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Las primeras luces del juego de pólvora electoral municipal

Vladimir de la Cruz vladimirdelacruz@hotmail.com | Miércoles 02 octubre, 2019


Estamos a cuatro meses de las elecciones de los 82 gobiernos locales, de las elecciones municipales como se conocen. En realidad son 82 elecciones en 82 territorios nacionales, que son los cantones. Una sola elección por cuanto se lleva a cabo en un solo día, pero de manera simultánea en todos los 82 cantones y casi 490 distritos repartidos en todo el territorio nacional.

En estas elecciones, en cada cantón, se eligen tres niveles de representación, la de los Alcaldes y vicealcaldes, la de los miembros de los consejos municipales, los regidores y sus suplentes, y las de los consejos distritales. En ellas se mueven miles de candidatos de elección popular.

En estas elecciones se procede de igual manera que como se hace con las elecciones nacionales de diputados. Se resuelven por el número de votos a favor de las papeletas de cada partido y se distribuyen proporcionalmente los electos de conformidad a los votos recibidos. En cuanto a los alcaldes gana el que tenga mayoría de votos. No opera en estas elecciones el criterio del 40% de votos para quedar electo como se hace con los resultados presidenciales, por lo que no hay segundas vueltas electorales.

En cada cantón y distrito se vive intensamente la elección particular de cada uno de ellos. En cada cantón de hecho se produce una discusión partículas sobre las virtudes y defectos de cada candidato a elegir así como de agitación particular de los problemas de cada cantón.

Desde el año 2002 se vienen realizando estas elecciones y de modo separado de las nacionales. Primero se estableció que fueran en el mes de diciembre del mismo año electoral. Así sucedió en el 2002 , en el 2006 y en el 2010. Luego se dispuso distanciarlas a medio período de gobierno, por lo que las elecciones del 2014 se prolongaron hasta el 2016, alargando para ese período el plazo de gobierno, de manera transitoria el plazo de cuatro años a seis años, de las autoridades municipales o cantonales. Por eso las próximas, vuelven al plazo de cuatro años de gobierno y electas justamente a la mitad de la gestión del actual gobierno.

Estos procesos fueron interesantes en los siguientes aspectos.

Las elecciones que siguieron a las nacionales, en diciembre del año electoral, tuvieron el impacto inmediato de esas elecciones nacionales y del partido que ganaba el gobierno, o el Poder Ejecutivo. Así, en el 2002 el partido que ganó las elecciones nacionales fue la Unidad Social Cristiana, con Abel Pacheco. Las elecciones municipales en diciembre de ese año la ganó mayoritariamente la Unidad Social Cristiana, 49 municipalidades. En el 2006 cuando gana Liberación Nacional, con Oscar Arias, las municipales de diciembre las ganó Liberación Nacional con 59 municipalidades. En el 2010, que de nuevo ganó Liberación Nacional, volvió repetir la mayoría de los gobiernos locales en poder el partido Liberación Nacional.

Las elecciones del 2016 fueron diferentes. Fueron gobiernos locales de seis años. Las elecciones tenían que hacerse a mitad del gobierno de turno, del Gobierno de Luis Guillermo Solís, del Partido Acción Ciudadana. El reto político planteado, ante las elecciones, estaba para el gobierno, el de aumentar su presencia en los gobiernos municipales. A pesar de un triunfo en segunda vuelta ampliamente poderoso para Luis Guillermo Solís, a los dos años de su gobierno su imagen política y gubernativa estaba desgastada. El reto no era solo el de tener una buena presencia en los gobiernos municipales sino el de elevar las pocas municipalidades que había electo en las elecciones del 2010, que no pasaba de una docena. No lo logró. Apenas eligió las que tenía, retuvo el número, aunque no las regiones.

El reto más grande en estas elecciones del 2016 lo tuvo el partido Liberación Nacional, el de mantener la mayoría de los gobiernos locales no siendo gobierno central, lo que se supone que ayuda, y porque ya no impactaba el resultado de las elecciones de febrero del 2014.

