Liderazgo asertivo: la clave para mujeres que inspiran y transforman
Yolanda Fernández yolanda.fernandez@me.com | Martes 07 enero, 2025

Cuando nos corresponde liderar equipos de trabajo, como mujeres empresarias, el primer paso esencial es practicar la escucha empática. Esta habilidad va más allá de simplemente oír; implica conectar con las emociones de las personas y prestar atención genuina, sin emitir juicios sobre las opiniones que nos comparten. Es fundamental crear un ambiente donde nuestro equipo se sienta seguro para expresar sus ideas, incluso cuando sean contrarias a nuestro punto de vista. Después de todo, reconocer que "podemos estar de acuerdo en no estar de acuerdo" es una señal de madurez y fortaleza en el liderazgo.
Una vez establecida esta confianza, pasamos al proceso de concertación, el arte de llegar a acuerdos que permitan avanzar con claridad y propósito. Aquí es donde entran en juego herramientas y metodologías que maximizan la colaboración, como la Metodología Agile, Design Thinking, tableros visuales, la técnica del World Café o incluso ejercicios simples pero poderosos como la lluvia de ideas. Lo importante es que guiemos las conversaciones de manera ordenada, asegurándonos de que todas las voces sean escuchadas y valoradas. Este enfoque no solo fortalece la confianza en el equipo, sino que también genera respeto hacia las diversas perspectivas.
Con los acuerdos en la mesa, avanzamos hacia la toma de decisiones. Este es un momento crucial que debe estar respaldado por un cronograma claro de acciones y KPI’s (indicadores clave de desempeño) que sean específicos, medibles y alcanzables. Aquí, como líderes, debemos asignar responsabilidades con sabiduría, evitando cargar a alguien con tareas que excedan sus capacidades, lo que podría derivar en frustración y bajo rendimiento. Liderar no significa hacerlo todo, sino saber delegar con precisión y confianza.
Este enfoque es igual de válido tanto para startups como para grandes corporaciones. Implementarlo desde los primeros pasos de una empresa puede marcar la diferencia, pero si se aplica en una etapa avanzada, también puede transformar significativamente la dinámica del equipo. Un liderazgo asertivo no surge de la nada; es el resultado de una práctica consciente y constante.
El liderazgo, al igual que un músculo, requiere entrenamiento para fortalecerse. Como empresarias, debemos adaptarnos a los cambios generacionales y a la evolución constante de las empresas. Nada es estático en el mundo empresarial, y nuestra capacidad de ajustarnos con versatilidad a cada desafío define nuestra habilidad para liderar con éxito.
Cuando lideramos asertivamente, transformamos a nuestro equipo en un grupo de alto rendimiento, capaz de asumir responsabilidades con independencia y eficacia. Esto no solo libera nuestra carga, sino que también garantiza que las decisiones fluyan de manera óptima, permitiéndonos delegar con pragmatismo. Porque el verdadero liderazgo no se trata de controlarlo todo, sino de empoderar a otros para avanzar juntos hacia el éxito.
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