Las consecuencias de la pérdida de valores
| Lunes 10 diciembre, 2012
Es fundamental que en el sector público y privado prevalezcan valores que conduzcan a un cambio para recuperar lo que éramos: un país de gente solidaria como lo decíamos con orgullo ante el mundo
Las consecuencias de la pérdida de valores
Los valores siempre han estado presentes y son fundamentales para la buena convivencia de los costarricenses. Son importantes en nuestra vida porque nos ayudan a formar a las personas. Son principios que nos permiten orientar nuestro comportamiento en función de realizarnos como personas.
Un valor verdadero y universalmente aceptable es el que produce un comportamiento que beneficia tanto a quienes lo ejercitan como a quienes lo reciben (EYRE. L.).
Nuestro país además de dejar de ser la “Suiza Centroaméricana”, hace varios años se ve inmerso en una gran crisis de valores como la honradez, la transparencia y la honestidad.
Se siente, con pesar, la cada vez más notable pérdida de estas cualidades en nuestro país y se da unas serie de situaciones que lo reflejan claramente, como el deseo de muchos de obtener recursos lo más fácil y rápido posible, como la falta de solidaridad, así como la corrupción que se sigue dando en el sector público y privado.
Un elemento sustancial tiene que ver con el hecho de que esta pérdida de valores se ha dado de manera continuada.
En épocas anteriores la honestidad, integridad y respecto a los demás eran el norte que guiaba el accionar de los costarricenses.
Actualmente, más bien predominan los antivalores como “Hacerse rico sin trabajar mucho”, “No importan los medios para lograr los fines “y “La poca transparencia en las actuaciones de las personas”.
Nos hemos acostumbrado a problemas de corrupción, de inseguridad ciudadana y a ser menos solidarios. Esto no es evolucionar, es dar marcha atrás.
El desarrollo social y económico actual exige hoy más que nunca de las instituciones responsables de la formación de personas, una respuesta oportuna y proactiva, porque debemos seguir creyendo que hay esperanza, que se pueden generar los cambios desde el seno mismo de la familia, de la escuela y por ende de la sociedad.
El proceso de construcción de una sociedad con elevados valores, se puede llevar a cabo en la medida que cada sociedad como un todo sea más solidaria y transparente. La costarricense podrá mejorar significativamente en la medida que se cultiven los valores, especialmente aquellos que procuran el respeto del ser humano.
En esencia, debemos educar para desarrollar un ser que se respete a sí mismo, a los demás y a la naturaleza y que tenga valores espirituales.
El sistema educativo debe cambiar cualitativamente, ser más exigente, brindar una educación integral, volver a los valores esenciales de respeto, responsabilidad personal, honestidad y dignidad.
Es fundamental el papel que debe jugar la educación, para propiciar un retorno a esa cultura de valores. La educación debe inspirar para la integridad y la transparencia. Debe formar personas capaces de guiar a Costa Rica por un rumbo que propicie la solidaridad, el desarrollo económico y la protección y sostenibilidad del medio ambiente.
En una sociedad costarricense cada vez más dividida entre los que más y los que menos tienen, es decir, con mayor desigualdad social y con 1.140.435 de personas pobres, es fundamental que en el sector público y privado prevalezcan valores que conduzcan a un cambio para recuperar lo que éramos: un país de gente solidaria. Lo decíamos con orgullo ante el mundo.
Es bueno tener presente lo expresado por el recordado Papa Juan Pablo II “en el sentido de que la mayor amenaza de las sociedades de hoy no viene de quienes quieren destruirla, sino de la pérdida de unos valores, que siendo cristianos, son valores universales”.
Bernal Monge Pacheco
Consultor externo