Liberación Nacional logró salir adelante en esa tarea. Quizá se le debe ese triunfo, con casi 50 Alcaldías bajo su control y con casi 60 gobiernos locales presididos por liberacionistas, resultados de sus alianzas municipales, a José María Figueres que estuvo al frente del Partido Liberación Nacional en ese tiempo, quien puso particular empeño en ese esfuerzo calculando también su eventual candidatura presidencial en el 2018, que le resultó fracasada.

Vinieron la elecciones nacionales del 2018, que pusieron una enorme tensión en el país y en el electorado nacional. Ya no había elección en diciembre de las municipales. Corresponde a las de medio período de este gobierno, por ello las elecciones municipales de febrero del 2020.

El resultado de las elecciones del 2018 también fue sorprendente. Ninguno de los partidos tradicionales en el ejercicio del Gobierno, Liberación Nacional y la Unidad social Cristiana, resultaron finalistas con opción a la segunda vuelta de abril del 2018. Fueron derrotados y sacados de esa posibilidad.

El Partido Acción Ciudadana, con Carlos Alvarado, remontó, por las particularidades finales de la campaña electoral, como el ganador final, teniendo de contrincante fuerte a Restauración Nacional, con el candidato Fabricio Alvarado.

El Partido Acción Ciudadana, aún repitiendo gobierno, no aumentó sustantivamente sus diputados, quedando con una minoría amplia en la Asamblea Legislativa. El partido Restauración Nacional sorpresivamente aumenta sus diputados para convertirse en la segunda fuerza parlamentaria, después de Liberación Nacional.

El Frente Amplio, que en el gobierno anterior, 2014-2018, había logrado un éxito parlamentario también sorpresivo, cayó de 9 diputados a uno en la actual Asamblea Legislativa, casi desapareciendo.

Las elecciones municipales, para estos y para todos los partidos, especialmente los que proyectan participar en las elecciones nacionales del 2022, son un enorme desafío.

Las elecciones municipales permiten ver los alcances territoriales, especialmente en campo organizativo partidario, de la influencia o presencia directa que tienen los partidos. De una u otra manera, es el control de gobiernos locales que pueden tener repercusiones importantes para esos partidos en las elecciones nacionales. También permiten visualizar posibles candidatos presidenciales y a a puestos legislativos en las elecciones del 2022.

No porque se ganen gobiernos locales se pueden ganar elecciones nacionales, porque las municipalidades operan como pequeños parlamentos, como pequeñas asambleas legislativas, conformadas multipartidariamente. Pero no deja de hacerse sentir el partido que gobierna una municipalidad, ante sus habitantes cantonales, si sabe hacer una buena obra de gobierno municipal, y la sabe cacarear.

Ante las elecciones municipales próximas, al momento de escribir esta columna, no tengo los datos cerrados de inscripción de partidos políticos y su distribución en todo el territorio nacional. Pero ya están los primeros números interesantes difundidos por algunos periódicos y medios de comunicación.

Los partidos Liberación Nacional, Restauración Nacional, y Republicano Nacional, según se ha dicho, son los únicos que inscriben en todos los 82 cantones.

Liberación Nacional es casi natural que así sea. Hasta hoy es la principal maquinaria política organizativa existente en el país. Existe de manera continua desde 1951 y participa en elecciones desde 1953, y de 17 gobiernos desde esa época ha dirigido el país en 9 ocasiones. La nueva dirección del Partido, con Constenla a la cabeza, y reforzada como se ha hecho en las últimas semanas, da la sensación de un partido más fuerte, vigoroso y unido hacia estas elecciones y la siguientes. Esto a pesar que hay tres grupos internos que tienen fuerte presencia y arraigo en ese partido, el de Oscar Arias, el de José María Figueres y el de Laura Chinchilla, por haber sido presidentes de la República los tres. A ello se suman las otras fuerzas presenciales, la Antonio Alvarez que está valorando sus posibilidades según aparezca en las encuestas, la del diputado Thompson de Alajuela y la del actual Presidente Legislativo, Carlos Ricardo Benavides, que podría ser el que más despunte en este proceso, hasta ahora como un eventual candidato hacia las elecciones del 2022.

