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Marea de contaminación amenaza auge turístico

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Miércoles 05 diciembre, 2007




Desechos en los ríos que desembocan en el litoral afectan calidad del agua e imagen de Costa Rica como destino ecológico
Marea de contaminación amenaza auge turístico

• Estudios revelan un crecimiento acelerado y desordenado que compromete el futuro de la “marca-país” costarricense
• Empresas y autoridades se unen para mantener la atracción de inversiones, pero con mayor énfasis ambiental

Eduardo Baldares
ebaldares@larepublica.net  

Empresarios pequeños y grandes, científicos, ecologistas y autoridades, todos arrugan la cara ante el hedor amenazante que se cierne sobre el turismo costarricense, el que emana la marea café que chorrea sin cesar del desmesurado sector construcción en el litoral Pacífico.
Paradójicamente, la ambición de atraer inversiones es lo que podría alejarlas en un futuro, pues la mancha contaminante tiene el potencial de arrancar la “marca-país” que Costa Rica le ha vendido al mundo: la de destino ecoturístico.
La imposición del interés económico sobre el ambiente tendría un efecto bumerán; en la actualidad la presión sobre las fuentes de agua es tan alta que compromete su futuro. Flora, fauna y la belleza de nuestras playas son atractivos que peligran si no se cambia de curso.
Y como la inmundicia está llegando a las zonas supuestamente más atractivas, como Tamarindo (que perdió la distinción Bandera Azul Ecológica), cabe preguntarse quién invertiría en unos años en un país seco y sucio, que vendió su verdor a cambio de un crecimiento techado por su propia ambición.
Costa Rica está lejos de usar los recursos naturales según su capacidad de reposición, y ya se escuchan gritos de auxilio desde diversos sectores.
La Contraloría General de la República planteó en su memoria de 2007 que el sector ambiental se encuentra desarticulado, disperso en funciones y entidades, lo que deriva en inviabilidad de aplicar normas sancionatorias y, por ende, en impunidad. De ahí que la marea café sea un fenómeno progresivo.
El auge constructivo en Guanacaste y el litoral del Pacífico, que llegó a niveles históricos en 2005 y 2006, ha evidenciado deficiencias en los planes reguladores y hace presumir que “el desarrollo inmobiliario en las zonas costeras se está dando en un marco de escasa regulación”, dice el último informe Estado de la Nación.
¿Y cuáles son las consecuencias? 69 playas del país tienen fuentes terrestres de contaminación, según especifica el estudio Calidad Sanitaria de las Aguas de Playa en Costa Rica, del doctor Darner Mora, presidente del programa Bandera Azul Ecológica, quien revela que todas las fuentes son producto de la fecalidad de esteros, desembocaduras de ríos y quebradas que sobrepasan los 1.000 coliformes por cada 100 mililitros.
El informe advierte sobre los límites de sostenibilidad que tiene el uso de recursos como el agua para consumo. En el caso de las fuentes subterráneas, amenazadas por el exceso de tanques sépticos, se percibe una fuerte presión. Entre 1998 y 2005 su consumo aumentó un 42%.
Otros patrones insostenibles se están dando en el modelo de manejo de residuos sólidos, sobre todo en Puntarenas y Guanacaste, donde “prácticamente no se están tratando”, asegura el informe, lo cual de nuevo deja claro el divorcio entre atracción de inversiones y protección ambiental.
“Si la mitad de los residuos no están siendo recolectados, ¿dónde son depositados? ¿Son enterrados, quemados o lanzados a los ríos o lotes?”, se preguntan Rolando Castro y Gabriela Cuadrado, del Programa Gestión Integrada del Recurso Hídrico, para quienes el impacto que puede tener el inadecuado manejo de los residuos sobre el turismo es muy grande, porque el sector es muy sensible a la contaminación.
El instructor de buceo Fabián Castillo vive de cerca el problema, y se preocupa mucho más allá de su negocio particular. “El arrastre de sedimentos al mar es evidente, producto de la poca capacidad de planificación, la construcción próxima a las costas y la deforestación. Este sedimento se deposita sobre los corales y conlleva consecuencias tremendas, puesto que los corales asimilan cerca del 70% del dióxido de carbono que el planeta produce, y taparlos propicia el galopante calentamiento global”.
Es sabido que Guanacaste tiene muy marcadas sus estaciones, con seis meses de lluvias y seis muy secos, los cuales coinciden con la temporada alta del turismo, durante la cual se da una “gran dependencia del agua subterránea, que no es recargada al mismo ritmo dada la deforestación y la degradación de los suelos”, aseguraron Castro y Cuadrado.
