Las reformas: un juego macabro
Arturo Jofré arturojofre@gmail.com | Viernes 16 noviembre, 2007
Las reformas en áreas clave de una sociedad pueden levantarse sobre sólidos cimientos o sobre bases vulnerables. La Biblia nos enseñó a apreciar la diferencia entre construir sobre rocas o sobre arena. Costa Rica ha tenido en su historia cambios que la han marcado como nación en el campo de la salud, de la educación, de la legislación laboral, de la protección de su biodiversidad, de su sistema democrático. Estas reformas han sobrevivido a los tiempos, pero debemos aceptar que el pasado ha sido mucho más fructífero en este tipo de reformas que lo logrado en las últimas décadas.
En estos últimos años se han pactado importantes reformas en varias sociedades latinoamericanas, las cuales han nacido muy sólidas por su amplio respaldo político y social, lo cual les augura una larga vida. La característica de estos cambios es que se estructuran en torno a temas en que hay bastante convergencia de amplios sectores sociales, pero que por razones partidistas o falta de interés, no se les ha dado el espacio ni la continuidad que merecen.
“¡Ay! Cuán grandes cosas se derrumban por motivos insignificantes”, exclamaba Claudiano. La historia nos muestra cuán fácil es hacer lo incorrecto. Sabemos que las obras relevantes en una sociedad son complicadas en su diseño, en la búsqueda de apoyo político y social, en su ejecución y en su mantenimiento. Por eso, debemos hacer esfuerzos por que una vez que se logre el éxito en un campo determinado, esta obra sea impermeable incluso ante la eventual aparición de personas que por falta de visión, por ineptitud o simplemente porque no es “su obra”, priven a la sociedad de sus logros.
En Costa Rica hemos sido testigos de varios planes para erradicar la pobreza, para realizar reformas educativas, para mejorar la seguridad, etc. Algunos con una visión de largo plazo, con propuestas interesantes y siempre bienintencionados, pero muchos han tenido un impacto efímero o no fueron mantenidos en el tiempo. Ahora Costa Rica está viviendo un proceso de reformas interesantes y la educación es un buen ejemplo. Algunas medidas focalizadas que se han estado ejecutando con éxito se refieren a la disminución de la alta deserción en colegios, el enfrentamiento a la corrupción histórica en los nombramientos de maestros, la aplicación de pruebas de conocimientos a los maestros que opten por posiciones en propiedad, la desaparición de pruebas nacionales sin valor agregado alguno. Falta mucho, pero hay norte y los cambios van en la dirección correcta.
La tarea que sigue es cómo transformar estos incipientes logros en educación, disminución de la pobreza y otras áreas, en estructuras sólidas que nos permitan seguir construyendo sobre ellas y no caer en el ciclo vicioso que nos frena el crecimiento. Qué frustrante es para un ejecutivo de la función pública construir obras en medio de grandes dificultades y después verlas caer. Para la sociedad es un juego macabro.
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