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¡Locura en Wimbledon!

EFE | Lunes 08 julio, 2013




¡Locura en Wimbledon!

Murray reinó en la Catedral, primera corona británica en 77 años

Andy Murray en acción ayer en el santuario del tenis, Wimbledon, donde volvió loca a la concurrencia local, ayuna de corona desde 1936. Glyn Kirk-AFP/La República

El británico Andy Murray dejó ayer el trofeo de Wimbledon en casa por primera vez en 77 años al derrotar en la final al número uno del mundo, el serbio Novak Djokovic, que claudicó ante el héroe local en Londres en tres horas y nueve minutos, por 6-4, 7-5 y 6-4.
En la pista central del All England Club, con el primer ministro David Cameron puesto en pie al concluir el partido, Murray conquistó su segundo trofeo de Grand Slam (ganó el último Abierto de Estados Unidos) y grabó su nombre como heredero del legendario Fred Perry, el último británico que conquistó Wimbledon, en 1936.
La final ponía a prueba una vez más el tradicional miedo escénico que acosa al segundo tenista del mundo ante su público, que le anima hasta la extenuación pero que, al mismo tiempo, añade sobre él una presión que en ocasiones no ha sabido manejar.
El escocés recibía en Londres, el que puede considerar su feudo, a un tenista en el cenit de su carrera, que luchaba por llevarse su sexto Grand Slam —el segundo este año, después de Australia— pero que llegaba al límite de sus fuerzas tras luchar casi cinco horas con el argentino Juan Martín del Potro en semifinales.
Transformado, convertido en un ganador después de años en el papel de víctima, Murray aguantó con solidez los primeros intercambios con el serbio, que pasó más apuros de los previstos para defender su saque en el juego inaugural.
El tenista local, que a los 14 años abandonó la nublada Escocia para perfeccionar su tenis en España, se sentía inspirado en la primera jornada de profundo verano que vive Londres este año, mientras que Djokovic trataba de protegerse del sol con una visera al inicio del partido y sufría ante los tiros ganadores de su rival.

Con todo, el tenis es un juego en el que hay tiempo suficiente para que el mejor se acabe imponiendo, a pesar de errores puntuales, y ayer Murray demostró más claridad que su rival.
Murray, que ya derrotó al serbio en la final de Estados Unidos de 2012 y que va camino de convertirse en su bestia negra, se puso con dos sets de ventaja y a partir de ahí volvió a perder pie, como le ocurrió en el segundo parcial.
El escocés veía la gesta a poca distancia y quizás por eso se mostró demasiado precavido. Tenía miedo de dirigir los tiros a la línea y apuntaba unos palmos más adentro, donde era más difícil fallar, pero también donde Djokovic tenía mayores opciones de devolverle los tiros.
El serbio, sin embargo, tampoco estaba fino y acumulaba casi 40 errores no forzados a las tres horas de partido, una estadística que dejaba a Murray paso libre para consagrarse definitivamente como uno de los mejores tenistas británicos de la historia.

Londres/EFE







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