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Miércoles, 27 de noviembre de 2024



NOTA DE TANO


Los futbolistas no pueden negociar con el técnico

Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Jueves 29 septiembre, 2022


Anthony Hernández, vive una aventura mágica
Anthony Hernández, vive una aventura mágica


En 1986, el gobierno de Taiwán invitó al director de la República, don Joaquín Vargas Gené a un viaje oficial y protocolario a visitar la isla.

En un gesto noble y solidario, don Joaquín me obsequió ese viaje, siendo redactor deportivo del periódico, como premio a mi primer año de sobriedad.

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Viajé como un rey, en clase “Dinastía”, hospedado en el Gran Hotel, en ese tiempo uno de los diez más lujosos del mundo y recibí atenciones que solo se le brindan a gobernantes o personalidades de altísimo nivel político, académico, artístico o deportivo.

Conocí y disfruté del primer mundo, de lujos y atenciones imposibles de sufragar por mi propia cuenta.

Dos años después viaje a Seúl, a dar cobertura a los Juegos Olímpicos 88 y en 1990 al Mundial en Italia.

Entonces, conocí de lujos que nadie me tiene que contar.

Anthony Hernández, el humilde futbolista de Fray Casiano de Puntarenas, se subió a la carabela en el muelle del Puerto, navegó miles de kilómetros y gracias a su talento futbolístico, descubrió un nuevo mundo.

Un nuevo y sorprendente nuevo mundo, suponemos que inimaginable para el joven jugador: el vuelo, las atenciones en el avión, los buses de lujo que esperan y transportan, las asistencias en los trámites migratorios, los majestuosos hoteles que hospedan, las nuevas y ultramodernas ciudades, alimentación, los viáticos, todo el esplendor y lujo de un entorno mágico, que lógicamente no existe en el metro cuadrado donde nació, creció, se formó y habita el futbolista.

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Suponemos que a Anthony le encantaría permanecer en ese mundo mágico, inalcanzable para millones de seres humanos o mínimo, repetir y repetir y repetir la aventura que su talentoso fútbol hoy lo premia.

Pero, Anthony no tiene cómo hacerlo, puede que su juego mejore, que anote más goles, que se distinga en el terreno de juego, pero hasta ahí. Volver a tener la maravillosa experiencia personal que vive hoy, NO DEPENDE de él. El, como jugador, no puede hacer NADA, aunque mejore su fútbol, para seguir disfrutando las mieles y beneficios de ese otro mundo al que la carabela de Fray Casiano lo transportó.

Anthony Hernández y decenas de otros talentosos jugadores, no pueden comprar, sobornar o negociar con el técnico Suárez para que los lleve a Qatar.

En cambio, algunos dirigentes corruptos -y doña FIFA está repleta de ellos-, sí cuentan con esas herramientas inmorales y más y vaya qué las saben utilizar.

gpandolfo@larepublica.net







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