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La integración del gabinete presidencial

Vladimir de la Cruz vladimirdelacruz@hotmail.com | Miércoles 22 junio, 2016


Al final pesa, quizá más que la del mismo partido o sus autoridades políticas, en la integración del Consejo de Ministros, la opinión del presidente electo


Pizarrón

La integración del gabinete presidencial

La elección de presidente y de diputados es dividida, de manera que, por un lado, se elige al presidente y a sus vicepresidentes, y por otro, a los diputados.
El partido político que gana el Poder Ejecutivo lo hace al 100% de su integración. El presidente electo tiene toda la facultad constitucional para nombrar sus ministros, compañeros de trabajo, y es lógico que así sea. Esto no le impide nombrar personas de otros partidos o que por relevancia de sus méritos los llame a integrar su Consejo de Gobierno.
En el Poder Legislativo por el resultado electoral se nombra, proporcionalmente al número de votos, la cuota de diputados de cada partido por la provincia respectiva. Así, el Poder Ejecutivo es, en su integración, unipartidista y el Legislativo multipartidista.
Si el Gobierno se ganara por una coalición de partidos obviamente la integración del gabinete se haría de conformidad al peso de esos partidos, dentro de la coalición, en la distribución de ministerios. Esta situación no se ha dado en la historia costarricense del siglo XX ni en lo que llevamos del siglo XXI. Ni siquiera la alianza, a medio periodo del gobierno de Calderón Guardia le dio ministerios a Vanguardia Popular. Calderón siguió gobernando con sus ministros y los diputados siguieron siendo de ambos partidos. Tampoco en la elección de 1944, que realmente hubo una coalición, el Bloque de la Victoria, entre los partidos Republicano y Vanguardia Popular, le produjo ministros al Partido Comunista.
Hay más ministros y viceministros de origen comunista en el actual gobierno del PAC, que habían dejado de pertenecer a Vanguardia Popular, porque eran militantes activos del ala izquierda del PAC, al momento de la elección de Luis Guillermo Solís, lo que pesó en su escogencia interna. Distinta integración de gabinete, probablemente, hubiera sido si Juan Carlos Mendoza, Ottón Solís o Epsy Campbell hubieran sido electos como presidente.
Esto para señalar que al final pesa, quizá más que la del mismo partido o sus autoridades políticas, en la integración del Consejo de Ministros, la opinión del presidente electo, que puede tranzar con los distintos bloques de su partido y de los sectores, principalmente empresariales, no tanto los sociales, la escogencia de los ministros. Hasta hoy así ha sido.
La crisis que tiene el actual gobierno en la dirección del país, de rumbo certero en el desarrollo económico, social, e institucional, ha provocado en sectores políticos, principalmente, la crítica a sus ministros, y a pedir cambio de ellos. El propio Presidente ha reconocido esta situación diciendo que ellos tienen su confianza aunque andan, en general al 70%, y los pasa amenazando, con la vaina vacía, de que realizará cambios en el gabinete, lo que agudiza la crisis si no hace los cambios.
El intento de unidad nacional, del gobierno con los sindicatos, en el Teatro Melico Salazar, no produjo cambios en el gabinete y ni siquiera una profundización de políticas sociales gubernativas. El alza de salarios, el apoyo económico a las universidades y la Ley Procesal Laboral, del primer año, tan solo fue un alegrón de burro. Igual sucedió con las elecciones municipales. La unión electoral del Frente Amplio y el Gobierno fue un verdadero fracaso porque, en ambas situaciones, no hubo capacidad política de avanzar unidos puesto que ninguno de ellos tiene capacidad política, por ahora, de ceder pretensiones y posiciones.

Vladimir de la Cruz

 

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