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COLUMNISTAS


Las instituciones sociales de Costa Rica

Emilio Bruce ebjreproduccion@gmail.com | Viernes 22 noviembre, 2019


Sinceramente


En los años 40´s se inició la construcción de casas baratas con propósito social. El propósito claro y explícito era transformar inquilinos en propietarios, era acabar con el tugurio y crear una sólida clase media propietaria no proletaria. Luego ese esfuerzo y ese “departamento de casas baratas” fue rebautizado INVU y fortalecido, luego se duplicó con otra autonomía y luego se triplicó con un banco de segundo piso. Hoy el efectivo “departamento de casas baratas” con sus competencias triplicadas y su parálisis interna alcanzada a través de procedimientos y por regulación, construye miles de viviendas pero no las suficientes para la Costa Rica de hoy y una vez más estas tres instituciones sociales dedicadas a construir casas baratas caminan al paso y al ritmo de la regulación excesiva y al son de los intereses políticos y económicos dentro de ellas y de fuera, donde los constructores están amarrados.

¿Qué pasó? ¿Cómo recuperar el sentido de construir casas baratas y donarlas a quienes no pueden comprarlas o financiarlas a quienes pueden forjarse su propio porvenir? ¿Cómo suprimir la politiquería de los Bonos de Vivienda, regulaciones sin fin y las duplicaciones que destruyen los esfuerzos bien intencionados de miles de funcionarios buenos y trabajadores?

Desde hace siglos el paternalismo estatal ha permeado nuestra cultura. Si leemos los archivos de la Real Audiencia en Guatemala y las peticiones al Rey, nos damos cuenta del paternalismo que nos ha diferenciado cultural y económicamente de los países anglosajones del norte. El Rey era dueño de todo y al rey se le pedía todo. El presidente de la República fue el reemplazo republicano del Rey y al Poder Ejecutivo se le pide de todo y de él se espera todo.

Dice el antiguo refrán oriental que es de más provecho social enseñar a pescar que regalar un pescado al día. En Costa Rica los programas asistenciales son los favoritos de las múltiples instituciones dedicadas a combatir la pobreza. Así fortalecen el clientelismo y favorecen a su base electoral partidaria. Enseñar a pescar está muy alejado de sus objetivos y de sus logros.

Tenemos que dar vuelta a la tortilla y enseñar masivamente a pescar, a los costarricenses a valerse por sí mismos. Los valores deben de cambiar y esa dependencia del estado debe de combatirse de manera radical. El paternalismo, el clientelismo y el asistencialismo son facetas todas de un mismo problema y de nuestra cultura. Debemos cambiar y cambiar urgentemente.

Es claro para todos que la asistencia social es indispensable para que las personas afectadas de los problemas de educación, destreza y fortuna puedan cambiar, re educarse, re entrenarse y ponerse de pie. No es cuestión de pensar que la asistencia se debe de suprimir, pero el énfasis debe de fijarse en enseñar a pescar y no en crear una enorme y costosa estructura para regalar miles de peces diariamente. El estado gasta más en su estructura que en la ayuda que llega a sus ciudadanos objetivos.

Tantas y tantas instituciones dedicadas a la asistencia social deben de fusionares pronto y liberar más recursos para atender los problemas sociales y no solo para pagar sueldos y salarios, pluses y beneficios a quienes son parte de la enorme y pesada estructura que soporta ese esfuerzo social costarricense.

El país debe de transformar su cultura de dependencia, de paternalismo, de clientelismo hacia una cultura de empresarialismo, de esfuerzo individual para mantenerse uno solo sin que otros tengan que decirle en qué trabajar y tengan además que regalarle su sustento o parte de él por largos años. El fortalecimiento de la cultura de trabajo, disciplina, e independencia es urgente de desarrollar en Costa Rica.






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