Por lo tanto, dadas sus características biofísicas, “Guanacaste no soporta este crecimiento al que está siendo sometido —canchas de golf, piscinas, condominios, urbanizaciones, zonas verdes—, y muy pronto podría colapsar por falta de agua (acuíferos sobreexplotados o salinizados) poniendo en peligro las mismas inversiones hechas en la zona, lo cual es un contrasentido”, agregaron.
Empero, los responsables no solo están en esas provincias que ahora imitan la expansión descontrolada de la Gran Area Metropolitana, de donde llegan las aguas café que desembocan en el Pacífico.
“Le pides a los hoteles que tengan sus propias plantas de tratamiento, y algunos cumplen, pero estos bien podrían cuestionarse la validez de la petición porque sus aguas tratadas igual se unen con la materia fecal que inunda al Tárcoles desde San José, y que al final va a dar al mar”, argumentó Yasmina Cánovas, del proyecto Fomento de la Inversión Turística Responsable Española en Costa Rica, de la Universidad de Barcelona.
Entonces el Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA) anuncia que comenzará a ejecutar sus planes maestros de Aguas Residuales en la Gran Area Metropolitana y Jacó para el próximo año, así como la ampliación de los acueductos de Playas de Coco y Manuel Antonio, entre otros proyectos que tienen en la mira combatir el flagelo contaminante y garantizar el suministro del líquido vital.
“La nueva reglamentación del artículo 38 de la Ley de Planificación Urbana es un gran logro, pues aparte de agilizar los trámites, regula la participación privada por medio de normas nuestras, para que construyan y nos entreguen las obras que nosotros operaremos adecuadamente”, comentó Ricardo Sancho, presidente ejecutivo del AyA.
Sancho coincide en que el “crecimiento en el litoral Pacífico ha sido demasiado desordenado, y que la solución para Tamarindo y otras zonas en riesgo es que Acueductos asuma las riendas en reemplazo de las municipalidades respectivas”.
Recalcó que la institución seguirá denunciando casos como los de Tamarindo y Jacó, “porque es nuestro deber llamar la atención y así movilizar a todos los actores relacionados a tomar cartas en el asunto”.
Jorge Chavarría, alcalde de Santa Cruz, lamentó la decisión de quitarle a Tamarindo la Bandera Azul por el efecto que podría tener en el turismo local, pero aseguró que “con distintivo o sin él” la comunidad está en pie de lucha contra la contaminación.
“Limpiamos las calles, con una tanqueta recorrimos todos los tanques sépticos y el mar ya se ve limpio. Exigimos a todos los edificios plantas de tratamiento y lo hacemos en aras de conservar y de que el boom no se detenga, porque es sinónimo de progreso. Necesitamos más inversión sana y lo estamos reinvirtiendo en conservación”, aseguró Chavarría.
El alcalde dijo que “estamos comprando carros de recolección modernos y hasta haremos un relleno propio gracias a la inversión en la zona”.
En Jacó el hotel Best Western fue distinguido con el Certificado de Sostenibilidad conferido por el Instituto Costarricense de Turismo (ICT), y aspira a convertirse en ejemplo de cómo operar de acuerdo con nuestra “marca-país”.
“Queremos que no solo seamos nosotros, de hecho Jacó está unido como comunidad y esperamos se convierta en un ejemplo de prácticas sostenibles, porque el país puede recibir hasta el doble de inversión… pero solo si se deja de hacer daño”, manifestó Juan Carlos Rodó, gerente general del hotel. “No nos quedamos cruzados de brazos echándole la culpa a San José de la contaminación del Tárcoles, ponemos de nuestra parte, queremos demostrar que sí se puede”, añadió.
Una de las prácticas avaladas por el ICT es el uso de sustancias orgánicas para el tratamiento de las aguas residuales. “Las soluciones químicas sintéticas acarrean efectos secundarios que agudizan el problema. Se echa cloro para combatir el olor, pero se contamina todavía más. Por eso nosotros promovemos productos líquidos y en polvo totalmente naturales, biodegradables, basados en hongos, levaduras, microorganismos y bacterias de gran variedad que contribuyen al tratamiento adecuado del agua”, sintetizó Antonio Naranjo, gerente de Mercadeo de Soluciones Biológicas del Caribe.
De hecho la utilización de los productos Bio–Aguas y Bio–Séptico se suma a los elementos que el ICT toma en cuenta para otorgar los certificados.
La marea café es un problema nacional que requiere políticas estatales en fusión con las empresas “para que los emprendimientos turísticos se apeguen a la ‘marca-país’ y, más aún, al desarrollo humano sostenible”, concluye el capítulo ambiental del informe Estado de la Nación.
Lo primero es hacer cumplir la legislación ambiental, que en terrenos cubiertos totalmente de bosque, en los que no se puede hacer cambio de uso de suelo, no se vean más condominios, casas y hoteles. “¿Será que todas esas construcciones son ilegales o que todas tienen permisos aunque exista una prohibición expresa?”, vuelven a preguntarse los abogados de Programa Gestión del Recurso Hídrico.








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