Las ratas de Alan García
Arturo Jofré arturojofre@gmail.com | Viernes 17 octubre, 2008
Arturo Jofré
Perú ha sido, como muchos países, víctima de una corrupción acentuada. Fujimori al asumir la presidencia se centró en denunciar los actos corruptos del gobierno de Alan García, por lo que este optó por abandonar el país. Pero la rueda sigue girando y después fue el gobierno de Fujimori el que se vio envuelto en una crisis de corrupción que acabó con su gobierno y también tuvo que abandonar el país.
Alan García asumió de nuevo la presidencia con el reto de cambiar la imagen de su anterior gobierno. Ofreció y prometió que la corrupción no sería permitida y el pueblo peruano le dio una nueva oportunidad. El desprestigio de Fujimori, su acusador, ayudó a su regreso.
Alan García ha ido cumpliendo sus promesas, pero ya apareció un acto de corrupción que tiene alarmada a la nación. Sin embargo, su determinación fue clara y, cuando se descubrió que había gente de alto nivel involucrada en negocios oscuros con la empresa noruega Discover, la cual aspiraba a la adjudicación de la exploración petrolera en varios lugares del país, el Presidente estalló en rabia y llamó ratas a quienes se hubiesen prestado para esto, solicitando de inmediato al Ministro de Justicia que hiciera las denuncias. Y la cacería se está dando sin tregua. Un medio de comunicación peruano pone en la boca de un ministro una frase que refleja la molestia de los colaboradores del Presidente: “el gobierno se la ha pasado haciendo un ejercicio de demostración muy austero, tienes a todos en ese plan y viene un par de hijos… y te manchan la pechera”.
¿Qué de nuevo tiene esto en América Latina? Hay cosas interesantes que vale la pena observar. Primero, que no importa cuán severo y cuidadoso sea un gobernante, la posibilidad de brotes de corrupción está en algún grado fuera de su control. En política hay gente dispuesta a servir, pero también hay gente que piensa más en cómo puede obtener provecho personal de los cargos. En política muchas veces se deben pagar favores políticos, o se favorecen amistades mal concebidas, y allí comienzan los riesgos de quienes se proponen de verdad una gestión sin contaminantes. Pero hay que ser justos, a veces es difícil distinguir y cualquiera se puede equivocar y poner a las ratas a cuidar el queso.
Segundo, si un gobierno no está exento de hechos de corrupción, su actitud debe ser firme y oportuna para extirparlos de manera radical cuando estos aparezcan. Tan pronto habló Alan García renunciaron el Ministro de Energía y Minas y el presidente de Petroperú, además ordenó suspender el contrato con Discover. Esto es lo más importante, lo que define una gestión en términos de corrupción, lo que hace que la sociedad se sienta más confiada. No es el acto corrupto lo peor, sino la forma en que lo encaramos.
Tercero, la oposición debe ser muy responsable en sus denuncias. Uno o unos pocos no son un gobierno. La tarea de un gobierno es prevenir y extirpar, la tarea de la oposición es denunciar con fuerza y mesura. Eso ayuda a la democracia.
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