La regulación de los activos digitales en Costa Rica
Leiner Vargas lvargas@una.ac.cr | Viernes 08 abril, 2022
La llegada de la internet 3.0 y la convergencia de cambios tecnológicos asociados con el uso de la tecnología de cadena de bloques o “BlockChain” por su traducción al inglés, aunado con los cambios en los modelos de negocios de la industria financiera y de servicios digitales, conocidas como “FINTECH”, están provocando una transformación muy fuerte en las industrias financieras, de seguros y comerciales en general. Las ventajas de la utilización de la ciencia de datos a gran escala “BIGDATA” en conjunto con la llegada de la internet de alta velocidad, conectada a la realidad virtual conocida como “METAVERSO”, genera transformaciones radicales de los modelos de negocios y la forma en como consumidores financieros y oferentes de servicios financieros y comerciales operan en el mercado.
Uno de los primeros resultados de toda esta nueva revolución digital ha sido la llegada del dinero digital y en particular, el desarrollo de los negocios del ecosistema cripto. Las criptomonedas, son esencialmente activos digitales que facilitan el intercambio en este nuevo entorno digital, garantizando tiempo real en las transacciones, reducción sustancial de los costos de verificación y validación de las mismas y sobre todo, un modelo descentralizado donde se protege al consumidor financiero y sus datos de compra y venta, resolviendo los graves problemas de abuso del uso de datos que han sido ampliamente criticados por el modelo de WEB2.0 y que llevaron a múltiples casos de abuso del poder central y de las grandes corporaciones del mundo digital. Es así como las Finanzas descentralizadas “DEFI”, permiten un accionar mucho más efectivo y eficiente del sistema centralizado existente y basado en un banco o gobierno central.
Si bien el efecto de estos cambios tecnológicos están apenas iniciando en algunos segmentos de la industria financiera, de seguros y lo relacionado a otras actividades comerciales como las actividades de logística o el manejo de las industrias de turismo y de alimentos, existen grandes empresas globales que exploran el uso de la ciencia de datos, la tecnología “blockchain” y la interconexión con la llegada de la realidad virtual y realidad aumentada en la nueva interfaz de la WEB3.0, lo que dará nuevos y complejos espacios de interacción de los consumidores y de las empresas en un mundo digital, muy distintos a los que hoy conocemos. Es por lo anterior que resulta valido preguntarse, si ¿será prudente regular o no dicha dinámica? y de llegar a una respuesta afirmativa, resolver el ¿cómo? hacerlo.
En medio de una visión parcialmente enfocada en los posibles efectos negativos del fenómeno de las finanzas descentralizadas, algunos han venido planteando la necesidad de regular el mercado de las criptomonedas y del dinero digital de manera tal que se procure evitar el blanqueo de capitales y la posible utilización del dinero digital para esconder transferencias de transacciones de armamento y de negocios ilícitos en general. Quiero decirles de una vez por todas, que estos negocios, los ilícitos, no iniciaron con la cripto-economía y las monedas digitales y que tampoco, la solución de una regulación estricta de dichos activos los va a detener o eliminar como algunos plantean. Tal como decían mis abuelos, el frío no está en las cobijas. Hemos tenido problemas muy serios en el sistema financiero basado en dinero centralizado “FIAT”, muy a pesar de las limitaciones que ya existen y de la amplia y burocrática regulación que lleva a cabo la SUGEF y otros órganos institucionales.
En primer lugar, debemos entender que los negocios digitales encriptados están basados en plataformas digitales que son poco viables de regular, dado que podrían simplemente moverse a zonas geográficas de libertad tecnológica y bajo plataformas FINTECH, podrían seguir funcionando los intercambios y las transferencias de monedas entre personas e inclusive empresas, sin la posibilidad de control alguno por los actores regulatorios. Además, sería claramente un apagón al desarrollo de los negocios y del ecosistema formal que hoy en día ya existe, por lo que tendríamos costos de inversión, empleos perdidos y el traslado de inversiones del país a terceros países o regiones. He de decirles a los que no han incursionado en este ecosistema de la cripto-economía y los negocios del dinero digital que el tamaño del negocio existente en el país es de alrededor de los 400 millones de dólares y con datos crecientes en cada momento. Regular de forma abrupta y con desconocimiento de la industria sería, como los movimientos ludistas del siglo XVIII en Inglaterra al enfrentarse a los telares que mecanizaban la industria textil. Frenar el desarrollo digital y las tecnologías del presente por prejuicios o desconocimiento de este, a todas luces parece más un mecanismo de defensa de los sectores financieros obsoletos que tenemos más que un avance hacía una modernización y adaptación a los cambios disruptivos del presente.
En segundo lugar, la regulación debe procurar un balance entre los costos de transacción que creará, llámese burocracia, reglas, disposiciones y mecanismos de cumplimiento y los efectos reales o efectividad en el cumplimiento de dichas disposiciones. Ya hemos visto como en otras actividades como el transporte o el turismo, las plataformas de servicios digitales pueden auto regularse de forma mucho más sencilla, sin tener que crear amplios costos de transacción como los pretende crear el proyecto de ley que se encuentra en la corriente legislativa. He de sugerir entonces enfrentar la regulación entendiendo todo el ecosistema de negocios del mundo de la cripto-economía, en lugar de iniciar a retazos, poniendo parches de uno u otro lado. Es obligación entonces enfrentar una regulación costo-efectiva y preguntarnos si queremos ser parte de este nuevo mundo de negocios y de transformaciones digitales o si pretendemos, como el avestruz, meter su cabeza en la tierra y pensar que con ello resuelve la tormenta que tiene al lado.
Finalmente, quisiera hacer un llamado a los representantes legislativos y a los órganos involucrados en SUGEF y Banca Central para que favorezcan un conocimiento más profundo de la industria y valoren una regulación prudencial no basada en un prejuicios, sino en el costo beneficio social del nuevo ecosistema que tenemos en frente, apostando por mantener los espacios abiertos a la innovación y disrupción digital y evitando hacer crecer de manera innecesaria los costos de transacción y transición a esa nueva realidad global que tenemos en frente. El gran riesgo de hacerlo de forma errada sería como, el intentar poner un muro o un cerrojo en la presa de agua que enfrentamos hoy, se provoque una catástrofe mayor al desbordarse e inundarse a posteriori. Invito a ser muy prudentes y favorecer un dialogo mayor y un conocimiento más amplio del tema. Regular sin conocimiento o por prejuicio podría ser mucho más costoso, que algún posible efecto colateral que se intente evitar con ella.
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