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Miércoles, 30 de octubre de 2024



NACIONALES


La mesa 1657

| Lunes 03 febrero, 2014


Un día electoral como pocos. En forma inusual desde las primeras horas los votantes no dejaron de fluir al recinto electoral en este Centro de Recepción de Votos. Gerson Vargas/La República


La elección por dentro en escuela Dante Alighieri, Montes de Oca

La mesa 1657

La experiencia de una periodista de LA REPÚBLICA en una mesa electoral

Cinco mujeres entre miembros de mesa, fiscales y auxiliares electorales se aprestan a las 5 a.m. a preparar el recinto 1657. Abren la “tula”, revisan material, y sin novedad alguna se levanta el acta de apertura.

Padrón e instructivo en la puerta, urnas montadas. Mesa ordenada. Todo listo para recibir 550 votantes; padrón dominado por mujeres: 277 contra 273 hombres. Y suena el timbre.
Seis y un minuto entra el primer elector.
Una mesa de mujeres representantes de los partidos Acción Ciudadana, Frente Amplio y Liberación Nacional, junto con las jóvenes auxiliares del Tribunal Supremo de Elecciones tuvo a cargo la vigilancia en este recinto, en esta nueva convocatoria a la ciudadanía costarricense para elegir presidente, dos vicepresidentes y 57 diputados.
En esta oportunidad a diferencia de otras elecciones, algunos miembros de mesa vestimos nuestros colores partidarios, con la venia del TSE.
Sigue la afluencia de electores “mañaneros”. Recibiendo el friíto tempranero. Una primera hora entretenida, por un regular flujo de votantes, que nos hizo olvidar la falta de desayuno. Y en medio del trajinar llegan las primeras meriendas.
La asistencia de los primeros votantes dio la alerta de lo que el resto de la mañana propondría.
Cerca de las 10.30 aumenta el ritmo en la mesa, firmando y doblando papeletas, mientras en la entrada empieza a formarse la primera fila. Más voces, pitos y bocinas empiezan a inundar los recintos electorales.
Después de llevarle el ritmo a cuatro procesos, el de este 2 de febrero de 2014 ha sido el más concurrido, por la mañana. Justo a las 12 mediodía, el corte arrojaba una inusual cantidad de votantes: cerca de 200, más de una tercera parte había cumplido con su deber patrio.
Pocos hechos se sucedieron fuera de la acostumbrada rutina de un día electoral en nuestro país.

La caída al suelo de la mampara del recinto secreto y junto a ella la de las papeletas ante los ojos de un paciente elector y la mirada de nosotros, los miembros de mesa, rompió la monotonía.
Una adulta mayor, tras haber dicho que no requería ayuda, se sale de la urna para preguntar cómo hacerlo. Se transforma en voto asistido. Al igual que otros tres ciudadanos que demandaron asistencia.
Y una papeleta se rompe al ser desprendida del talonario llevando a casi detener el proceso, y a convocar al delegado del TSE, quien pocos minutos después acude a resolver la situación. Quedó como una incidencia.
Los electores algunos con rostros serios, otros sonrientes pero todos orgullosos y atentos con un buenos días en la boca cumplieron su deber en la mesa 1657.
Al igual que en el resto de las juntas receptoras ubicadas en el centro de votación en la escuela Dante Alighieri los votantes de mi junta receptora con orden, seriedad y alegría revivieron una vez más el deber y derecho al voto.

Gabriela Masís
gmasis@larepublica.net
@La_Republica







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