Las otras sorpresas son el Republicano Nacional y Restauración Nacional.

En el caso del Republicano Nacional porque no responde ello al resultado de sus pocos diputados. Inscribir el partido en 82 municipalidades, es más que un ejercicio solo de papel. Podría estar la mano oculta organizativa de Rafael Angel Calderón Fournier en ese triunfo organizativo de inscripción electoral.

Restauración Nacional sufrió una división legislativa muy importante. De allí surgieron dos partidos, el del diputado y prácticamente el dueño de ese partido, que se quedó con el nombre, Carlos Avendaño, y el que formó el candidato presidencial Fabricio Alvarado, que tiene buena presencia en encuestas, y vamos a ver si en lo organizativo para estas elecciones municipales. En el caso del partido Restauración Nacional, está claro el papel de dirigente y organizados, con experiencia de Carlos Avendaño, y su derecho a la deuda electoral que puede remontar los 4.000 millones de colones, lo que le da un buen soporte organizativo ese partido, sobre todo porque pueden pagar “pastores” para sus ovejas electorales y porque existen casi 4000 clubes religiosos de estas sectas y grupos religiosos, y pentecostales, en todo el país, que operan como clubes políticos. No hay un solo partido “laico”, no confesional, que tenga ni siquiera un local en cada uno de los 82 cantones. Contra esto tienen que luchar. Está claro que los grupos religiosos van por obtener todo el poder institucional en el país, desde las municipalidades hasta el gobierno central. Que no haya dudas en este objetivo.

El partido de Fabricio Alvarado está cuestionado por la organización que ha presentado Carlos Avendaño. No sabemos en este momento cuantas municipalidades tendrán la presencia de Fabricio Alvarado.

El Partido Acción Ciudadana, que por segunda vez ejerce el Gobierno de la República, y de manera consecutivo, apenas alcanza las 50 municipalidades en inscripción para las elecciones. Demuestra su debilidad organizativa claramente. Dos gobiernos es para que tuvieran un alcance organizativo regional en todo el país. Tiene organización partidaria pero pareciera muy alejada de la acción del gobierno, descoordinada de la acción ejecutiva, sin sacarle provecho.

El Frente Amplio anunció que pasa las 30 municipalidades en las que participará con candidatos propios. Evidencia que no se repone del fracaso electoral del 2018. Igualmente muestra una gran debilidad político organizativa. No han hecho el balance correcto de la derrota electoral del 2018, en términos de representación popular, ni tampoco han podido hacer el balance positivo que puede significarles un diputado y una ministra. Pareciera que tienen una sombra encima de carácter negativo por la presencia en el Poder Ejecutivo, y por el aparente mal desempeño político parlamentario de su diputado. A ello se les suma la mala imagen ante sectores progresistas, sindicales, y anti tradicionales que tiene el gobierno y sus aliados por las políticas financieras, tributarias y laborales que se están impulsando.

El partido Unidad social Cristiana aún no ha publicado ni anunciado en cuantas municipalidades va a a participar. Igual con los otros partidos. Hasta ahora sabemos que en total pueden llegar a inscribirse poco más de 100 partidos en los 82 cantones para las elecciones municipales de febrero del 2020.

No avanzamos sustantivamente en coaliciones electorales, o en fusiones electorales cantonales. Cada partido va por lo suyo. Falta desarrollar la cultura política de las alianzas, de los acuerdos, de las coaliciones y fusiones electorales.

En el escenario costarricense no estamos aún maduros para que hayan definidas algunas fuerzas electorales con fuerza, como grandes bloques políticos, los socialdemócratas, los socialcristianos, las izquierdas, los pentecostales en todas sus denominaciones, y los grupos liberales. Soy de la idea de que deberíamos avanzar hacia esta conformación de grupos políticos electorales, lo que le daría mejor resultado a la democracia nacional para poder tomar acuerdos nacionales, de mediano y largo plazo.

Estas son las primeras luces del juego de pólvora que inicia.


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