a un campamento de 40 personas en una convención de la Wicca: togas y observadores de OVNIs y gente que corría desnuda y todo”. No era el fin de semana tranquilo que había imaginado con su esposa, contando estrellas, escuchando a los grillos y con la panza llena de filetes de primera calidad asados con un fuego hecho por su cuenta.
“Nos resignamos a compartir un prado con ellos”, dijo sobre los practicantes de la Wicca, “pero tuvimos que dejar a la perra en la carpa —se estaba volviendo loca— y fue como acampar en Times Square”.
Lea más: Uber llega a cuatro países de Centroamérica
La experiencia lo llevó a crear Tentrr, una aplicación gratuita para iPhone que elimina las conjeturas a la hora de acampar. Tentrr permite al usuario encontrar y reservar campings totalmente privados en paisajes aprobados y bucólicos, todo a pocas horas de viaje en auto desde las grandes ciudades. Los lugares están diseñados personalmente por D’Agostino y siguen un modelo estandarizado: carpas de expedición de lona cosida a mano de Colorado, emplazadas sobre una tarima elevada con sillas Adirondack. También se garantizan mesas de picnic hechas de madera brasileña y lluvia con sol por todos los campamentos, como también retretes portables para campings, hoyos para hacer fogatas, utensilios de cocina y parrillas. ¿Y para dormir? Colchones inflables con colchonetas de plumas, no bolsas de dormir.
Expansión
Tentrr salió en una versión beta el verano boreal pasado, con solo 50 campings en el estado de Nueva York, mientras D’Agostino averiguaba cómo sumar a las compañías de seguros de responsabilidad civil a su tajada de la economía compartida. Pese al comienzo discreto, la aplicación ya consiguió $4 millones en fondos y 1.500 reservas, el 40% hecho por personas que nunca habían salido de campamento.
El truco, dijo D’Agostino, es sacar a los campistas de los parques nacionales o estatales y trabajar con propietarios privados. Entre los cuidadores de sus campings hay un grupo de productores de lácteos de cuarta generación, un contratista que administra un estudio de grabación en su granero y una actriz “no identificada” con extensas propiedades en el Valle del río Hudson en Nueva York. Todos disponen de decenas, si no cientos, de hectáreas (las carpas cuentan con calefacción de calentadores cilíndricos hasta noviembre; al terminar la temporada de campamentos, sus cuidadores o empleados de Tentrr desmantelan los campamentos y los almacenan a resguardo del clima).
Suena limitado, pero Tentrr está montando entre 10 y 20 campamentos por semana, y los cuidadores de las carpas pagan una tasa única de $1.500 para ingresar (que cubre el armado de su campamento, tasado en $6 mil). “Venimos propagándonos como reguero de pólvora de boca en boca”, dijo D’Agostino. “Abrimos un campamento y uno se transforma en 30”. Pero él es cauto para no expandirse demasiado rápido y restringirá el crecimiento de su empresa a un máximo de 35 campamentos nuevos por semana. Es una iniciativa para cerciorarse de que la demanda siempre supere la oferta.