Más feroz un ataque de caspa que la delantera tricolor
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Martes 15 octubre, 2024
La Selección Nacional no avanza medio metro y presenta tumores en su cuerpo tan viejos, que los arrastra desde sus tempranas eliminaciones en los mundiales de Rusia 18 y Qatar 22.
Óscar Ramírez, Gustavo Matosas, Luis Fernando Suárez, Gustavo Alfaro y Claudio Vivas, no han podido o no han tenido la capacidad de encontrar a los futbolistas que generen fútbol ofensivo en la cintura del equipo.
Lo que hace Elías Aguilar en el Herediano, el mejor 10 del fútbol nacional, no lo repite ningún otro jugador en el seleccionado. De vez en cuando, en cada partido, meter pases de gol, servir balones con ventaja para el delantero, generar fútbol de ataque.
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El escenario se agrava, complica y nos lanza al fracaso, cuando se combinan esta ausencia de futbolistas arquitectos en el medio campo, con la falta de delanteros.
¡La Selección Nacional no tiene delantera!
El sistema táctico de moda, el preferido por los técnicos para proteger su cabeza y que no se la corten por sumar derrotas, es el 5-4-1 o 4-5-1 o 10-1 (ponga el número que guste), resumido en que se juega con solo un delantero.
La idea original, y que se dibuja en la pizarra de los vestuarios y en las charlas técnicas, es que los defensa laterales o carrileros y los volantes por fuera, se sumen al ataque y se asocien con ese aislado número 9.
En la Selección Nacional el sistema no funciona y lo vimos y notamos claramente en el último partido frente a Surinam.
Haxzel Quirós y Ariel Lassiter no pasaron a la zona ofensiva, sus desplazamientos por los carriles en apoyo de la delantera no existieron. En el medio campo, Joel Campbell juega a 50 metros del marco enemigo y no significa el mínimo peligro para la retaguardia rival y a Josimar Alcócer lo “esconden” como un quinto volante y no juega como un segundo delantero.
El valiente Manfred Ugalde, que no se le arruga a nadie, no juega como nueve, metido en el área rival. No tiene estatura ni potencia física para lidiar en solitario contra dos o tres defensores centrales. Juega alejado de la zona de candela. En resumen, a pesar de su fútbol agresivo e incluso desafiante, es un centro delantero atípico que no genera peligro.
La línea delantera de la Selección Nacional no existe, por lo tanto, no es capaz de asustar a nadie. El peso y la responsabilidad de la Tricolor recae en Patrick Sequeira, Francisco Calvo y Juan Pablo Vargas. Ellos mantienen a flote la barca para que no se hunda.
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