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NOTA DE TANO


Luis Antonio Marín estudió muy bien al Monstruo

Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Martes 14 mayo, 2019

Marco Mena aprovechó un regalo y abrió la gotera

Hubo un detalle táctico en la retaguardia de San Carlos que sentí innovador.

Cuando Saprissa iba a ejecutar un tiro libre en mitad del campo, usualmente en piernas de Marvin Angulo o Mariano Torres, la defensa de los Toros no se atrincheró en su área, sino que formó una línea horizontal de nueve jugadores, un par de metros delante del ingreso a su área. De esta manera, logró sacar a los morados de la zona caliente y evitar el veneno letal que llevan consigo esas ejecuciones. El empate 1-1 llegó por esa vía, pero en tiro de esquina.

Esa jugada de pizarra, planificada por el cuerpo técnico de San Carlos, nos indicó que Luis Marín y sus asistentes Hárold Wallace y Sandro Alfaro, curiosamente los tres defensas en sus respectivas trayectorias, estudiaron muy bien la forma para que ni ese Saprissa de toque y juego bonito, que abre la cancha por los costados con Bolaños y Leal y aprovecha Venegas los filtros largos de Michael Barrantes, ni el fútbol dinámico de Mariano Torres, les hiciera el menor daño posible y a fe que lo lograron.

Tácticamente, la doble línea defensiva que paró Marín en Tibás fue lo mejor del equipo. Esta fue ayudada y motivada, desde luego, por el gol de Marco Mena que abrió la cuenta tras el regalo de Juan Gabriel Guzmán, pero con aciertos defensivos a granel. Tantos que Marco Madrigal pasó el partido entre sustos, pero sin ninguna intervención determinante. El portero de San Carlos no salvó un solo gol en alguna acción decisiva. El único que “botó un gol muerto”, fue Venegas en el minuto dos.

A puro pulmón y “yéndole a todas”, como dijo el propio Mena al término del partido, los sancarleños se dispusieron a jugar un partido desgastante en lo físico, que ordenaba por su cuerpo técnico presión en todos los rincones del terreno de juego; misión que se debe duplicar cuando el rival es precisamente el equipo que mejor toca la pelota y que sabe distribuirla por cada metro de zacate.

Los diez futbolistas que Luis Antonio Marín dispuso en la cancha, delante de su portero Madrigal, corrieron, se sacrificaron, presionaron y metieron pierna, por los costados, arriba y abajo, con pulmones de acero y lograron su cometido, pues metieron al Saprissa en un partido incómodo, donde el talento de Blanco, Bolaños, Angulo, Torres y Venegas, no encontró espacio de maniobra.

El partido terminó en un empate 1-1, pero el gran vencedor de la jornada fue la retaguardia sancarleña.

gpandolfo@larepublica.net

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