Mentiras, mentiras, mentiras
Luis Alberto Muñoz redaccion@larepublica.net | Viernes 13 diciembre, 2013
¿Qué debería hacer Costa Rica frente a la invasión de Nicaragua? ¿Cómo poner freno al exceso de privilegios de los empleados públicos? ¿Será buena idea explotar petróleo? Urgen respuestas en lugar de tanta demagogia en este festín electoral
Entre cielo y tierra
Mentiras, mentiras, mentiras
Estamos en tiempos de política. En momentos cruciales para ejercer el deber ciudadano y cuestionar todo lo que a nuestro alrededor no nos parece que esté bien.
Me han gustado los ejercicios cívicos que se han suscitado recientemente, uno de ellos, el de poner mayor detenimiento a las palabras que salen de la boca de los candidatos para confrontarlas con la realidad, y ver cuánta incoherencia había.
En el fondo, una campaña electoral tendría que estar sujeta constantemente a este tipo de escrutinio público. Esta debería ser la norma y no la excepción.
De la misma forma en que se castiga la “publicidad engañosa” en el mundo comercial, las instituciones que “velan” por la democracia, y consumen una buena parte de los impuestos en esa función, deberían procurar los mecanismos de información para que los votantes no sean una presa cada vez más fácil.
Por supuesto que es imposible evitar que los aspirantes a la silla presidencial digan mentiras, aun por más piadosas que fuesen. De eso no se trata.
Por esta razón, los debates públicos de ideas son tan importantes, como una confrontación necesaria de mentiras, que puedan ir refutándose unas a otras, hasta que logren predominar en el imaginario colectivo, proposiciones válidas a los problemas que enfrenta nuestro país.
¿Qué debería hacer Costa Rica frente a la invasión de Nicaragua? ¿Cómo poner freno al exceso de privilegios de los empleados públicos? ¿Será buena idea explotar petróleo? Urgen respuestas en lugar de tanta demagogia en este festín electoral.
Pero esta tarea no termina solo con debates. Todo lo contrario. El peso más importante, para que los ciudadanos puedan separar la paja del trigo, lo carga la educación.
Nos sentimos hasta cierto modo satisfechos con el nivel de nuestra educación al compararnos con los países más pobres y atrasados de nuestra región. Pero al tomar en cuenta el nivel de las sociedades más avanzadas del planeta, nuestros resultados son mediocres.
Solo basta con poner atención a ciertos detalles de nuestra vida democrática. Actualmente nos encontramos dentro de la categoría de pueblos en que los políticos montan a caballo en topes para atraer adeptos.
Que el populismo nos agarre al menos confesados.
Luis Alberto Muñoz
@luisalberto_cr
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