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La inconsistencia es la constante

Claudio Alpízar redaccion@larepublica.net | Jueves 11 junio, 2015


Sin tregua

La inconsistencia es la constante

No olvidemos que el recorte al Presupuesto 2015, que la oposición legislativa a la Administración Solís pretendió a finales de 2014, no cuajo porque el diputado Otto Guevara y sus compañeros de partido no acuerparon el informe de mayoría presentado por la Comisión de Asuntos Hacendarios. El partido más “sofocado” por la reducción del presupuesto fue quien le “disparó” a una iniciativa que tenía los votos para aprobación.
En días pasados el Ministerio de Hacienda remitió su segundo presupuesto extraordinario a la Asamblea Legislativa, fue aprobado en la Comisión mencionada con un significativo recorte, pero de nuevo los que abogan por una disminución del gasto público fueron quienes nuevamente lo boicotearon en Plenario.
En esta segunda ocasión el Movimiento Libertario se acompañó del PLN y de los partidos cristianos, todos respaldaron al Frente Amplio en la negativa de reducción. ¡Sí, aunque usted no lo crea! Inclusive evitaron el recorte al Ministerio de Cultura que tiró millones en el fracasado FIA 2015. Todos ejemplos de inconsistencias.
Es políticamente complicada la interrelación parlamentaria entre un Poder Ejecutivo y adversarios políticos que no tienen claridad sobre sus objetivos y que no se han planteado con puntualidad la agenda que pretenden impulsar. Con este panorama llegar a acuerdos fundamentales se convierte en misión imposible, más cuando la fracción oficialista también hace “grandísimos esfuerzos” por aportar sus inconsistencias todos los días.
El laberinto o atolladero de nuestro país es más que estructural, puesto que en mucho tiene su raíz en el poco conocimiento que tienen los actores políticos de las prioridades nacionales, aun con el aporte trascendental que al respecto dan los múltiples informes del Estado de la Nación.
Lo anterior sumado a grupos empresariales que parten de la premisa irresponsable de creerse actores ajenos al acontecer nacional, limitando en forma irresponsable su aporte a un mejor ambiente político.
No se vale promover el crecimiento como beneficio unilateral, limitando los beneficios sociales a la generación de empleo únicamente y aferrados a un salario mínimo como única fórmula para alcanzar beneficios sociales.
La sensibilidad social que algunos actores privados promueven es una prédica hacia afuera, que en ocasiones es casi nula a lo interno de ellos.
Empero, reclaman beneficios nacionales cuando ni siguiera los establecen a lo interno de sus organizaciones. Los gobernantes dirigen, pero no son los únicos responsables del deterioro social.
Los empresarios en países desarrolladas tiene mucha responsabilidad en el éxito social y económico de sus comunidades, tanto por ser consistentes con sus responsabilidades, como por ser consecuentes entre lo que plantean, lo que quieren y lo que hacen en su espacio inmediato de acción, lo que termina resonando a lo externo de sus empresas y en las vidas de sus colaboradores.
Cuánta razón la de Milan Kundera—escritor checo— cuando dice que “si las personas solo fueran responsables de lo que hacen conscientemente, los idiotas estarían de antemano libres de cualquier culpa”.

Claudio Alpízar Otoya

Politólogo

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