Lo reiteramos: ¡Costa Rica no necesita del FMI!
Albino Vargas Barrantes redaccion@larepublica.net | Viernes 12 febrero, 2021
Albino Vargas Barrantes
Secretario General
Asociación Nacional de Empleados Públicos y Privados (ANEP)
La secta ideológico-política, de corte fundamentalista-extremista, que controla la Casa Presidencial y la Asamblea Legislativa, con el apoyo de los medios de comunicación colectiva especializados en la práctica insana y enfermiza del periodismo de odio, insisten en imponernos un “convenio” con el Fondo Monetario Internacional (FMI), partiendo de tres medidas sustentadas en una grosera manipulación que, sin duda alguna, merece la más enérgica condena.
Primero: es absolutamente falso que la gente del FMI pidiera una ley de empleo público. Segundo: igualmente, es absolutamente falso que solicitaron la aprobación de un paquete de impuestos; y, mucho menos, que éste fuera en contra de las golpeadas capas medias y en contra de la gente pobre. Tampoco, la gente del FMI vino a exigir “venta de activos”, como suele definirse a la privatización abierta de las más rentables empresas públicas que todavía quedan en manos del pueblo costarricense.
Mienten, de la manera más descarada y vil, ejecutando una conjura de falsedades, una larga lista de amanuenses, presentadores de noticias, opinólogos y similares, editorialistas y columnistas que están acosando a la sociedad en el sentido de que, si no hay convenio con el FMI, Costa Rica se muere. ¡Nada más ruin!, por una parte.
Por otra, que el proyecto de empleo público, actualmente en trámite legislativo, sea condición indispensable para tal convenio, es una de las más repudiables mentiras de esa política sucia de agresión psicológica y de terrorismo ideológico que la secta política dominante está desplegando contra la gente, en estos momentos de gran tensión social.
Criterios altamente especializados provenientes de diversas fuentes de pensamiento sociopolítico y económico, han venido fundamentando la tesis de que Costa Rica no ocupa de convenio alguno con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Existen una buena cantidad de propuestas del más diverso orden que apuntan para una solución nacional al grave problema de las finanzas públicas, si fuese la búsqueda y la promoción del bien común la inspiración central de la acción gubernativa.
La corriente sindical en la cual militamos, misma que ha acumulado un valioso acervo de propuesta alternativa al modelo excluyente de sociedad que se nos viene imponiendo, está convencida, desde el mismo inicio de la campaña pro-FMI, de que el país no ocupa un convenio con esta entidad financiera internacional.
En tal sentido, hemos estado actuando de manera consecuente y hemos estado procurando aportar para que haya un fuerte sector social de múltiples componentes organizacionales, que haga de necesario contrapeso al bloque político-ideológico de la secta que ha venido controlando los poderes Ejecutivo y Legislativo.
Dicho bloque político-ideológico construido por la secta dominante de ambos poderes, no acepta argumentos de ninguna clase que no sean aquellos que sustenten su visión extremista del problema fiscal nacional. Tienen, además, un profundo menosprecio por el conocimiento acumulado por la sociedad en cuanto a las cuestiones de la integración social con inclusión económica; amén de que desprecian las opiniones expertas de alta calificación científico-técnica que les dice que ese fundamentalismo macro-económico y fiscal, solamente da base para escenarios de confrontación en diversos escenarios.
Así planteado tal estado de cosas en la realidad costarricense del momento, la acción sindical con fuerte sesgo corporativista-gremialista, no solamente representa un enfoque tremendamente egoísta e impropio para los altos niveles de exclusión social y económica que enfrentamos; sino que, fortalece el posicionamiento contra la sociedad que ha venido teniendo tal secta dominante al recibir ésta “oxígeno” político desde el lado obrero, el cual, por supuesto, no ocupa. Algunos, de nuestro lado, no quieren entender que los neoliberales no negocian, imponen; y lo que corresponde es pasarse del lado de la gente, de la ciudadanía excluida o a punto de serlo. Es éste el camino por el cual hemos optado en la corriente sindical que ocupa nuestro esfuerzo todos los días.